De ser un partido opositor, Morena se convirtió en 2018 en el partido gobernante. Le tomaría casi cinco años terminar de ganar la mayoría de las gubernaturas en disputa, para convertirse en partido dominante. Ante las elecciones generales de 2024, el Movimiento de Regeneración Nacional se presenta ante el resto de las fuerzas políticas ya como partido hegemónico.
Tomo prestadas (y de memoria) las categorías con la que José Antonio Crespo explicó la debacle del Partido Revolucionario Institucional en su libro ¿Tiene futuro el PRI? (Grijalbo, 1998). En sentido inverso al que lleva Morena, el tricolor nació como partido de Estado y, ante la pérdida paulatina de posiciones, el autor se preguntaba en qué clase de partido terminaría convertido tras la eventualidad de perder el Poder Ejecutivo federal: ¿un partido opositor, pero mayoritario en las cámaras del Congreso de la Unión y en las gubernaturas?
En 1988, el PRI perdió las senadurías de Michoacán y el Distrito Federal; en 1989, perdió con Baja California la primera gubernatura; en 1997, perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y, en 2000, perdería la presidencia de la república.
Aunque recuperó la presidencia 12 años después, el PRI ya no volvió a ser un partido de Estado. La creación de organismos autónomos (como el INE o el INAI) que hacen contrapeso al Ejecutivo le impidieron al tricolor, como ahora a Morena, recuperar ese carácter.
Haría falta una teoría del sistema de partidos para explicar qué clase de régimen constituye Morena. Es obvio que la 4T rebasa los límites del movimiento, abarca a los partidos aliados y cubre hasta las organizaciones adherentes, en una formación muy amplia y diversa que Claudia Sheinbaum empieza a identificar simplemente como la Transformación.
En la cuarta de estas dinámicas en la historia mexicana luego de la Independencia, la Reforma y la Revolución, como continuadora del proceso Sheinbaum ofrece construir el segundo piso de la transformación nacional. Y necesita sentar este segundo piso sobre bases más amplias, aunque las formen actores políticos y sociales que, en estos cinco años, se mantuvieron distantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
¿Quién necesita más a quién: Claudia a los suscribientes más inauditos del Acuerdo de Unidad para la Transformación o estos personajes a la puntera en la carrera presidencial?
PARTIDO DE LA TRANSFORMACIÓN
Este domingo 8 de octubre en Manzanillo, la coordinadora de defensa de la 4T fue aclamada por las huestes de dos centrales sindicales adheridas al sector obrero del PRI: la CROC y la CROM; pero también por las del Movimiento Nacional para la Transformación Sindical, identificado con la izquierda.
Corearon a Claudia Sheinbaum la militancia del ala virgilista del Verde, uno de los partidos que fueron satélites del tricolor en la última etapa de hegemonía priista; junto a quienes representan un voto duro para el proyecto que decida la cúpula del Partido del Trabajo.
La ovacionaron los contingentes de partidos que necesitan coaligarse con Morena para sobrevivir: Nueva Alianza, Encuentro Solidario y Fuerza por México.
Y, sentado junto a Indira Vizcaíno, le aplaudió a Claudia el antiguo dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, Leoncio Morán, cuyo fichaje por parte de Morena acaparó la atención de los medios locales por haber sido, en la elección de 2021, uno de los candidatos que enfrentó con mayor rudeza a la hoy gobernadora.
Firmaron el documento las cabezas de las organizaciones del campo que formaron parte del viejo régimen, pero también los titulares de las organizaciones campesinas que están creciendo bajo la sombra de la 4T.
Esas fuerzas políticas y sectores sociales se acercan a Morena no sólo porque lo consideran ya el partido hegemónico, sino porque ven a Claudia como una candidata imbatible. Y encuentran un espacio en este frente tan amplio que está formando Sheinbaum porque la prioridad de la 4T es lograr el Plan C: conseguir la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión. De cuánto aporten y cuánto arriesguen esos abajo firmantes dependerá lo que consigan en las negociaciones.
UN CLAVADO A MORENA
Como invitado especial en este acto que sustituyó como pasarela electoral a la Entrada de la Música en Cuauhtémoc (que se desarrollaba a las mismas horas), estuvo el medallista en clavados Rommel Pacheco.
