RESPONDEN AL DUEÑO

Sentada entre dos expertos en el área de Comunicación, tanto de la teoría (el académico Fernando Buen Abad) como de la práctica (Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia de la República), la politóloga Arantxa Tirado extendió en la FIL Zócalo 2022 una mirada panorámica sobre la situación geopolítica de los medios.

Al participar en la mesa redonda ‘Medios y fake news’ (https://www.youtube.com/watch?v=MHyBQS0ERsU), la internacionalista que vino a México a promover su libro El lawfare, golpes de Estado en nombre de la ley (Akal, 2021), empezó por señalar a los medios de comunicación como actores de la reconfiguración geopolítica, en nuestro caso, de América Latina y el Caribe.

No obstante, este proceso no se da exclusivamente en una región donde, en los últimos años, “ha habido una emergencia de gobiernos de una plural izquierda en diferentes oleadas, aunque también con reflujos, que obviamente no se pueden explicar sin las luchas populares previas que auparon a sus dirigentes en las respectivas presidencias”.

Cada caso es pormenorizado y no es intención de Tirado Sánchez hacer un análisis de lo que han sido los gobiernos progresistas, pero sí explicar el marco para entender por qué viene la ofensiva contra esos gobiernos.

“La comunicación es un campo de batalla, y estamos ante lo que muchos analistas han denominado la guerra mediática que conecta, por supuesto, con estrategias nada nuevas de guerra psicológica. Combinadas, estas estrategias buscan conquistar las mentes y los corazones de los pueblos, disputar el sentido común y convencer a la gente de aceptar ideas que van, incluso, en contra de sus intereses de clase.

“Tal es el papel de unos medios que, por supuesto, tienen intereses de clase determinados por la lógica de propiedad que siguen los conglomerados empresariales o los fondos financieros a los que pertenecen. Obviamente, esos capitales no van a comprar un medio de comunicación para difundir las bondades del socialismo o para exaltar a los pueblos que se revelan ante el orden de Estados Unidos en la región.

“Los medios tratan, cuando menos, de legitimar el orden existente. Un orden invisible porque va con la corriente y aparenta no tener ideología. Legitiman el orden capitalista, ya que esos medios no cuestionan el injusto reparto de la riqueza ni la existencia de clases sociales. Llegan incluso a negarlo”, dice Tirado.

GUERRA HÍBRIDA

Doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Arantxa Tirado Sánchez tiene otro doctorado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, y con ese bagaje opina que “esta guerra semiótica no es solo mediática. De ahí la importancia de leer también a personas de otras áreas, por ejemplo, a los militares”.

“Sé que es un tema delicado en México donde está de moda hablar de militarización. También en España, la izquierda tiene una relación muy conflictiva con el poder militar por su participación en el golpe de Estado que produjo 40 años de dictadura franquista. Sin embargo, es interesante leer a los militares y entender cómo conciben ellos la guerra híbrida donde, según algunos teóricos, los aspectos comunicacionales son clave en la disputa por las percepciones, por el sentido común.

“Una guerra híbrida es el uso de todos los instrumentos al alcance de un actor político o militar, dependiendo quién la lleve adelante: los actores evidentes o los que están en la retaguardia buscando debilitar y desmoralizar al enemigo, en el ámbito político, militar, económico y social.

“Es una guerra no convencional que hace uso, por ejemplo, de las redes sociales como hemos visto en las campañas electorales. Los gobiernos de izquierda que llegan al poder, aun si tienen todos los resortes del poder a su disposición, se enfrentan cotidianamente a campañas mediáticas y en las redes socio-digitales, a veces con la creación de un hashtag ex profeso o, bien, generando climas de opinión a través de trolls y bots.

“El fenómeno está estudiado, no es casual. Se invierte mucho dinero para hacer creer a la sociedad, quizá no a la propia pero sí hacia afuera, en el descrédito de sus mandatarios. Y para integrar temas a la agenda que no son de los que se habla en el país.

“Es importante entender la guerra comunicacional en ese marco bélico, y tenemos un caso paradigmático: si en la región hay un país y un liderazgo que han sufrido más que nadie los ataques de la prensa, una guerra híbrida de amplio espectro en todos los frentes, son la República Bolivariana y la presidencia de Venezuela, antes con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro.

