¿Qué peso tienen en México cuentas de Twitter como la de Tumbaburros?, le preguntan los moneros de El Chamuco TV a Julián Macías Tovar, especialista español en análisis de los discursos de odio en las redes sociales.
“Es un caso especial. Ya hablé [en entregas anteriores de esta misma columna] de CLS Strategies y cómo operó en contra de los gobiernos de México y Venezuela o a favor del golpe en Bolivia, con fenómenos tan curiosos como la creación de más de 100 mil cuentas falsas. Muchas de las que se crearon en México alimentaron de seguidores a las cuentas golpistas en Bolivia durante una semana. De hecho, en mis análisis de redes, encontré coincidencias que no pueden ser casualidad:
“Por ejemplo, el primer análisis que hice en México fue sobre el hashtag AMLOVeteYa. Curiosamente, en España ya habíamos visto operar otro casi simultáneamente contra el jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, por gente del entorno de seguridad: #SánchezVeteYa. Y vimos ondeando en los coches las mismas banderas que en México contra el gobierno de izquierda, porque es el mismo guión.
“En México, las dos cuentas más retuiteadas en ese momento, hace más de dos años, fueron Tumbaburros y la de FRENAA (Frente Nacional Anti AMLO), cuyo único objetivo era que el presidente López Obrador dimitiera en seis meses. Y al analizar la cuenta de Tumbaburros con una herramienta para ver su crecimiento, vi cómo agregaron cien mil seguidores justo la misma semana que crecieron en cien mil seguidores las cuentas que legitimaron el golpe en Bolivia. Tiene sentido porque la misma empresa organizó todo: CLS Strategies. Y así como operó una estrategia digital en el marco del golpe de Estado en Bolivia, creó también cuentas falsas para desestabilizar al gobierno de AMLO.
“Si el hashtag paradigmático es #AMLOVete, está claro que la misma empresa alimentó no solamente el crecimiento sino los retuits artificiales tanto en México como en Bolivia. Pero la guinda fue cuando la dirigencia de Vox, un partido de ultraderecha que está muy vinculado a Atlas Network [una red de organizaciones indirectamente financiadas por la CIA], vino a México y una de las personas que los recibió fue precisamente Jesús Rendón, el Tumbaburros.
“Rendón se presentó entonces como un troll star cuando, en un principio, nadie sabía quién era. De hecho, se decía que Tumbaburros era el hijo de Felipe Calderón, pero resultó ser el amigo del hermano de ese expresidente. Apareció en el acto de Vox y tomó el micrófono para decir: “Señores, vamos a ganar porque es el plan de Dios”, con lo cual evidenció su vínculo con El Yunque.
“No solamente eso, también vimos que Tumbaburros es colaborador de un medio que se llama Estado de Alarma, creado durante la pandemia para difundir noticias falsas”. Eso significa que, cuando hay que hablar mal de México, Tumbaburros especula lo mismo de covid que de elecciones.
“En resumen, hay una red internacional que opera de Bolivia a México y de aquí a España, pero en realidad trabaja en todo el mundo”, comenta Macías.
ODIAR ES HUMANO
En la emisión del 19 de junio de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=0jeGWlK6bC8&t=9s) del programa que conducen [Rafael Barajas] El Fisgón, [José] Hernández y [Rafael Pineda] Rapé, el director del observatorio Pandemia Digital explicó cómo todos esos personajes que participan en las campañas de desinformación en América Latina siguen el principio de trasposición: acusar a los demás de lo que ellos son. “En el caso de México, denuncian que los apoyadores de López Obrador hacen exactamente lo mismo que ellos: acosar en las redes a sus adversarios.”
Las investigaciones que Macías ha hecho a lo largo de su trayectoria profesional le dejan claro que el uso de bots, la difusión de mentiras y las campañas de odio se dan en todas partes. Es una cuestión humana y, más cuando hay una circunstancia polarizante, es fácil caer en los extremos. Los principios psicológicos que convierten al odio en un detonador emocional operan a nivel global.
“Seguramente hay alguien en el entorno de AMLO que lo defiende con mentiras e insultos, porque lo más sencillo para cualquiera es sumarse a esa dinámica. He visto el uso de insultos en todo el espectro ideológico, aunque personalmente detesto el uso de descalificativos. Sin embargo, una cosa es que por un sesgo psicológico caigamos en esas trampas y, otra, que haya un método para sembrar odio. Un sistema financiado y pagado por empresas a las que se les ha pillado trabajando de la misma parte y contra las mismas dianas.
“La clave para entender la diferencia es que las élites económicas (más que la derecha) operan las mentiras como método. En el otro polo del espectro he encontrado estas acciones, por supuesto, pero a escala menor. Difundir noticias falsas cuando van a favor de mis intereses y en contra de lo que detesto, es una tendencia natural. Otra cosa es que haya empresas y gobiernos que lo financien y lo multipliquen, creando por ejemplo 100 mil cuentas falsas para insultar y manipular imágenes durante el golpe en Bolivia.”
