El politólogo Gibrán Ramírez es una presencia cada vez más frecuente en los medios de comunicación: escribe en Milenio, conduce un programa en Canal 11, participa en una mesa de opinión en Foro TV y es frecuente invitado en otras televisoras y radiodifusoras.
Está lo mismo en medios públicos que en medios comerciales, y resulta interesante cómo explica el mismo académico de la UNAM que lo hayan acogido en tantos espacios: hay una cuota racial para “los prietos” y otra ideológica para los lopezobradoristas.
En la conversación que sostuvo con Gabriel Sosa Platas en la emisión del programa de este último en TV UNAM, Media 20.1, del 4 de abril de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=mg0R_LGtDts), Ramírez Reyes recuerda el sticker que le hizo Carlos Bravo Regidor en el que el politólogo aparece diciendo: “Buenos días, golpistas”.
Gibrán lo retuiteó, dice, porque le pareció simpático aunque “no deja de ser un poco perturbador que alguien se despierte pensando en mí”.
Sosa Platas, quien ha sido defensor de las audiencias en otros medios y actualmente es director general de Radio Educación, recuerda que cuando Gibrán empezó a aparecer en los medios había incluso un tema de clasismo.
Ambos estudiaron en universidades públicas, cuando el pensamiento dominante en otros sexenios era el de algunas universidades privadas. No significaque no hubiera habido voces importantes en la UNAM o en otras universidades públicas, pero se privilegiaba a los egresados de las instituciones privadas que reflejaban un cierto punto de vista. “Y esa superioridad se sigue manifestando”, apunta Gibrán.
Carlos Bravo Regidor creó esa pegatina porque “estaba enojado”. Había hecho “una desacreditación no solamente del gobierno en un artículo en Expansión, explicando que había información de abajo que desmiente al gobierno pero también a la Organización Mundial de la Salud que ha reconocido al gobierno de México”.
Pareciera que la comentocracia siente que “hay una gran conspiración, incluso con tintes internacionales, para someter a los liberales mexicanos. Y eso no deja de ser gracioso”, observa Ramírez.
LA CUOTA RACIAL
“Los medios tienen otro ritmo histórico al que ha tenido la política. Aunque la opinión pública en general se haya transformado, la opinión publicada sigue bastante igual.Yo estoy en varios medios, también porque soy una cuota: un simpatizante del presidente, una persona de la universidad pública, alguien de izquierda, uno de los pocos prietos que aparecen en televisión nacional”.
Es una manera de actualizarse del sistema, pero la mayoría de los opinadores –y esto no es culpa de los medios de comunicación, sostiene Ramírez– siguen defendiendo puntos de vista que han sido superados, derrotados y que ocupan ahora una minoría social.
“La paradoja es que hay un bloque social mayoritario, por lo menos superior al 50 por ciento de la población, que opina de cierta manera, con ciertos valores (cree, por ejemplo, que el Estado debería garantizar mínimos de bienestar y que deben ponerle límites al mercado, los trazos más gruesos del programa obradorista), pero en los medios de comunicación tenemos probablemente un 70 u 80 por ciento de opinadores y editorialistas que está en contra de esos nuevos valores que se han asentado socialmente”.
NEOLIBERALISMO HEGEMÓNICO
Sosa Platas acota que las plumas prácticamente no han cambiado en la prensa nacional. Y aunque se han incorporado nuevas voces como es el caso de Gibrán, son excepciones a la regla.
“Somos poquitos yeso tiene que ver también con esa inercia ideológica generalizado pues, incluso en nuestra Universidad Nacional, en nuestra facultad de Ciencias Políticas, el neoliberalismo se hizo hegemónico”, enfatiza el invitado.
De este modo, “las maneras más pobres de ver a la política como la teoría de la transición a la democracia, y que todo eran reformas electorales y ahí se concentraba todo lo importante de la vida política, se volvieron dominantes. Mientras quienes tenemos un punto de vista alternativo,íbamos a contracorriente”.
“Pero entonces cambió el ánimo social y los medios de comunicación necesitaban encontrar más plumas, más voces de este lado. Y se encontraron con que no hay porque la mayoría de quienes se formaron para estar en la opinión pública,tuvieron que legitimarse ante ese grupo: era obligado formar parte de un grupo, tener un cierto tipo de opiniones, unos ciertos amigos y moverse en ciertos circuitos para estar en las burocracias de los organismos autónomos.
