PERIODISTAS CON PODER

En el programa que dio pie a Canal Red, La Base, Pablo Iglesias y sus contertulios suelen juzgar la falta de ética de la prensa corporativa e incluso de los medios públicos españoles, evidenciando las noticias falsas y desmontando aquellas líneas editoriales que forman parte de estrategias de desinformación.

Por eso, en la primera emisión de Zona Comanche, el 2 de junio de 2023 (https://www.youtube.com/watch?v=gbA9S9Ac8VQ), Iglesias no pudo evitar responder a quienes lo critican por señalar a sus colegas periodistas, con una pregunta retórica: “¿Y por qué se puede criticar a todo el mundo, pero no se puede criticar a alguien cuando escribe una pieza o cuando dice algo?

Dani Domínguez (colaborador de la revista mensual La Marea) difiere del politólogo y comunicador que fuera secretario general del partido Podemos y, en esa calidad, vicepresidente del gobierno español:

“Se puede señalar a todo el mundo, pero hay que señalar sobre todo a los poderosos”, no a colegas “que se han podido equivocar en un enfoque o que, incluso, no se han equivocado y sin embargo piensan lo que están escribiendo, porque son gente que cobra 1,200 euros”.

En la mesa que tuvo como objetivo analizar ‘el poder de los medios de comunicación, el problema de la concentración de la propiedad y el corporativismo en la profesión periodística’, estuvieron también otros periodistas convocados por la presentadora Laura Arroyo: Javier Gallego (conductor del programa radiofónico ‘Carne Cruda’), Maria Teresa Pérez y, vía remota, el argentino Daniel Tognetti (conductor de ‘Siempre es hoy’) y el analista de medios chileno Marcos Ortiz (conductor de ‘Ojo del medio’).

DISPARAR AL OJO

Iglesias se sostiene: “hay que superar este momento corporativo”. Resulta que “como no podemos señalar a un policía antidisturbios por dar un golpe excesivo pues, al fin y al cabo, es un pobre funcionario que vive en un barrio, debemos señalar al ministro del Interior”. Pero si el agente “utiliza la defensa de manera no reglamentaria”, golpea en el cuello a una persona y le da una patada en la cabeza ya estando en el suelo, “¡claro que hay que señalarlo!”, gane mucho o poco.

En el caso de los periodistas, “entiendo que se trata de presentar como víctima a alguien que gana poco dinero y, al fin y al cabo, para llevar el pan a su familia a saber qué cosas tenga que escribir. Pero un periodista que trabaja en un medio, aunque gane poco tiene mucho más poder que un diputado que gana mucho más”. Por lo demás, “el periodista ha asumido una profesión en la que puede definir lo que miles de personas van a pensar sobre algo o alguien”.

Y agrega Iglesias algo todavía más polémico:

“Muchos periodistas me han dicho que pueden trabajar en cualquier otro lado, que se puede ser periodista y hacer un buen trabajo en medios como Público, La Marea, El Mundo o La Razón. Y si bien buscan defender la profesión diciendo que un trabajo periodístico digno se puede hacer laborando en un medio de ultraderecha o en un medio de izquierdas, eso no es verdad”.

“Al final, cuando lees lo que escriben en La Razón o lo que escriben en ABC observas que quizá quienes escriben de cultura o de deporte sí tienen margen, muchos incluso deciden no meterse en política precisamente para tener libertad, aunque eso los condene a hacer sólo crítica de cine. Pero quienes sí escriben de política tienen muchísimo poder.”

Lo más grave es que “en la profesión están normalizadas una serie de conductas antiéticas. Las he vivido desde desde el otro lado: han dicho cosas terribles de mi familia”.

Iglesias no puede aceptar que un antimotines que dispara una pelota de goma al ojo de un manifestante sostenga que, solamente, está cumpliendo órdenes de su jefe. “Hay que criticar al ministro y al agente también”.

EL FERRERASGATE

Arroyo subraya lo más interesante de este debate: “estamos hablando de periodistas, algo que a veces olvidamos cuando hablamos de poder mediático. Un poder que es mucho más que el ejercicio del periodismo y que los periodistas”.

“Pero es verdad que la misma palabra ‘periodismo’ ha tenido un cambio no necesariamente positivo en los últimos años, justo por la entrada de los capitales privados en la dirección de espacios donde los profesionales del periodismo solían ejercer el control.”

En el poder mediático, “la pita se rompe por el lado más débil: apuntamos al periodista. Pero también es verdad que, a veces, tenemos unos casos indefendibles de quienes se dicen a sí mismos periodistas”. Y pone como ejemplo a Ferreras:

Cuando el jefe de Opinión de El Mundo declaró en Al Rojo Vivo: ‘Yo prefiero a un gobernante corrupto que a un comunista en el poder’. El conductor de ese informativo en La Sexta, Antonio García Ferreras, replicó que él prefiere a un comunista honrado. Sin embargo, objeta Laura, “sabemos que Ferreras ha ejercido corrupción desde el periodismo” con los audios del comisario Villarejo [el tristemente célebre ferrerasgate].

“Estamos hablando de gente que ejerce el periodismo más allá de si es su título [profesional] o no. Y, a partir de ahí, debemos decidir si los nombramos periodistas corruptos o no”, remata Arroyo.

HUMOR PERIODÍSTICO

Javier Gallego ‘Crudo’ opina que “la crítica al periodista es absolutamente legítima, pero hay que diferenciar varias cuestiones en esa crítica: no es lo mismo señalar a un presentador como Ferreras que ocupa la cúpula del periodismo y tiene un poder evidente, que señalar como dice Dani a un redactor de base que se puede equivocar o que puede, no intencionadamente, dar una mala información”.

