Entre los elementos económicos para medir y regular el desarrollo de un país está el crecimiento, observa el periodista Ernesto Ledesma. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que el producto interno bruto no necesariamente debe ser el principal indicador del desarrollo, sino que debemos medirlo por el bienestar.
Esta mirada rompe el esquema de las anteriores administraciones. Aun así, ¿se puede seguir diciendo que corresponde a una política neoliberal?, pregunta el conductor de Perspectivas, uno de los programas de Rompeviento TV, durante la emisión del 9 de diciembre de 2021 (https://www.youtube.com/watch?v=1WLFWOCbPrI&t=46s).
Y responden tres de los 19 coautores de La economía de la 4ª. Transformación (Juan Pablos Editor, 2021) que abordaron en el libro la cuestión de qué tan neoliberal es el gobierno de López Obrador: Violeta Núñez Rodríguez, investigadora de la UAM-Xochimilco y coordinadora del volumen; José Gandarilla, académico de la UNAM; y Arturo Huerta, profesor del posgrado en la Facultad de Economía de esa misma casa de estudios.
Al respecto, Arturo Huerta señala que “un presidente no debe saberlo todo, pero justo por eso debe rodearse de gente con conocimiento. Carlos Tello me platicó que, en el gobierno de José López Portillo, cuando se reunía el gabinete económico había fuertes discusiones entre una corriente y otra, sin embargo, después del debate el presidente tomaba decisiones. Lo mismo hacía Echeverría. Pero el presidente López Obrador parece tener el conocimiento absoluto, no escucha a nadie”.
“En su equipo económico todos son neoliberales. Y cuando dice que el producto interno bruto (PIB) no debe ser el principal indicador sino el bienestar, olvida que el bienestar se traduce o es resultado de condiciones para un empleo bien remunerado. Su visión de ‘primero los pobres’ es insuficiente. Por más política social, la pobreza sigue creciendo.”
Cada gobierno incrementa la política social: López Obrador gasta más que Peña Nieto y éste gastó más que Calderón, y aquél que Fox, y el otro más que Zedillo. Pero los pobres siguen creciendo porque las políticas neoliberales de libre mercado han predominado, sostiene el doctor en Economía por la UNAM.
POLÍTICA DE EMPLEO
“El tratado de libre comercio ha hecho que, en dos años, tengamos menos industria y menos empleo formal –subraya Huerta–. Menos empleo productivo bien remunerado nos ha llevado a tener más desempleo y, con ello, menores salarios. Todo aunado a una política de altas tasas de interés y austeridad fiscal. Si quiere poner primero a los pobres, tiene que tener una política de empleo. Y este gobierno no la tiene.
“Esas políticas sociales benefician a quienes reciben los subsidios, pero no contrarrestan la pérdida de ingreso que tienen los desempleados ni los malos salarios de los subempleados. Por eso, el consumo actualmente está por debajo de 2019.
“López Obrador señaló que se lograron recuperar los empleos perdidos durante la pandemia, y que el empleo formal está ahora casi 400 mil puestos de trabajo arriba de lo que estaba antes del covid. Pero eso es porque se regularizó en cierta medida el outsourcing, y gran parte de la terciarización pasó a ser empleo formal. No fue creación de nuevo empleo, el desempleo y el subempleo siguen tal cual. De ahí, repito, la contracción en la demanda, el estancamiento económico y el creciente número de pobres que el Coneval nos reporta.
“Un gobierno debe tener una política de empleo para contratar a aquel que busca empleo y no lo encuentra. El sector privado no crea un empleo si este trabajador no le reditúa ganancias mayores a lo que va a gastar en su contratación. El único que puede crear empleo sin fines de lucro es el gobierno, y el de la 4T no lo hace por su política de austeridad fiscal de no endeudarse, lo que nos ha llevado a una contracción económica tremenda el año pasado y quién sabe hasta cuándo podamos recuperar los niveles existentes en 2019”, critica Huerta.
ELEVADO GASTO SOCIAL
Violeta Núñez se pregunta si la de Arturo Huerta es la manera correcta de interpretar la política de austeridad en este gobierno. “Si bien se ha adelgazado al Estado, este recurso ha ido a parar a los programas sociales. Hablamos de casi 1.5 billones de pesos en este sexenio, que no tienen comparación con los gobiernos anteriores, aun cuando este gasto social haya ido creciendo con cada presidente”.
Y otra duda que tiene la doctora en Desarrollo Rural es respecto a la decisión, en este contexto de austeridad, de desaparecer algunas subsecretarías, entre ellas la de Minería que benefició de manera abrumadora a la política neoliberal y gestó a los hombres más ricos de México.
¿Cuál es el balance de estas acciones emprendidas por el gobierno de la república?, pregunta Núñez Rodríguez a sus contertulios.
José Gandarilla considera que, en estos dos casos, estamos ante una condición diferente a la que se critica en términos del modelo de austeridad fiscal.
“En efecto, bajo el neoliberalismo se ha constituido prácticamente un austericidio en los términos que plantea el consenso de Washington respecto al achicamiento del Estado”. Sin embargo, el proceso de la 4T es diferente: busca una racionalidad en el gasto y pretende ahorros en aquellos espacios donde había excesos y ciertas condiciones para economizar, orientando ese gasto excedente a otros nichos.
“Evidentemente, todos esos recortes generaron incomodidad en los sectores que se sintieron afectados. Pero convierte a la idea de la austeridad republicana en un desafío interpretativo”.
