Aunque no carente de tensiones y hasta enfrentamientos, la relación prensa-poder en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es muy distinta a la que se dio durante los años del priismo, cuando el ejercicio periodístico estuvo marcado por la corrupción.
En el Consultorio Ético que Javier Darío Restrepo abrió el año 2000 en el sitio web de la hoy Fundación Gabo, y que sostuvo hasta el mismo día de su muerte, el 6 de octubre de 2019, a los 87 años de edad, el maestro colombiano respondió en su oportunidad a dudas de los periodistas iberoamericanos sobre situaciones comunes de corrupción en el oficio, la presión política a los medios y el periodismo militante.
El 13 de septiembre de 2010, Rosa Labán envió la siguiente consulta desde Perú (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/610):
“Muchos periodistas estábamos obligados a publicar informaciones favorables al gobierno, porque los directores recibían presiones con la publicidad estatal, o con el precio y transporte del papel, o con el pago de impuestos. De lo contrario corríamos el riesgo de que los medios fueran cerrados, o de quedar sin trabajo. ¿Qué debimos hacer?”
Restrepo comenta que numerosos periodistas y medios presionados por los gobiernos, luchan por defender su independencia a cualquier costo. Porque ésta es una “cualidad sin la cual no se puede ejercer la profesión”.
Al aparecer como apéndices de la oficina de prensa oficial, un noticiero o periódico “no tienen más credibilidad que la que le otorgan al gobernante sus seguidores, por lealtad política o interesada. Para el resto de la población un medio no independiente es solo un instrumento de propaganda”.
Sabiendo que en esos medios “no encontrará la verdad de nada”, el lector, oyente o televidente se sentirá traicionado por el periodista y el medio que vendieron al gobernante que los sobornó, la lealtad que le debían al receptor de la información.
Más allá de ese juicio, es también una cuestión de dignidad. “Los favores del poderoso que le impone al periodista informaciones y enfoques, es una forma no tan sutil de soborno”. Y “cuando un periodista o un medio sienten que no pueden ser independientes, están incapacitados para ejercer su profesión”.
El Código de ética de los periodistas de Alemania Federal advertía: “La aceptación y concesión de ventajas de cualquier clase que pueda perjudicar la libertad de decisión de la editorial y de la redacción, son incompatibles con el prestigio y la misión de la prensa. Quien se deja sobornar para propagar o suprimir noticias actúa deshonestamente y en contra de la profesión”.
AL SERVICIO DEL BIEN COMÚN
El 26 de agosto de 2016, Ulises Botía, de la República Bolivariana de Venezuela (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/1575), señalaba:
“Tenemos medios de comunicación que abandonan su función de mediación para tomar partido a favor o en contra del gobierno. ¿Cómo identificar los temas prioritarios de la agenda pública en un ambiente así, sin tomar partido y preservando la credibilidad?”
Para Javier Darío Restrepo, “las decisiones sobre agenda y enfoque de las noticias son acertadas cuando se orienta la convicción de que el periodista es un servidor de lo público. En cuanto tal, todas sus acciones se dirigen al fortalecimiento y defensa del bien público. El dilema frecuente de estar a favor o en contra de un gobierno encuentra su respuesta en esa tercera opción: estar al servicio de lo público.
“Es una convicción que da elementos para fiscalizar lo mismo al gobierno que a sus opositores. Por encima de las consideraciones partidistas o de grupo se levanta el ejercicio profesional que se pregunta: ¿en qué medida mis acciones y programas sirven al bien común?
El periodismo no puede estar al servicio de una empresa, de un partido, de un gobierno o de un credo político, religioso, económico o social. “Esa decisión en favor y al servicio de toda la sociedad inspira un periodismo libre y digno que lo diferencia de cualquiera aproximación a la práctica de relaciones públicas o de publicidad y lo centra en el único objetivo que dignifica la profesión: su relación de servicio con toda la sociedad”.
PERIODISMO MILITANTE
Óscar Díaz Arnau, del Estado Plurinacional de Bolivia, escribió el 24 de octubre de 2015 (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/73):
¿Qué hay del periodismo militante, es decir, el de los periodistas identificados con el gobierno de turno? “Ellos defienden su actitud diciendo que son honestos y no esconden su ideología”, pero ¿es ético?
