PENSAR PARA EXPRESAR

Ayer 7 de junio día de la libertad de expresión, supuestamente garantizados en la Constitución, en sus sagrados artículos 6 y 7, que señalan que:
Artículo 6.- La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado
Artículo 7.- Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento del delito.

Las leyes orgánicas dictarán cuantas disposiciones sean necesarias para evitar que so pretexto de las denuncias por delitos de prensa, sean encarcelados los expendedores,»papeleros», operarios y demás empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denunciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aquellos.

Muy bien, la libertad, supongamos que está garantizada en las leyes, para poder expresar lo que queramos, pero eso no quiere decir que este derecho lo ejerzamos de la manera más adecuada, porque antes tendríamos que tener como individuos, como ciudadanos, una preparación que nos ayude a defender este sagrado derecho.

Y conocer la historia de la libertad, de lo que ha significado a lo largo de la historia de todos los tiempos, llegar a concebirla. Y no es estéril u ocioso, que en la tradición judeocristiana tengamos que recurrir al momento en que Satanás fue arrojado de los cielos, en la mitología cristiana. Y que luzbel, habría dicho ¿por qué yo camarada? El diablo también piensa.

O, yendo más adentro de la creencia cristiana, habría que preguntar realmente por qué le quitó la vida Caín al bueno de Adán. Y si en verdad uno era bueno y otro era malo. Estamos aquí ejemplificando en las posibilidades de expresarse, con libertad; recreando escenarios intelectuales, como un reconocimiento al derecho de opinar.

Y lo mismo podría haberse preguntado el mítico Job cuando padecía todo tipo de calamidades atizadas ante el señor por el mismo diablo, que provocó el castigo para poner a prueba. Tenemos derecho a expresar nuestras ideas sobre la filosofía, la religión, la ciencia, la cultura, el arte, la política, el sexo, etcétera. El Estado debe garantizar este derecho, pero hay que decir que en nuestro país, los sacratísimos derechos de las libertades otorgadas por los grandes liberales como Juárez, Zarco, Ignacio Ramirez, Guillermo Prieto, José María Iglesias, que las llevaron a la brillantísima Constitución de 1857, tuvieron después brutales ataques en el Porfiriato, una oscura noche de más de 30 años, donde las plumas brillantes y lúcidas como espadas estelares, la defendieron a costa de grandes sacrificios, nos referimos a los dos hermanos Flores Magón.

Ya sabemos que desde que Miguel Alemán y los periodiqueros de la época, en 1951, se pusieron de acuerdo para celebrar este 7 de junio la libertad de expresión; pero no se nos olvide tampoco que fue en el gobierno liberal de Juárez y sus patriotas donde se estableció en la Constitución. El mérito a quien corresponda.

Hay que hacer un poco de historia política, para ver la calidad de la libertad de expresión, al menos en cuanto a su vínculo con la de prensa. Miguel Alemán siguió la tradición de la supuesta modernidad que Ávila Camacho, fundador del PRI, impulsó para hundir al país, haciéndole creer al pueblo que se avanzaba, cuando de lo que se trataba era de desterrar todas las victorias sociales, sindicales, campesinas, y de justicia impulsadas por el general Cárdenas. Y en esa tradición, de desmantelamiento del original estado social cardenista, la prensa y la libertad de las ideas, no podría ser de calidad.

Cada año, el 7 de junio se reunía el presidente del viejo régimen priista con los dueños de los medios y con los jerarquillas del periodismo, en comilonas, donde se expresaban suaves discursos, melodiosos para el poder. Y es claro que “en su día”, los periodistas del sistema Vivian felices, arropados por el encanto económico de las finanzas públicas, abundantes en publicidad y en aceitar las teclas de los tundemaquinas.
La libertad de prensa no es cosa del poder público ni de los medios; o es libertad individual, de ejercer cada cual lo que le plazca en la expresión de las ideas, o es esclavo.

Como hay medios de expresarse, hay posibilidades de acotar. Por eso, el ciudadano que quiere ejercer este sagrado derecho humano, tiene que prepararse constantemente, leyendo, abriendo espacios, debatiendo, refutando; ocurriendo a las tecnologías; pero sobretodo organizándose y organizando sus ideas. Hay actualmente tantas posibilidades, como riesgos de perderse en la nada, en la vacuidad, en el vacío de los temas frívolos en las redes.

Por eso, alerta, mucha alerta, porque no tenemos claro si la niñez y la juventud está procesando la importancia de las libertades, alimentándolas con contenidos netos de conocimiento. Este es el reto, que requerimos llegar a contar como política pública, una educación liberadora, llena de enseñanzas filosóficas y conocimientos prácticos sobre lo que es el trabajo, el derecho a la felicidad. Lo estoy diciendo.

Si se va a hablar de libertades, de ciencia, de historia, de dialéctica, hay que recurrir a la filosofía, a la historia; a leer a Marx, Engels, Lenin; Humé, a los enciclopedistas de las ilustraciones francesa e inglesa; a los liberales mexicanos; a Karl Popper, al gran Renán, a Voltaire, y hasta al popular prosista Fernando Savater. ¡He dicho!

Punto y Raya
Nacho y su veto a los estudiantes. El gobernador del estado nunca ha sabido lo que es el costo de la educación, como los colimenses de ahora y los que se han formado con grandes necesidades económicas. Por eso, porque su educación se la ha costeado el viejo régimen priista, con favores y privilegios; está ausente de la realidad del estudiantado colimense. Como lo están también quienes han traficado con las bases estudiantiles, y ahora están muy ardidos porque el Congreso, aunque con aliados del sistema priista caciquil, logró sacar una iniciativa que reformando la Ley de Movilidad, otorga descuento universal del 50 por ciento a los estudiantes, sin tener que contar con el sello nefasto en la frente de cada estudiante, que les colocaba la organización seudoestudiantil que es la FEC. Ominoso condicionamiento a gozar del descuento, si no está el estudiante afiliado a ese carcaje organizacional.
Y ahora, el gobernador dizque veta una parte, nomás tantito, ha de haber dicho; pero lo cierto es que su actitud es contraria a los estudiantes. Porque el carece de sentido social. Ahora hay que ver en lo que va a parar su veto de tantito. Estaremos alertas para comentarlo aquí.
¡Hasta la próxima!

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