1.-UNA VIOLENCIA LLAMADA: VECINOS
Todas las mujeres deberíamos sentirnos seguras en nuestro espacio primario, nuestra casa. El problema estaba latente desde antes de la pandemia. Nuestro país se encontraba en el hartazgo de los feminicidios y gritaba, “Ni una más”; ahora, el semáforo se ha disparado, puesto que muchas de ellas habitan con sus verdugos en lo tan mencionado como violencia familiar. En mi caso, a pesar de que muchos de los que me conocen me ubican por ser una mujer fuerte, mi pesadilla solo la divide un muro. Comenzó hace 20 años con una familia entera, a la cual tengo como vecinos.
Hace 15 años atrás interpuse, a mis “maravillosos” vecinos, una demanda ante la fiscalía por allanamiento de morada y daños a mi automóvil. Aparentemente se calmaron con la denuncia anterior y me marché para España cuatro años con una beca para estudiar mi doctorado.
Todo parecía estar más o menos bien, aunque los roces persistieron. Hasta que, un día de agosto al regresar de entrenar, después de una larga jornada laboral, me percaté que mi cactus exótico con medidas de 1.90 c.m de altura y que había sembrado 19 años atrás ya no estaba. Mi vecina por órdenes de su marido había decidido cortarlo alegando que le habían arañado un carro. Por lo anterior, interpuse una demanda ante el Juez Cívico. Con base en las pruebas que presenté, se calificó de legal mi queja ostentada. Por lo cual, el Juez Cívico brindó una audiencia pública a mi favor tres resolutivos en contra de mi vecina.
Dicen que hay que denunciar, pero hay seres humanos a los que el desarrollo de su sistema cognitivo no les ha terminado de madurar aún. Desde septiembre del año pasado, las represalias por parte de la pareja aumentaron en mi contra. Aclaro con correcta conciencia que ahora soy una mujer con miedo, que temo por mi integridad y que vivo sola. Lo único que deseo y pido es que dejen de molestarme, solamente quiero VIVIR, y hacerlo como la mujer que soy, libre.
2.-
AMENAZAS Y DAÑOS
La mañana del domingo, Día del Padre, yo estaba llegando a mi casa en otro automóvil, cuando me percaté que mi vecino, quien venía en su camioneta, se dio la vuelta y le hizo señas a su hija, quien conducía una Tucson, para que se estacionara justo en donde yo tenía mi carro aparcado, en la puerta de mi casa. De repente, ella impacta su furgón contra de mi carro. Yo avanzo en el carro y le digo que por qué había golpeado así mi carro, que lo moviera hacia atrás o llamaría al 911. Acto seguido, su padre comienza a gritarme con palabras altisonantes y me dice que me mandará hacer pedacitos. Con todo lo anterior, aclaro que esta es la tercera vez que me lo dice (hacerme pedacitos como a mi cactus, a machetazos), porque en el mes de marzo le dije que quitara una cámara de seguridad que tiene apuntando hacia adentro de mi domicilio.Por lo que me vi obligada a poner una demanda ante la Fiscalía. Me siento acosada, ansiosa y desesperada ante la lentitud del sistema, lo que hace que viva aún con más miedo. Quiero aclarar que estoy convaleciente tras haber pasado por dos cirugías. La violencia no respeta en dónde vivas, tus sueños e ilusiones, y mucho menos tú libertad, como ser humano y como mujer menos. Hay una frase de un gran filósofo que repito cuando me preguntan cómo erradicar el machismo, al menos en Colima en donde lidereamos en feminicidios y violencia intrafamiliar. “¿Cuándo debo educar a mi hijo? 20 años atrás. Antes de que nazca. La educación comienza con uno”. Asimismo, agradezco a la licenciada que me acompaña por parte Del Instituto Colimense de las Mujeres del Gobierno del Estado de Colima. En los días que fui, me di cuenta de que hay casos peores. Mujeres violentadas que sufren en silencio. Espero que mi caso se resuelva pronto, y poder vivir en paz hasta que la igualdad para nosotras se convierta en eco, eso le pido a la directora del Instituto, Lic. Mariana Martínez Flores.
Por todo lo anterior, cualquier cosa que ocurra sobre mi persona hago responsables a este señor, a su esposa e hija. La situación no es huir, porque una licenciada de la fiscalía me aconsejó, si tiene tantos problemas con su vecino venda su casa. En estos momentos me pregunto, ¿Cuántas mexicanas tuvieron que abandonar sus hogares y aún así están muertas o desaparecidas? Cuando hemos sufrido todo, desde pequeñas, ya no podemos perder nada.
Hoy alzo mi voz, con un miedo que lograré superar, pero intentando vencer a ese monstruo llamado violencia de género, porque sí, nos atacan a las mujeres por el mero hecho de serlo. Porque nos etiquetaron despectivamente como “El sexo débil”, pero no me acallarán. Uniendo las voces de todas lograremos acabar con las agresiones que vivimos a diestra y siniestra. No podemos permitir que la autonomía de las mujeres se vea coartada por quienes nos miran desde el machismo de un sistema patriarcal reproducido durante siglos. Desde mi indignación, que es la de muchas mujeres también, digo con profunda rotundidad que es el momento de cambiar el rumbo y de convertir nuestra aprensión e indignación en el cambio necesario hacia la igualdad que nuestra sociedad necesita.
ATENTAMENTE
Dra. Nelida Jeanette Sánchez Ramos