En 2021, el atleta fue electo con los colores del PAN diputado federal por uno de los distritos de Yucatán, siendo el primer deportista activo en ejercer un cargo público. Todavía hace un mes participó en un acto en apoyo a la protocandidata presidencial de Acción Nacional, Xóchitl Gálvez. Pero al quedar claro que no será el abanderado del blanquiazul a la gubernatura yucateca, Pacheco se alió con Sheinbaum.
“¡Bienvenido al lado correcto de la historia! ¡Vamos a sumar a Yucatán a la #4T! #LaEsperanzaNosUne”, posteó el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, confirmando que el beneficio para el clavadista en esta transacción es la oportunidad de arrebatarle uno de sus bastiones al PAN. Incluso con candidato prestado, la 4T podría completar el corredor guinda en la península.
El deportista de élite, a quien la multitud festejó justo cuando el locutor lo presentó como participante en el Exatlón de TV Azteca y no cuando enlistaron sus triunfos en competencias internacionales, le acabó de dar sentido a la firma que estamparon como dijo Claudia “muchos empresarios del país, muchísimos”.
Por lo que indican las encuestas, Sheinbaum tiene asegurado el triunfo. Mas para alcanzar la meta legislativa necesita una alianza más amplia o, si se quiere, una más evidente con los sectores sociales respecto a la que estableció AMLO camino a 2018. Hace seis años signaron un acuerdo similar figuras representantivas de los sectores, hoy firman los dirigentes de esas organizaciones.
Sobra decir que muchos de los actores del panismo o el priismo que se pasaron al lopezobradorismo traicionaron al movimiento, no obstante que consiguieron los cargos de elección popular con los votos que les dio el candidato a la presidencia. Paradigmáticos son los casos de los senadores Lily Téllez y Germán Martínez. Sin embargo, la manera en que se salieron con la suya eleva el riesgo de que muchos de los suscribientes del nuevo acuerdo acaben rompiendo con la 4T. Entre otros temores, ya hemos consignado antes las preocupaciones que sienten los duros de Morena respecto al nivel de compromiso de Omar García Harfuch con la izquierda.
¿CUÁNTO VALE LOCHO?
Por el estado de Colima rubricaron el Acuerdo los dirigentes de las cámaras empresariales y, en ciertos casos, los capitanes de las industrias más representativas de esos sectores productivos. Lo mismo el constructor especializado en instalaciones portuarias Rubén Álamo, que el director de uno de los gigantes en el negocio aduanero, Guillermo Woodward. Ambos, por cierto, cercanos al gobierno de Indira desde el arranque del sexenio.
Más que como empresario –aunque así lo anunciaron–, Locho Morán estuvo en calidad de actor político. Como es casi el equivalente local a la suma de Rommel Pacheco a Morena, la pregunta es si a él también le prometieron una nominación, por ejemplo, a diputado federal por el primer distrito.
Suponiendo sin conceder la falta de cuadros competitivos en el núcleo de la izquierda, ¿el dos veces alcalde capitalino (la primera por el PAN y la segunda por MC) realmente ofrece a Morena la posibilidad de recuperar la posición que les arrebató hace tres años el prianista Riult Rivera?
Curiosamente, tanto en el caso de Rommel como con Locho, hubo más protestas por su incorporación a la 4T por parte de sus antiguos correligionarios que entre las filas de Morena. Son sus amigos y seguidores del pasado quienes les recuerdan en las redes sociodigitales los desplantes y burlas que Pacheco y Morán hicieron de las políticas públicas y de las figuras cuatroteístas.
Tras declararse no procedente el juicio político en su contra por no enterar las aportaciones al Ipecol (si bien continúa el procedimiento administrativo por desvío de recursos), Morán Sánchez recibe algo parecido a lo que mi contador llama un crédito fiscal.
Locho llega a la negociación con un pasivo político equivalente a los 53 millones de pesos que importaba la acusación de la Comisión de Responsabilidades, pero con su sola aparición en el evento de Sheinbaum no queda a mano.
Para recibir semejante trato del Congreso, fue abonando a la cuenta y ordenó que se pasara a la bancada de Morena la diputada de MC, Glenda Ochoa, quien fue síndica en la segunda administración de Morán, objeto del juicio político.