Así como Huerta defiende –tanto en su artículo del libro como en la exposición de este programa especial de Perspectivas– la teoría monetaria moderna, señalando el horizonte poskeynesiano hacia el que debería caminar este gobierno, hay una línea en economía que interpreta el modelo de austeridad –esa política de racionalidad en el gasto– por sus efectos virtuosos en la valoración para una inversión futura.
“Alguien se preguntaba en el posgrado de Economía de la UNAM cuándo aparecerían los alesianos para defender la austeridad en el modelo de la Cuarta Transformación. Y es que Alberto Alesina, el ya fallecido autor italiano que estuvo involucrado en los procesos posteriores a la crisis de 2008 en Europa, hablaba de la austeridad expansiva.
“La 4T tiene esta visión respecto a sectores en el gobierno y también en los organismos autónomos, donde se ha generado un gasto excesivo que podría ser canalizado hacia sectores prioritarios. Este gasto oneroso dejó al país en ruinas –el Estado mexicano es casi un queso gruyere– y a las empresas estratégicas muy lastimadas en sus finanzas.
“Por esa razón, los 1.5 billones de pesos que señala Violeta Núñez es, prácticamente, el horizonte de movilidad que tiene el Estado y que orienta hacia sus programas sociales prioritarios”, sostiene este doctor en Filosofía Política por la UAM-Iztapalapa.
DISMINUIR LA DEUDA
“Además, tiene que rescatar a la empresa petrolera y a otras paraestatales estratégicas –sigue diciendo José Gandarilla–. Lo que ha significado gastos reales en recursos líquidos para evitar que las propias calificadoras empiecen a maltratar la acreditación del país. En este último año se comprometieron tres mil millones de dólares para ese tipo de políticas.
“¿Y de dónde va a salir ese dinero? Me parece que la política lopezobradorista de no endeudamiento externo, es correcta. Mi colega Huerta piensa que no, él considera que el Estado debe acudir a ese tipo de mecanismos para favorecer el crecimiento. Y que el ahorro también tendría que orientarse al apoyo de la inversión privada.
“A mi ver, el esquema está bien orientado, hay que evitar el endeudamiento porque nuestro país se sobreendeudó con los gobiernos neoliberales, y tiene que llegar un momento en el que ese criterio se tiene que imponer en términos de qué tipo de economía puede funcionar con un horizonte de endeudamiento como el que nos dejaron a nivel nacional y en las entidades federativas. En ese sentido, la posibilidad de caminar con una economía que no se endeude es un gran desafío, pero la cuestión de si es factible o no realizarla se tiene que someter a una discusión pública”, opina Gandarilla.
DEUDA A TASA CERO
En la administración de López Obrador se ha intentado, en su forma y modo, regresarle la rectoría de algunos programas (energéticos) e instituciones de gobierno (salud, por ejemplo) que el Estado había perdido con el modelo económico de las administraciones anteriores, observa Ledesma. ¿Ese esfuerzo corresponde a un modelo neoliberal?
Huerta aprovecha la pregunta para hacer varias precisiones:
Primera, “no hay que evaluar la política fiscal en función del equilibrio fiscal o el nivel de endeudamiento, sino en torno a su impacto sobre la actividad económica. Si como consecuencia de ella, están cayendo las exportaciones, el consumo o la demanda y la inversión en el sector privado, entonces el gobierno tiene que gastar más de lo que recauda y trabajar con un gasto público deficitario, para cerrar esa brecha y poder impulsar la actividad económica. Para ello tiene que actuar de forma contracíclica, porque la racionalidad del gasto para nada ha servido. Ahí está la caída de la actividad económica que venimos arrastrando de 2019 a la fecha”.
Alesina, por cierto, fue un economista neoliberal que estaba por más mercado y menos Estado. “Y una cosa que no hizo el gobierno el año pasado fue rescatar a las empresas que quebraron. Dejó que se las arreglaran por sí solas alrededor de un millón de empresas. Eso es no saber de economía: un gobierno tiene que preservar la capacidad productiva, porque con la quiebra de empresas y la reducción de la inversión pública y privada disminuyó la capacidad productiva y el crecimiento potencial de la economía, es decir, se redujo la capacidad de generar riqueza, empleo y crecimiento. Vamos a un estancamiento prolongado, con una inflación por varios años”.
“Yo nunca he dicho que hay que endeudarse en dólares, jamás. Siempre me he opuesto al endeudamiento externo. El gobierno debe, en dado caso, endeudarse en su propia moneda. Así no tiene problema alguno de financiamiento. He venido señalando que el banco central debe comprarle deuda al gobierno a baja tasa de interés, como hicieron todos los bancos centrales a nivel mundial el año pasado. Los gobiernos trabajaron con gasto público deficitario y los bancos centrales les compraron deuda, a una tasa de interés cercana a cero, para que pudieran combatir la pandemia y crear condiciones de empleo y crecimiento económico. De esta manera, la economía crece. Y como la recaudación sobrepasa ese cero por ciento en la tasa de interés, no hay problema alguno con ese endeudamiento. Tal cosa no aconteció en el país.
“Con respecto a la pregunta de si dicha política corresponde a un modelo neoliberal, estoy de acuerdo. En mis artículos he venido impulsando la necesidad de que el Estado retome los sectores estratégicos. He dicho que el gobierno se ha quedado corto con la CFE y con la reforma eléctrica que se planteó. Señalé que López Mateos, siendo un priista, nacionalizó al 100 por ciento la industria eléctrica. Mientras que López Obrador sólamente contempló el 54 por ciento. ¡Iba a ser una reforma a medias!”, sentencia Huerta.
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