Siempre se ha criticado la doble moral de los panuchos. Mientras que con una mano se golpean el pecho, con otra asestan el golpe. Los de Comala no son la excepción y la semana pasada, el Director de Seguridad Pública Municipal y Vialidad, Javier Montes García, fue a la Villa a embriagarse, con un alto índice de alcoholemia circuló por las calles de esa población y, entre otras barbaridades, lo hizo en sentido contrario para golpear otro vehículo y después se resistió a su arresto alegando con prepotencia que ocupa ese puesto. No le valió su argumentación falta de ética, fue detenido y después liberado previo depósito de la fianza respectiva, según informó la prensa.
Malo que Juan Pueblito actúe como lo hizo ese niño héroe, peor si quien lo hizo es servidor público y mucho peor que se trate de un Director de Seguridad Pública ¿Cuáles son los criterios de semejante individuo? ¿Con esos criterios maneja la Dirección que encabeza? Y cuál es la postura de don Aldo, el presidente y cuál la de los integrantes del cuerpo edilicio. Son preguntas que para Juan Pueblito no tienen respuesta.
Ese señor Montes (de los montes, ha de ser), es quien se encarga de cuidar la paz y la tranquilidad de los comaltecos, que ahora, nos aprestamos a celebrar la Feria del Alcohol y de los otros Ennervantes que comenzará en cuestión de días. Y en vísperas de que el festejo inicie, no sabemos si el Director de Seguridad Pública ya terminó su ciclo de borrachera o aún no, y mucho menos, cuáles criterios aplicará para cuidar a los comaltecos y defendernos de los múltiples borrachos que irán a celebrar a nuestro pueblo. Una disculpa o un intento de explicación de su parte o de don Aldo, su jefe, no conocemos. Sólo conocemos (y por supuesto, reprobamos, los hechos).
Cantidades crecientes de comaltecos observamos con preocupación la evolución de los festejos del pueblo y ya imaginamos las mega pedas que se organizarán con el beneplácito de las autoridades municipales y ahora, podemos imaginar que también con la participación de las mismas. ¿Cómo nos cuidarán? ¿Con qué calidad moral intentará este individuo llamar al orden a quienes pierdan la brújula? Y si don Aldo lo encubre ¿por qué lo hará? ¿se comportará igual? ¿comparten esa adicción? ¿Quién impone el orden a quienes deben imponer el orden? Más preguntas y ninguna respuesta.
¿Qué tendrán que decir tanto el director en cuestión como el presidente? Uno debiera haber renunciado; otro, debiera haber cesado a su subalterno. ¿Por qué permanecen callados? El clásico diría que siente pena ajena. El que junta estas letras no siente pena ajena, lo que siente es que estamos desprotegidos porque nos encontramos en las peores manos posibles. Tenemos la explicación del porqué no pueden controlarse los botellones que se organizan durante estas fiestas. Y esa explicación es la que más indeseable pudiera resultarnos. Y eso de que se produzcan renuncias por vergüenza, no aplica en este caso, dado que se trata de personas que ni vergüenza tienen (y no la tienen porque, por supuesto, carecen de principios).
Ostentar un puesto público no debe significar, bajo ninguna circunstancia, lo que para estos supone, sino la obligación de actuar en sentido contrario a cómo lo hacen. Son santurrones y persignados pero viciosos y prepotentes. Esa es su doble moral. Sus adicciones no pueden ser disculpa: Debe irse el Director de Seguridad y si el Presidente Municipal lo encubre, también. Nos pueden decir que fue un error (que, en todo caso, son varios errores), pero esos errores no pueden permitirse a alguien que ostenta un puesto como ese. No hay justificación, pues. Deben asumir la culpa y sus consecuencias. No hay de otra sopa. Inclusive, debiera irse más adelante y aplicar castigos al presunto delincuente. Lo que se hizo, es imperdonable tanto para el infractor como para el jefe del infractor. Resulta inaceptable que alguien con tales costumbres, pueda ser servidor público y peor aún, que pueda ser Director de Seguridad Pública.
Tenemos una autoridad municipal que usa por distintivo el no informar. Los ciudadanos comaltecos somos un cero a la izquierda y apuesta a que se nos olviden todos los excesos, los descuidos y los abusos de nuestras autoridades, pero la realidad no es esa. En cuanto resulte oportuno, les pasaremos factura por el mal gobierno que ejercen y esa factura va creciendo todos los días. Nos negamos a aceptar que existan semejantes excesos entre quienes nos gobiernan. Y no es por una falsa moral general (pues no somos como ellos, que no se confundan). Si alguien infringe la ley, debe ser motivo de castigo y debe pagar las penas que el propio marco legal establece. Y esa pena debe resultar doble si se trata de un funcionario público quien, además, abusa de su posición y supuesta autoridad. El silencio no exculpa, sino al contrario, declara cómplices.
Alguien me dijo ayer por la mañana que el reloj público (y su respectivo seudo carrillón) no sabe la hora que vive el pueblo porque es precisamente ese funcionario quien lo maneja. Yo no creo que sea así, pero las evidencias hacen creer que esa afirmación sea verdadera, pues el reloj está perdido y nada puede hacerse para que se pueda regularizar su paso. ¡Es un reloj borracho!
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.