“Es el ejemplo de lo que yo llamé en un artículo (de marzo de 2019, en la revista Contexto) ‘la muerte del periodismo’. No sabemos si porque esos profesionales de la comunicación son periodistas que no tienen conocimiento o acceso a una información alternativa sobre lo que está pasando en ese país, o, sencillamente, porque como tienen determinada visión del mundo trabajan en los medios que difunden cierta narrativa.

“Lo cierto es que, así como le pasó recientemente a Cristina Fernández, en agosto de 2018 la prensa española habló del intento de magnicidio a Nicolás Maduro también como un autoatentado, diciendo que al presidente venezolano le interesaba vender al mundo la idea de que lo estaban atacando.

“Eso escribió Alicia Hernández, corresponsal española en Caracas, en una carta abierta dirigida a mí en la que pretendía aleccionarme sobre el ejercicio periodístico a raíz de unos videos que publiqué mostrando una parte de la realidad venezolana. Haciendo un ejercicio psicológico de proyección sobre su propia labor periodística, concluyó: ‘…la realidad se puede contar de muchos modos. Y contarla sesgada es mentir’.

“Aunque los periodistas muchas veces trabajamos en medios de comunicación cuyos valores e intereses empresariales no tenemos por qué compartir, cuando la línea editorial consiste en difamar o mentir, aceptar eso te convierte en cómplice. En ese ejercicio el ámbito del trabajo se vincula con la ética personal. Y ha dado lugar a grandes debates como los que ahora tenemos en el Estado español”, resume Arantxa Tirado.

MEDIAS VERDADES

Autora de Venezuela, más allá de las mentiras y mitos (Akal, 2019), por no hablar de sus coautorías en La clase obrera no va al paraíso (Akal, 2016) o Desafío, el virus no es el único peligro (Akal, 2020), en los últimos años Tirado Sánchez se ha dedicado a estudiar el tema del lawfare, la guerra judicial, una forma más del conflicto social.

“Si el capitalismo está en guerra contra los pueblos insurgentes y contra los presidentes que defienden a esos pueblos, el lawfare, esa guerra ejecutada por un sistema judicial y unos jueces determinados, no se puede entender sin ese pilar que juega un papel fundamental: los medios de comunicación responsables de generar la presunción de culpabilidad contraria al derecho de todo ciudadano, incluidos los mandatarios y los políticos, a mantener su presunción de inocencia.

“Esto se hace a través de campañas desde los medios hegemónicos, que no son sólo locales sino que se coordinan a escala global. Hay redes internacionales mediante las cuales la derecha y la ultraderecha articulan estrategias mediáticas. Estas redes son también económicas y, a veces, incluso familiares.

“De este modo, por ejemplo, lo que publica El País en España se replica en otras partes. Y ya no se diga el papel político que trata ahora de ejercer el diario, yendo a Colombia a hacer encuestas sobre Gustavo Petro o, a Chile, sobre Gabriel Boric. El País es responsable de difundir mentiras, fake news, sobre esos presidentes o sobre el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Incluso, es responsable de esparcir algo más peligroso: medias verdades, contar las cosas sin contarlo todo.

“Vi en Televisión Española cómo se hablaba de la militarización que hay en México, de las filtraciones de Guacamayas Leaks y del espionaje, pero las noticias daban a entender a una persona no familiarizada con la política mexicana, que el presidente López Obrador fue quien compró Pegasus para espiar a los movimientos sociales. En ningún momento se aclaró la versión de la 4T ni se explicó que fue en el gobierno de Peña Nieto cuando se compró el software.

“Es una media verdad, no están afirmando nada falso pero tampoco están dando todo el panorama, ni por supuesto van a explicar las noticias o lo que sucede puntualmente para que se entienda un proceso en su contexto y en su decurso histórico.

ESPIRAL DE SILENCIO

“Como ejemplos de esta guerra judicial y del papel de los medios en México, podemos pensar en la campaña electoral de 2006 y el posterior fraude. Ya se puede decir que hubo fraude en las votaciones sin que te apliquen el Artículo 33 constitucional. Hay que hablar del papel de Televisa y de la campaña de los grandes empresarios para presentar a López Obrador como ‘un peligro para México’. Por no mencionar el tema del desafuero y la filtración de los videos que grabó Carlos Ahumada dándole dinero a René Bejarano.

