PÚBLICOS, NO DE GOBIERNO

En su número 163 (Octubre/Noviembre 2018), la Revista Pantalla Profesional TelemundoCine dedica tres entrevistas y un par de sus secciones fijas a analizar el futuro de los medios públicos.

“En el sexenio de AMLO veremos necesariamente una transformación de los medios públicos en México”, escribe en su columna Hombres y Mujeres el director de la publicación, José Antonio Fernández Fernández.

Y Juan Ibargüengoitia, autor de la columna Información Estratégica, señala por su parte: “Vientos de cambio soplan en la televisión pública de México, también en la radio pública”.

Los entrevistados son el cineasta Armando Casas, director de TV UNAM, la diputada de Morena, María de los Ángeles Huerta del Río, y el académico Javier Esteinou, cuyas respuestas conoceremos en entregas posteriores.

Tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador vimos surgir diversas iniciativas para fortalecer los medios públicos. Sin embargo, para conseguirlo “lo primero que deben lograr es ponerse de acuerdo”, dice Ibargüengoitia. Y enlista las principales ideas que puedan servir como punto de partida para subir la radio y la televisión pública a la Cuarta Transformación:

  • “Para empezar, los medios públicos no deberán entenderse ya como gubernamentales… Este principio es el corazón de la nueva era… con AMLO”.
  • Se requiere una Ley de Medios Públicos que especifique esa distinción entre público y gubernamental, con toda claridad. Hoy en día los medios públicos no son gubernamentales, pero “así se les trata desde las altas esferas del gobierno”. Aunque cabe destacar la existencia de muchos espacios en la tele y la radio pública “absolutamente libres de cualquier censura o encargo gubernamental”.
  • Esta “Ley de Medios Públicos debe aclarar que la tele y la radio necesitan presupuesto, independencia, un consejo ciudadano no vinculatorio a las decisiones de la dirección pero sí participativo, capacitación para sus colaboradores, presupuesto específico para compra y renta de tecnología”, así como “reglas que abran el abanico de modalidades para producir, coproducir y firmar alianzas de distribución y exhibición con mexicanos y extranjeros”.
  • “Esa Ley debe aclarar que los medios públicos son industrias culturales, en un principio que les dará vida propia y futuro. Esto es, no son gubernamentales y tampoco obedecen a intereses comerciales. Al ser industria cultural, se les abre un enorme panorama para establecer alianzas, acceder a fondos nacionales e internacionales para la producción y también para crear una estructura de producción y exhibición de contenidos que valore en todo momento a la cultura y la educación”.

¿UNA SOLA INSTITUCIÓN?

Ahora bien, sigue diciendo Ibargüengoitia, por lo que toca a crear una organización para los medios públicos en México, hay varias opciones:

  • Crear una nueva institución parecida a Imevisión que en su momento concentró los canales 7, 13 y 22. El Instituto Mexicano de Televisión mostró “un deseo de audiencia” y logró crear un estilo televisivo que, de 1985 a 1988, privilegió el contenido de valor. También es verdad que Imevisión se estructuró con base en un modelo con tintes comerciales.
  • Otro modelo a seguir es el de la inglesa BBC, Televisión Española (TVE) o la alemana (con cadenas como DW, ZDF o ARD), empresas públicas que generan contenidos con producciones de alto nivel en todo tipo de géneros. Este modelo requiere de mayores recursos económicos: la BBC tiene un presupuesto anual de 7,000 millones de libras esterlinas y TVE recibe mil millones de euros por año. En México, el presupuesto de Canal 22 es de alrededor de 10 millones de dólares cada año.
  • Juan Ibargüengoitia descarta para México el modelo BBC porque no hay presupuestos que lo sostengan, y tampoco considera viable volver al esquema de Imevisión porque fue una televisión que se metió en el terreno comercial, al grado que llegó a competirle el rating a Televisa.
  • En conclusión, el modelo de medios públicos más adecuado para México es el que ya tenemos, pero mejorado; contando que los medios públicos federales son los siguientes:
  1. Once TV del Instituto Politécnico Nacional. Canal 11 tuvo para 2018 un presupuesto de 579.5 millones de pesos, unos 30 millones de dólares por año.
  2. El 22, que depende de la Secretaría de Cultura, opera este año con 172 millones de pesos.
  3. El Instituto Mexicano de la Radio (IMER), con 18 emisoras, recibió 178 millones de pesos, un presupuesto similar al 22.
  4. Radio Educación, ahora dependiente de Cultura, recibió este año 85.7 millones, alrededor de 5 millones de dólares.
  5. Y el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), creado con la reforma en telecomunicaciones, que opera el Canal 14. Su señal es vista por televisión abierta en 22 estados de la república (debe ser de cobertura nacional, por ley). Su presupuesto anual es de 250 millones de pesos, unos 13 millones de dólares. Sin embargo, “puede recibir ingresos por servicios de apoyo a la producción y publicidad de entidades públicas que le duplican el presupuesto”.

CULTURA AUDIOVISUAL

Al analizar el perfil de Alejandra Frausto, anunciada secretaria de Cultura en el gabinete de López Obrador, José Antonio Fernández propone, como sugerencia para las políticas culturales del nuevo gobierno, un par de ideas que tienen que ver con usar los medios públicos para formar públicos.

Propone, por ejemplo, crear talleres culturales audiovisuales para las escuelas primarias y secundarias, que incluyan cursos de cine, televisión y redes, con el objetivo de que “los alumnos estudien en forma ordenada y con un sentido histórico una selección de películas, programas de televisión y videos producidos para las redes sociales”.

En estos talleres los jóvenes estarían expuestos de 4 a 6 horas diarias a las pantallas, en especial a la del móvil o teléfono celular, buscando que como usuarios estudien bien lo que sucede con la pantalla: qué tanta influencia tiene sobre la población, cómo nacen sus contenidos y cuál es su alcance y la forma en la que los medios se han desarrollado a través del tiempo.

Adicionalmente a su idea central de retomar el concepto de casas de la cultura, Fernández propone tejer una red con base en esas instalaciones y, de este modo, crear un sistema de difusión y participación cultural.

“Debo decir que cuando se creó la Secretaría de Cultura pensé que la intención era crear una gran institución para el apoyo a la difusión de la cultura, pero no fue así, continuó la idea de que la cultura es para una élite, mito que ya es tiempo de romper de manera definitiva”, concluye José Antonio Fernández.

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