La ganancia que obtiene Locho con “el carpetazo” y la “exoneración” –como los definió el senador Joel Padilla– del Congreso, no la acabará de compensar ni con el voto a favor de las iniciativas gobiernistas en el año que le resta a esta legislatura por parte del diputado emecista Ignacio Vizcaíno, cuya esposa Magda Ureña fue regidora en ese mismo cabildo enjuiciado.
Agotado su capital político, el valor de cambio de Leoncio Morán es quizá la posibilidad que tiene, como exfranquiciatario del movimiento naranja, de anular a MC en Colima y evitar que eventualmente lo capitalice Marcelo Ebrard.
En la tierra del dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, quien fue por años operador financiero del excanciller, se vería mal que los ebrardistas encontraran en MC una plataforma para seguir cuestionando la legitimidad de la encuesta en la que resultó ganadora Sheinbaum.
NO ESTABAN TODOS
En una panorámica de los asistentes, las banderas guindas se diluyeron entre los colores del resto de las organizaciones convocantes. Para mayor invisibilidad, una parte significativa del contingente morenista se camuflageó con el arcoiris de la diversidad sexual.
Evidentemente, faltaron al evento las bases de Morena que responden al liderazgo de Griselda Martínez. Los organizadores seguramente no deseaban que asistiera la munícipe porteña si, en el presidium, sentaron a algunos de los actores políticos, económicos y sociales que la edil considera sus adversarios.
Que los hayan invitado a firmar el Acuerdo mina la posición de Griselda Martínez y fortalece la posición de… Rosy Bayardo, directora del DIF Estatal y enlace del gobierno del estado para con los sectores productivos de la costa. Estas sumas y restas, sin embargo, fracturan la unidad partidista.
El exgobernador Fernando Moreno se burló porque los promotores de Sheinbaum en Colima no pudieron restaurar la unidad con los grupos que apoyaron a otras corcholatas: no estuvieron en el evento Griselda Martínez ni su secretaria del Ayuntamiento y prospecto para sucederla en la alcaldía, Martha Zepeda, los dos cuadros más representativos en Colima del proyecto de Adán Augusto López Hernández; como tampoco estuvo la senadora Gricelda Valencia, quien nominalmente coordinó los trabajos de proselitismo de Marcelo Ebrard.
En la reunión con los cuadros y dirigentes de Morena y sus partidos aliados que se realizó en el hotel Gran Festivall, Claudia Scheinbaum ejemplificó el debate respecto a la incorporación de políticos venidos de otros partidos con el caso de la gobernadora Indira Vizcaíno.
Todavía en 2015, la exalcaldesa de Cuauhtémoc contendió por una diputación federal con los colores del PRD. Pero hoy es una referencia para el morenismo. De hecho, sugirió Claudia, es más morenista que otras figuras que se dicen fundadores del movimiento, militantes de sangre pura que no tienen apertura hacia la integración de políticos venidos de otras formaciones.
OPERACIÓN CICATRIZ
Por supuesto, de acuerdo a la reacción de sus seguidores en las redes sociales, muchos de ellos fundadores de Morena en Colima, Sheinbaum se refería a Griselda Martínez, ausente también en esa otra reunión.
Los enemigos de la 4T celebran por adelantado que Griselda Martínez decida romper con Morena después del ninguneo del domingo. Si no lo hace, anticipan que realizará una huelga de brazos caídos si la dejan fuera del reparto de candidaturas o, peor aún, que dinamitará la causa de Morena en Manzanillo cuando la nominación a la alcaldía no sea para alguna de sus gentes.
Sin embargo, el proceso electoral no arranca formalmente todavía. Si no ocurrió en esta visita, eso no quiere decir que en otra ocasión Claudia no emprenda la operación cicatriz. Si hablamos de ausencias, el coordinador político de la campaña Adán Augusto López tampoco estuvo en Manzanillo este domingo.
Por lo demás, es encomiable que Claudia Sheinbaum haya venido a amarrar alianzas con sectores que se mantuvieron hasta ahora alejados de la 4T, con un discurso en el que –como por ley no puede hablar aún de sus propias propuestas– hizo una glosa de las obras y programas de López Obrador.
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