Los conservas son muy mentirosos y muy mañosos, son muy demócratas según ellos mismos , pero sólo cuando ganan. Si ganan otros, no. Su empeño del momento, consiste en convencernos de la necesidad de crear contrapesos al gobierno del Presidente López Obrador porque en el fondo, lo que desean es contar con una mayoría en la Cámara de Diputados para parar los procesos de la transformación desde allí. De ese modo, volverán los contratos y negocios que tantas utilidades les han dejado.
Su estrategia incluye convencernos de que todo lo hecho por el gobierno encabezado por López Obrador está mal y que todo lo hecho nos encamina al comunismo para transformarnos en un país que sería como mitad Cuba y mitad Venezuela, hablan de que seríamos la Venezuela del Norte. Todo con base en mentiras y con argumentos y razonamientos falsos. López Obrador es lo peor que nos ha pasado y en el peor momento, resumen.
Pero esa la decisión de crear o no contrapesos que quieren y como los quieren, debe ser nuestra y no de ellos. Los contrapesos existen en nuestro país, y se encuentran perfectamente definidos y establecidos por la Constitución. El poder legislativo es independiente del ejecutivo y corresponde al pueblo entregarlo el próximo domingo, a diputados afines o contrarios al Presidente de la República. Si elegimos candidatos que se conviertan en diputados afines al Presidente, estaremos creando, en vez, en un contrapeso al poder económico que detentan los conservas. Les impediremos así, o al menos les dificultaremos que continúen sus negocios leoninos y ventajosos en contra del erario, es decir, en contra de la hacienda pública.
Los ciudadanos tomamos decisiones todos los días, y no necesariamente son para construir contrapesos o para conservar los balances, y muchas veces tienden a lo contrario. Por ejemplo, y considerando los gustos y costumbres de Colima, cuando se efectúan reuniones familiares o con amistades y se quiere compartir la comida es muy posible que se decida asar carne y se busque un balance con frijoles, aguacate o guacamole, salsas y tortillas e inclusive puede buscarse la variedad y asar carnes de res y cerdo y hasta pollo, salchichas, chistorras y chorizos o longaniza. Pero es igualmente posible que tomemos la decisión de comer pozole y eso no lo balanceamos con nada, sólo lo comemos con sal y limón. Y ese balance, entonces, no es bueno ni malo, es nuestra decisión como también lo pudiera ser el comer sólo carne asada o bien, comer pozole, con tortillas, guacamole, frijoles y chorizos. Es decisión de cada quien. Nada ni nadie obliga a que haya balances, mezclas o contrapesos.
La decisión es nuestra como lo es votar por los candidatos de uno u otro partido y la decisión debe depender de qué queremos y ya no depende de definiciones de izquierdas o derechas, que son conceptos más bien, pasados de moda, sino en el fondo, de si deseamos que continúe la transformación o que regresemos al neoliberalismo del que intentamos escapar. Los conservas que tantos males nos han causado y desean ocasionarnos más, intentan convencernos de regresar a lo de antes y que para que logren sus objetivos, votemos por los candidatos del PRIAN o por los de Movimiento Ciudadano, que son lo mismo, pero más baratos. Insisto en que los candidatos que nos propone la oposición son como adquiridos en un outlet, porque nunca dejan satisfechos a quienes los compran.
Los votantes muchas veces no meditan y prefieren hacer caso a quienes promueven los conservas, muchas veces alegando el voto útil (a sus intereses), porque buena parte de los integrantes del padrón electoral padecen el Síndrome de Estocolmo. Se enamoraron de quienes los secuestraron, de quienes los castigan, los expolian y los sometidos desean tenerlos contentos a sus explotadores para que no se enojen, porque temen que los tratarán peor.
Cuando decidimos nuestro voto , debemos meditar qué queremos, qué nos conviene, y eso, no es necesariamente lo que les conviene a otros, sobre todo cuando los conocemos y sabemos cómo han gobernado y la manera cómo han antepuesto sus intereses a los de las mayorías. Cada voto que apoya a los candidatos conservadores es un voto en contra del pueblo, un voto en contra de nosotros mismos. ¿Es eso lo que queremos? ¿Así creemos que encontraremos nuestra felicidad? El que junta estas letras, está convencido de que no.
Nadie debe dejarse guiar por otros. La decisión es de cada uno de nosotros. En un país democrático, las decisiones son tomadas por las mayorías y las minorías deben acatar esas decisiones, aunque no les gusten. Los conservas deben aceptar, aunque no les convenga y no quieran, que la mayoría de los mexicanos, decidimos ir por el cambio del cambio y que ese fue el mandato que entregamos en las urnas hace tres años y que ese es el mandato que refrendaremos el próximo domingo. No es una cuestión de nombres sino de programas. No es cierto que quienes amamos a Colima debamos votar por los conservadores, sino al contrario. Nos quieren convencer que debemos elegir entre libertad y dictadura y que los conservadores son la libertad, pero eso tampoco no es cierto. Así hacen ahora sus campañas en todo el mundo. España, Ecuador o Perú, junto con México son ejemplos recientes de esa sincronización de sus luchas, sobre todo los ultra conservadores, que son fundamentalistas.
Hay mucho ruido porque los conservadores ahora resultan más ruidosos que hace tres años. No son más que entonces, simplemente hacen más ruido. Las decisiones están tomadas por cada uno de nosotros, las elecciones ya están decididas. El próximo domingo sólo depositaremos nuestros votos y después nos enteraremos del resultado de las decisiones de todos. Ya no hay más que hacer, por más desesperación de los candidatos que serán derrotados, ya no hay más que hacer.
Los que publicaron encuestas falsas ya buscarán la forma de explicar a sus seguidores por qué no se materializaron sus mentiras, por qué crearon expectativas falsas. Insisto, las decisiones ya están tomadas.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana y no se olviden de votar el domingo. Que sea por el bien de las mayorías.