ASFIXIAR AL ADVERSARIO
Quienes, como los chamucos, han sido víctimas de estas campañas de violencia digital, detectan dos estrategias para inhibir la participación en Twitter: una consiste en provocarlos con insultos para que respondan y, entonces, poderlos acusar de ser más violentos que el agresor; la otra, mantener el bombardeo hasta que el blanco decida ya no participar en redes.
“Está en el manual de ejecución de este tipo de campañas. De hecho, en la contienda por la presidencia de Chile, Gabriel Boric hizo una campaña paradigmática por el uso de ‘la franja’, esos 15 minutos de televisión que, desde el plebiscito por el Sí o el No a Pinochet, se dan en todas las elecciones para que los partidos difundan su publicidad política.”
Como candidato de la izquierda, Boric lanzó una campaña contra el abanderado del Frente Social Cristiano (de extrema derecha), José Antonio Kast, con el tema de Pinocho. Era un doble juego de palabras: Pinocho por mentiroso y por ser ideológicamente cercano a Augusto Pinochet.
Cobró fuerza el tema de la mentira porque mucha de la gente en el entorno de Kast, fueron voces que en otra época defendieron los fusilamientos de Pinochet o negaron el derecho al voto de las mujeres. Y cuando Kast negó compartir las viejas ideas de quienes eran sus principales aliados, no faltó quien lo evidenciara recordando mensajes que habían recibido de su equipo de campaña vía WhatsApp. Esa incongruencia acabó dividiendo a la gente de derecha.
“Entrevisté a un youtuber que estuvo operando en favor de Kast aun sabiéndose liberal, en el sentido de estar a favor de los derechos lgtb y del aborto. Me confesó que, cuando llegó a la campaña, se sorpendió al ver que todos eran unos nazis y salió de ahí corriendo. Él me contó cómo funcionaban los manuales:
“Primero, si había que hablar de un tema todos los youtubers hablaban de eso aunque fuera mentira. Igual pasaba a la hora de difundir noticias falsas. Pero el elemento crucial era el acoso, es decir, señalar a alguien para que cuando hiciera una crítica que pudiera hacer daño, intentar silenciarlo. La palabra oficial es asfixiarlo. Si una protesta callejera la enfrentas con un grupo de choque que hace a los manifestantes tener miedo y huir, en las redes sociales se hace lo mismo. Hemos visto a mucha gente salir de Twitter”, comenta Julián Macías.
CARRERA DE RELEVOS
La gente piensa en bots, pero muchas veces lo que vemos actuar son trolls. Bots son cuentas automatizadas que no piensan, explica Macías. En cambio, un troll center o agencia de comunicación como también lo llaman, opera con muchas cuentas reales pero articuladas de manera artificial.
El uso de troles tiene dos vertientes: “una sería el típico troll que incita, miente e insulta para ver si provoca una reacción; y está lo que llaman el soft puppet, un usuariomuy amable que se hace pasar por otra persona. El típico: ‘Llevo 40 años votando a la izquierda, pero en esta última elección voy a votar a la ultraderecha’. O el supuesto cliente que dice: ‘Es la primera vez que uso sus servicios, pero a partir de ahora siempre voy a recurrir a su empresa’”.
Hay agencias de comunicación que pueden controlar cientos de miles de cuentas automatizadas, pero hay otras que en una sala tienen a 40 personas manejando 50 cuentas cada una, es decir, entre todos tienen 2,000 cuentas. “Sin embargo, uno solo de esos operadores con sus 50 cuentas puede acosarte al grado que percibas como si hubiera una conversación mayoritaria en tu contra, cuando no es más que una orden para que 50 personas supuestamente distintas escriban contra tí. Si bloqueas una, el operador cambia de cuenta y vuelve a escribir la misma frase”.
“Un truco para saber cuando es una misma persona la que está detrás, consiste en detectar los errores que, normalmente, las personas cometen en materia de puntuación, gramática u ortografía. Son repetitivos y si los observas con atención, descubrirás que esas personas que ponen los mismos tres signos de interrogación para cerrar una pregunta o que ponen en mayúsculas una parte del enunciado, son una sola. Por eso tienen el mismo estilo. En México había una serie de cuentas que siempre atacaban al presidente con insultos graves, pero usaban las mismas palabras que no existen. Lo que vemos, pues, es a una persona que aplica a diferentes cuentas las fallas que como humanos todos tenemos.”
Otro truco para descubrir esas articulaciones es observar el timing: si vemos una cuenta poniendo en 30 segundos o en dos minutos 15 tuits, que luego deja de actuar y entra otra en su lugar con los mismos 15 tuits en secuencia; se calla y entra otra para que, después de diez cuentas, vuelva a empezar el ciclo, eso es artificial, sentencia Julián Macías.
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