“En Brasil, en el lawfare contra Lula da Silva jugó un papel crucial el poderoso conglomerado de O’Globo. La revista Veja que pertenece a ese grupo mediático, dedicó muchas portadas a Lula y a Dilma Rousseff, tratándolos de corruptos. Y no olvidemos la frase que usó uno de los implicados para justificar el lawfare: ‘No tenemos pruebas, pero tampoco tenemos dudas’.

“Todo sirve para acabar con el enemigo en esta guerra multifactorial. Contra Cristina Fernández, el grupo Clarín, gigante comunicacional argentino que tiene sus intereses económicos, se articuló con Veja en determinado momento. De hecho, sus directivos reconocieron haber realizado un periodismo de guerra contra la presidenta.

“No en vano, tanto Cristina Fernández en Argentina como, en Ecuador, otra de las víctimas del lawfare, Rafael Correa, intentaron hacer reformas a las leyes de medios y eso tocó fibras muy sensibles. Correa sufrió campañas de descrédito por parte de oenegés, plataformas de periodismo de investigación supuestamente independientes que, en realidad, estaban financiadas por Estados Unidos. Eso es algo que sonará también aquí en México.”

Y Tirado habla del caso Podemos en España, de la persecución judicial y filtraciones mediáticas que hubo este verano. Curiosamente, las grabaciones que exhiben a periodistas de La Sexta complotando con policías políticos, salieron en julio y agosto cuando casi todo el mundo está de vacaciones. No tuvieron por eso el impacto que se merecían, pero también porque se han encargado de neutralizarlas desde el propio corporativismo mediático y periodístico.

“No hablamos ya de los dueños de los medios, sino de los asalariados, cada uno en diferentes grados de jerarquía dentro de la estructura y, algunos, incluso baja. Los trabajadores de esos medios asumieron que no se puede difundir un hecho:

“Sus jefes conspiraron con representantes de las cloacas del Estado, con policías que trabajaron para el franquismo y que luego, ya en la democracia, se han dedicado con aparatos de inteligencia a hacer informes y expedientes de determinadas personas, a hacer grabaciones incluso de la amante del rey emérito Juan Carlos.

“Que se filtrara cómo los medios se articulan con los poderes que operan en mundos tan turbios, pone en peligro el propio trabajo de los periodistas. La libertad de prensa que tanto se defiende enunciativamente en las democracias occidentales liberales, tiene los límites que ya señaló Rafael Correa: los que pone el dueño de la imprenta.”

CONTRA LA HEGEMONÍA

“A pesar de toda esta intoxicación mediática y de lo que un comunicólogo español, Vicente Romano, llamaba la construcción de la mentalidad sumisa por parte de estos medios, los corporativos no son infalibles”, sentencia Tirado.

“Tampoco el imperialismo estadounidense, pese a toda su potencia militar, es infalible. Se ha tenido que ir de Afganistán como se tuvo que ir de Vietnam, y no ha podido derrocar ni a la revolución bolivariana ni a la revolución cubana en todos estos años.

“El inminente regreso de Lula al poder después de haber estado en la cárcel, el apoyo que sigue teniendo el presidente López Obrador a pesar de todo, o el hecho de que Cristina Fernández esté ahí defendiéndose y vayan cayendo algunas de las causas que le armaron, incluso que mantenga suficientes apoyos populares como para hablar de una nueva postulación, nos indican cuánto hay que confiar en los pueblos, en la capacidad de la gente para discernir y darse cuenta si la están tratando de manipular.

“Por supuesto, hay todo un trabajo por hacer en materia de comunicación popular y comunicación alternativa. Quienes, en el Estado español, tenemos la suerte de estar en medios hegemónicos, estamos obligados a hacer un trabajo contra-hegemónico dentro de esos medios.

“Claro, es muy difícil en el sentido que siempre estás en minoría, que vas a contracorriente y que tiene un impacto relativo lo que haces, pero hay que dar la lucha. Estamos aquí para construir sociedades diferentes, y la comunicación en esas sociedades tiene que ser realmente comunicación, concluye Arantxa Tirado.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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