Para Restrepo: “La información política, lo mismo que cualquier otra información, demanda apego a los hechos, antes que a calificativos o sesgos partidistas, lo que en los manuales se llama ‘objetividad periodística’ a pesar de todas las limitaciones que tiene ese término. Cuando la información no cumple con ese indispensable requisito deja de ser información y se convierte en propaganda, esa forma de decir medias verdades como si fueran la verdad total”.
“La información política honesta es la que permite al ciudadano tomar decisiones motivado, no por una presión propagandística, sino por el conocimiento de los hechos. También es honesto manifestarle al receptor las propias preferencias, pero con la simultánea presentación de los puntos de vista contrarios. Obviamente si la adhesión a una causa o persona es el interés personal, en nada relacionado con el bien común, esto no constituye un argumento respetable.
“El periodismo militante, lo mismo que las campañas publicitarias, solo permite ver una parte de la verdad política, mientras la exigencia profesional es la de proporcionar la verdad total y creíble. Una verdad periodística es creíble cuando es independiente, es decir, desligada de intereses personales, institucionales o partidistas”.
También de Venezuela, el 22 de febrero de 2015 Cristina González (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/196) había consultado, sobre el financiamiento de proyectos periodísticos, si es aceptable que un partido político los patrocine. ¿Importa el origen de los dineros aun cuando hay compromiso de no intervenir editorialmente?
Para Restrepo: La dependencia del dinero “crea las más frecuentes limitaciones para medios y periodistas”. Hay que examinar escrupulosamente las fuentes de financiación de un medio “para impedir cualquier clase de intromisión en el terreno inviolable de la libertad de expresión y de información”.
Pero además de ser independiente, hay que parecerlo. Se aconseja “mantener con los lectores una relación de transparencia que haga de conocimiento público el dato de las fuentes de financiación del periódico”. Ante un periódico transparente, que muestra sin reservas cuáles son sus fuentes de financiación y sus finanzas, los lectores responden con absoluta confianza y le otorgan una amplia credibilidad; en cambio, la opacidad y los secretos en esta materia “provocan desconfianza y pérdida de credibilidad. El peligro se agrava para el periódico si son políticos o gobernantes los que pretenden aportar dinero para los periódicos”.
DICTADURA INFORMATIVA
Finalmente, Adelfo Solarte, de Venezuela, se hacía el 1 de marzo de 2015 (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/171) una pregunta que, en la actualidad mexicana, muchos periodistas que alentaron la llegada de un nuevo régimen y siguen simpatizando con el presidente López Obrador se hacen:
“Dada la posición del gobierno que insiste en el asedio de fuerzas que buscan derrocarle, los medios se guían bajo la prédica de ser herramientas para la defensa del ‘proyecto socialista’ [que en nuestro contexto bien puede ser sustituido por el ‘proyecto alternativo de nación’, el ‘movimiento progresista’ o, simplemente, la ‘Cuarta Transformación’]. Pero, ¿puede llamarse periodismo a esa labor de medios del gobierno, o es sencillamente una labor de propaganda o de relaciones públicas?”
Javier Darío Restrepo dejó en claro que “el periodismo es un servicio social que maneja un bien social: la información; por tanto mantiene una distancia respecto del poder, que es necesaria como sustento de su independencia”.
Ésta “marca la diferencia entre información y propaganda. La propaganda está al servicio de intereses particulares, o de entidades públicas que se manejan como entidades privadas y con técnicas de mercadeo; y la caracteriza su fuerte dependencia de las fuentes de información. Es un negocio, no un servicio”.
Para Restrepo, “un manejo de medios de comunicación por parte del poder se convierte en una usurpación, cuando se dedican al servicio del gobernante y no de la población. La concentración del poder en manos del gobernante, le da el monopolio de las armas, de las leyes y de la economía. Al ciudadano le corresponde, como factor de equilibrio, el monopolio de la palabra y de la información.
Se desnaturaliza la profesión periodística cuando está al servicio del gobernante con exclusión de la ciudadanía. Desaparece la actividad democrática de la fiscalización y crítica del poder, “y se instala un inequívoco régimen dictatorial”.
Pero antes que los lectores de esta columna se apresuren a sacar conclusiones respecto a las supuestas semejanzas de la revolución bolivariana con la 4T, diré que este régimen de dictadura informativa era el que se daba precisamente en los tiempos del viejo PRI.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.