“Toda la formación de esa élite de la opinión publicada empezó a darse por esos circuitos, y ahora que cambió la correlación de fuerzas se rompió. No hallaban de dónde sacar nuevas voces, y entonces yo he sido beneficiario de eso”, reconoce Gibrán Ramírez.
LA GUERRA DE GALIO
Si bien ahora que se volteó la tortilla lo acusan de ser complaciente con López Obrador, Gibrán se reconoce como alguien que apoya al Presidente la República contra el poder:
“Haber ganado el gobierno no es, desde luego, haber tomado el poder. Y los grandes poderes de hecho siguen siendo los mismos.Antes teníamos un gobierno federalque trabajaba para las farmacéuticas y para los grandes poderes internacionales financieros, para una serie de factores reales de poder internos y externos que lo utilizan como instrumento.
“Ahora tenemos una pequeña cuota de poder, la del Estado que se va a contra estos aparatos. Y lo de las farmacéuticas ha sido muy importante, muy sonado, tanto que se ha vuelto tema el desabasto que existe desde hace muchos años, pero en la actual coyuntura parece que se hubiera inventado lo que antes se callaba, y se muestra como si fuera una ineficiencia o una corrupción del gobierno actual.
“Claro, se siente mucho eso de ser minoría. Son espacios de los que uno no es natural, y te lo hacen sentir. Pero como a mí no me interesa formar parte de esa casta y de esos circuitos, voy además como un observador antropológico para ver cómo se comportan ciertas figuras que siempre me causaron interés, algunos con admiración.
“Hay algunos de los intelectuales del viejo régimen que me parecen brillantes, como Héctor Aguilar Camín, cuya novela La guerra de Galio es un retrato imprescindible de las cosas que no puede decir un periodista de las que muchas veces se entera, y un análisis más cercano del poder que el que hacen muchos politólogos que entienden mucho de ciencia política pero poco de política real.
“Estar cerca de algunos de esos personajes en estos espacios, conocerlos, es interesante.Y ver también a otros que no me caen bien, sino todo lo contrario,ver cómo actúan, cómo se desempeñan personajes como Carlos Marín que me cae muy mal. Está en Milenioy hemos tenido algunos roces por ahí, pero es interesante porque también llega uno a romper ese consenso implícito que ni siquiera se nombraba y que era imposible de romper”.
RELEVO GENERACIONAL
En Milenio, por ejemplo, hubo un cambio generacional en la dirección, como se está dando en otras empresas como Grupo Radio Centro, apunta Sosa Platas.
Y eso trae cambios que posibilitan nuevos debates, añade Gibrán. Hay que aprovechar esos cambios, aunque siguen siendo lentos están abriendo pequeñas ventanitas para llegar a una pluralidad mayor:
“Yo siempre cuestiono del relato de la transición a la democracia, donde se suele decir que vivimos una época de florecimiento de la libertad de expresión.Y puede ser que en unas cosas sí, pero yo digo que sobre todo eso es una ilusión chilanga, porque se publicaba La Jornada y no pasaba nada. Cuando ganó Fox apareció don Julio Scherer en las pantallas de Televisa entrevistando al subcomandante Marcos, escenificando la pluralidad.
“Pero, al mismo tiempo, en estos años de la democracia ha habido más periodistas desaparecidos y asesinados que en el viejo régimen.Eso pasa sobre todo en los estados.
“Es importante celebrar los espacios que se están abriendo, luchar por meter nuevos temas y nuevas voces, pero no olvidar que es una partecita del debate público. Los medios de comunicación del país no son los medios de comunicación de la Ciudad de México”,sentencia Ramírez Reyes.
YSosa Platas agrega que es necesario democratizar en general a los medios, fortalecer a los medios públicos, que cumplan su visión y misión de medios plurales, diversos e incluyentes.
NO HACER CASO A CUALQUIERA
Finalmente, ¿cómo leer a los analistas políticos en el contexto de la pandemia? Gibrán Ramírez contesta:
“El público tiene que saber que los analistas políticos hacen política.Y quien diga que es neutral es, solamente, porque no está poniendo sus valores sobre la mesa.
“Contra la opinión de esas voces, hagamos caso a los que saben, hagamos caso a los científicos del gobierno mexicano que están muy acreditados.De lo contrario, nos vamos a poner en riesgo y vamos a generar un pánico que puede traer consecuencias más catastróficas que el propio virus”.
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