Hay muchas formas de clasificar el periodismo: por los temas que maneja; por el territorio que cubren (local, nacional, global); por las actividades a las que da seguimiento; por el tono (serio o paródico) que usa o por su estilo (depurado o desaliñado); por el público al que va dirigido; por su grado de generalización o especialización e, incluso, por su nivel de subjetividad (que puede llegar al grado de la militancia) u objetividad (con un aparente distanciamiento de cualquier ideología que, en el fondo, responde convenencieramente a los requerimientos del mercado).
Atendiendo a los posibles campos laborales del periodismo en España, Bernardino Cebrián Enrique y Luis María Mirón coordinaron un texto sobre las Áreas del Periodismo (Colección Periodística, 54; Comunicación Social, Ediciones y Publicaciones, Salamanca, 2013; p.p. 183-201). Allí distinguen el periodismo de investigación del periodismo local, el periodismo político del periodismo económico, el periodismo jurídico del periodismo cultural, el periodismo científico y de salud del periodismo deportivo, y cada uno de todos los demás. En ese volumen, José Francisco Serrano Oceja se encarga de explorar la especificidad del periodismo religioso.
En España –como en México– el Periodismo y otras carreras de Comunicación forman parte de la oferta educativa de las universidades católicas. Y son abundantes las radios y las televisoras regionales, en las distintas autonomías españolas, que sin dejar de ser independientes colaboran estrechamente con el Vaticano.
Mas, como apunta Serrano Ocejo, la Información Periodística Especializada (IPE) en materia de religión no se circunscribe a la católica, con todo y que sea la fe mayoritaria en España.
Por su naturaleza, una IPE es un saber experto. Pero el académico se pregunta si esta especialización plantea, desde la perspectiva de lo implícito, su categorización periodística. Lo que “se traduce en la necesidad de preguntarnos si la información sobre este hecho o fenómeno social [la Religión y la religiosidad] es un Área de especialización autónoma, una subárea o una subespecialización”.
PERIODISMO RELIGIOSO
Serrano Oceja propone un criterio de delimitación y organización de las noticias en las páginas de los periódicos diarios de información general.
En la prensa europea, particularmente en la italiana, es práctica común la sección de Religión que, generalmente, aparece como una subsección de Sociedad. Y quienes se dedican a ese tipo de informaciones trabajan adscritos a esa sección, “aunque en número cada vez menor como profesionales de plantilla”.
Todavía en 2008, algunos diarios madrileños como el ABC o, en Barcelona, La Vanguardia tenían un cintillo de Religión en la edición dominical. ABC encartaba también el cuadernillo Alfa y Omega editado por el arzobispado de Madrid.
No se encarta en los diarios capitalinos, pero la Arquidiócesis Primada de México edita también un semanario: Desde la fe. A partir de enero de 2019 el antiguo boletín comenzó una nueva etapa con formato de revista a todo color, y un tiraje de 18 mil ejemplares que se distribuyen en las parroquias y en los centros de reclusión penitenciaria.
Por un convenio reciente con el Dicasterio de Comunicación del Vaticano, la publicación digital Desde la fe (que alcanza 160 mil suscriptores) tiene además un enlace a la edición semanal en lengua española de L’Osservatore Romano.
DIOS EN LA PRENSA
En 1997, la Revista de Estudios Trinitarios publicó un artículo de Serrano Oceja titulado ‘Dios en la prensa’, que se enfrentaba a una cita de Graham Greene aparecida en el Curso General de Redacción Periodística de José Luis Martínez Albertos, el manual de periodismo más usado en España desde 1983:
En voz de uno de sus personajes, corresponsal de guerra en Indochina, el autor de El poder y la gloria (1940) dice que a un reportero lo atonta la religión. Por eso, “…Dios sólo existe para los que escriben editoriales”.
En momentos que los periodistas nos preguntamos cómo salvar la comunicación social, Serrano apuesta por “salvar la dimensión social de la persona”. Cuando pensamos que ya no hay nada importante qué pensar sobre la comunicación, olvidamos que la posmodernidad implica, en materia religiosa, una exclusión de lo divino de la vida pública. Es parte del proceso de sustitución por parte del Estado de “las notas características tanto de la naturaleza trascendente, como fundamento del vínculo social, como de la Iglesia como institución de referencia social”.
En un proceso de creación de nuevas mitologías, la posmodernidad a través de los medios de comunicación social “ha sido protagonista de esta práctica igualadora de Dios, o de lo religioso o de lo trascendente, a los objetos del mundo vida”. Para Serrano, en los presupuestos antropológicos que subyacen a las teorías de la comunicación y a las formas de la comunicación social, y que no están alejadas de las formas de lo político y de la política, hay implícito un ateísmo.
NUEVAS NARRATIVIDADES
La teoría del periodismo como forma de comunicación social de actualidad, es una de las ciencias sociales que, como en general las ciencias humanas, están sumamente fragmentadas entre sí y dicen cosas muy distintas.
Hay quienes piensan, basándose en positivismos más o menos ingenuos, que las ciencias sociales están en un estadio infantil, es decir, que no son todavía ciencias. Cuestión falsa que no se puede sostener con algún tipo de rigor, comenta Serrano.
Y otros que, desde una perspectiva marxista, argumentan que las ciencias humanas son muchas veces “discursos de justificación de intereses, por tanto, de ideología”. Pero “si bien es cierto que hay discursos retóricos y sofísticos de encubrimiento de intereses ocultos”, no es menos cierto que “la pluralidad de significados y contenidos de las ciencias humanas actuales no es principalmente un asunto de ideologías contrapuestas”.
Para Serrano, la comunicología puede aparecer en una lista de teorías o de modelos de la acción humana, tan válidamente como otras etiquetas temáticas: sociología, economía, politología o teoría de la cultura. Mediante un trabajo sistemático de comunicación que puede ser repetido por una persona con ciertas competencias técnicas, se puede establecer una antropología, una manera de entender al hombre.
En ese marco teórico, para comprender en qué medida los medios de comunicación social representan a Dios, lo divino o el hecho religioso, debemos tener en cuenta que la ciencia de la comunicación, como cualquier otra ciencia social, renunció a la hipótesis de Dios.
Si Martin Heidegger caracterizó al hombre como un contador de historias, “las manos y las palabras han sido dos articulaciones que han hecho al hombre ser hombre. Entre las manos y las palabras está la clave del periodismo”.
Y pregunta Serrano: ¿qué es un periodista? “Una persona que cuenta historias. No una historia cualquiera; la historia del presente, de lo que interesa, de lo que representa una novedad, de lo que fascina”.
El periodista como contador de historias “es narrador, descriptor y prescriptor de voluntades y de la nueva ética de los días modernos”. No olvidemos que Aristóteles hermanó a los amantes de la historia y la filosofía en la fascinación por lo maravilloso.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.