“Ah, porque si es una mala información o una manipulación, está absolutamente justificada cualquier crítica. Ahora, si es un enfoque que no coincide con el tuyo, quizá ahí lo importante es quién señala a quién. En el humor siempre se dice que dispares de abajo a arriba y no de arriba a abajo, y en el periodismo es exactamente lo mismo: si señalas, si criticas, si polemizas, debe ser desde abajo hacia arriba.”

Dicho eso, aclara que en los medios de comunicación la economía y la ideología nunca se han separado. “En realidad, la ideología de un medio de comunicación es la economía. Los mueve la ganancia. Pueden perder dinero durante un tiempo, porque saben que van a ganar a largo plazo. La ideología que están imponiendo, el neoliberalismo, es una ideología tanto económica como de pensamiento”.

SIGUE EL OLIGOPOLIO

Marcos Ortiz añade a la cuestión sobre a quién apuntamos y desde dónde apuntamos:

“En el Ojo del Medio nos dedicamos a eso y estamos buena parte del día haciéndolo. Pero nos hemos percatado –y no es que lo hagamos nosotros– que cuando se apunta a un periodista ‘rastro’ muchas veces el objetivo no se logra, más bien se logra lo contrario: sus compañeros cierran filas detrás de ese periodista.

“Y lo que comienza como una crítica para desarrollar un debate, mejorar las cosas y dejar en evidencia estos sesgos, se convierte por un lado en una defensa cerrada de ese periodista y, por otro lado, en un ataque artero de grupos masivos en contra de esos otros periodistas que cerraron filas.”

Por otra parte, Ortiz señala que “hay que desconfiar de cualquier dueño de medio que nos diga que, ahora, el periodismo está tan desperdigado gracias a las redes sociales, eso que Milton Friedman llamó ‘el paradigma del caos’”, que ya no existen los monopolios.

“Decir que ya no existe monopolio en los medios hegemónicos por la enorme cantidad de medios pequeños que han surgido, es muy debatible. Es muy temprano todavía para llegar a esas conclusiones, en parte porque los medios que generan influencia, validan fuentes de información y generan agenda en los demás medios, siguen siendo lamentablemente los grandes medios tradicionales.

“Hay que desconfiar de aquellas voces que sostienen el gran discurso de los oligopolios en el mundo. No solamente en Perú o Chile, en todo el mundo se está utilizando esa excusa [de que ya no existe el monopolio de la comunicación] para quitarse valor como medio hegemónico.”

FALSO COOPERATIVISMO

María Teresa Pérez hace una última reflexión sobre el corporativismo:

“Cuando estudias la carrera de Periodismo, si eres un poco espabilado para leer entre líneas pronto te das cuenta que lo que te están enseñando no es a buscar la verdad (uno de los objetivos principales del periodismo) sino a intentar hacerte un hueco en una profesión hostil y competitiva; hablando claro, a buscar de qué manera salvar tu culo.

“Entonces, para hablar del corporativismo cabe recordar que hace unas décadas apareció ese cooperativismo vertical, donde ya no sólo se apoyan entre los grandes sino que apoyan a los pequeños que tienen condiciones precarias. Ese cooperativismo periodístico igualaba a todos por igual. Es decir, todos los periodistas –sean los pequeños o los grandes y las condiciones laborales que tengan– se unieron porque vieron una amenaza en la aparición de internet y las redes sociales.

“En ese momento cobró otro sentido el dicho: ‘Perro no come carne de perro’. No puedes criticar a otro periodista aunque lo haga mal, pero sí tienes que criticar a un intruso en el oficio aunque lo haga bien, porque cualquiera podría empezar a comunicar. Había la preocupación de perder ese honor profesional del que habla Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

“Me voy ahora a García Ferreras. Ese corporativismo hace precisamente que APM (siglas en catalán de ‘¿Alguna pregunta más?’, programa satírico que se emite en TV3, medio público de Cataluña) salga a defender a Ferreras o Ana Rosa Quintana, pero no diga nada en favor de Pablo González [el periodista español con pasaporte ruso que lleva encarcelado en Polonia desde 2022] y de otros periodistas acosados.

“Me parece como periodista que, a un tipo como Ferreras que efectivamente ha cometido corrupción en el periodismo, no se le debería defender porque la mentira es al periodismo lo mismo que una comisión o una mordida cuando hacen un contrato público, es a la política.

“Igual no hay un lucro en términos económicos, al menos inmediato porque a veces sí que se paga por esa mentira, pero sí hay un lucro en términos de poder. Cuando mientes es porque ganas algo, no se miente porque sí.

“Y esa mentira que opera ideológicamente mejor que la verdad, tiene un efecto: convencer a una mayor parte de la población. Si en tertulias de televisión o radio, y en todos los medios de tierra, mar y aire, 24/7, se dice que a Podemos lo financia Venezuela [la mentira que fabricó el ferrerasgate], igual estás convenciendo a un 90 por ciento de la gente que eso es verdad.

“La consecuencia de esto es La espiral del silencio de Elisabeth Noelle-Neumann: cuando en una reunión de 10 personas hay nueve que piensan que esa noticia es verdad, la única que piensa lo contrario mejor se calla porque tiene miedo al aislamiento social. Nadie se atreve a contrarrestar esa verdad y se convierte en una verdad absoluta y única”, concluye María Teresa Pérez.

ESPÍRITU DE CUERPO

En una siguiente entrega de esta columna reseñaremos la conversación que los panelistas de Zona Comanche sostuvieron en torno a ese espíritu de cuerpo que tienen los periodistas profesionales, especialmente fortalecido tras la irrupción del llamado periodismo ciudadano.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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