Aun cuando ganara todos los distritos electorales federales y los escaños de mayoría, Morena no alcanzaría a tener en la Cámara de Diputados y el Senado las dos terceras partes que se requieren para aprobar las reformas constitucionales contempladas en el Plan C, sin olvidar el mismo número de legislaturas locales en el Constituyente permanente.
El partido gobernante requiere de aliados: no sólo los de la coalición, Verde y PT, sino otras fuerzas que eventualmente sumen a la votación parlamentaria. Eso ha obligado a Morena a diversificar su oferta electoral para incluir a cuadros que, dado lo insólitos que resultan, están siendo cuestionados por la propia militancia.
Colima es un claro ejemplo de ello, aun cuando la información en Morena está tan centralizada que ni siquiera el comité estatal puede confirmar o negar si las nominaciones que aquí analizaremos están en firme. Todavía hay una dura negociación entre los partidos que conforman la coalición, entre la dirigencia nacional y la jefatura estatal, e incluso entre los grupos y los liderazgos al interior del partido gobernante, para ganar los cuatro espacios disponibles: la fórmula al Senado y los dos distritos federales.
Las dos candidaturas externas son polémicas: Virgilio Mendoza, líder estatal del PVEM, encabezaría la fórmula para senadores y, Leoncio Morán, sería candidato a diputado federal por el primer distrito.
Locho es cabeza de un ‘movimiento ciudadano’ que nada tiene que ver con las siglas del partido de Dante Delgado, cuya franquicia operó el dos veces alcalde de la capital hasta recientemente en que el dirigente nacional de MC se la concesionó, esta vez, al exgobernador Ignacio Peralta.
A Virgilio lo acompañaría en la fórmula al Senado, Ana Karen Hernández, diputada local por uno de los distritos de Manzanillo, quien ocuparía no sólo la posición que le toca a Morena sino la correspondiente al grupo gobernante en el estado.
También es de Morena la posible candidata a diputada federal por el segundo distrito, Gricelda Valencia. Sin embargo, el anuncio de la nominación de la actual senadora irritó a las bases morenistas, porque la legisladora ha estado ausente del estado.
De su trabajo en Paseo de la Reforma se sabe poco en la entidad. Por eso, en campaña Valencia de la Mora (quien reconoce sus raíces en Armería al igual que Virgilio) tendría que especificar qué acciones desarrolló como senadora en favor del país y, en concreto, de los municipios que pretende representar.
LA NOVELA DEL PT
Inicialmente, la segunda posición en la fórmula al Senado se la habían cedido a la dirigencia estatal del Partido del Trabajo. Y, como ya iba hombre en la primera, la postulación sería para la congresista local por la vía plurinominal Evangelina Bustamante, esposa del propietario de las siglas PT en Colima, el actual senador Joel Padilla.
Días después, hubo noticias extraoficiales acerca de que César Yáñez Cabrera había obtenido la candidatura para su hermana Claudia Valeria. En efecto, la incorporación del subsecretario de Gobernación al equipo de campaña de Sheinbaum alimentó esos rumores. Y como un hecho lo festejaron publicaciones impresas, medios digitales y cuentas individuales de redes sociales.
Para el PT la pérdida sería doble (o sencilla si recordamos que Ana Karen militó en ese partido): al inicio de la negociación por las candidaturas refrendó la primera posición en la fórmula al Senado, pero el Verde, según se informó, logró invertir el orden.
Con ello garantizan a Virgilio el escaño por la primera minoría, en caso de que la coalición PRIANRD o hasta MC gane los asientos de mayoría. Pero, además, el argumento de la cúpula ecologista es convincente: Mendoza Amezcua resultaría más competitivo en el electorado abierto que cualquier propuesta petista, cuya potencial cosecha en las urnas sigue estando limitada al voto duro.
Al final, las negociaciones para la segunda posición habrían favorecido a la gobernadora Indira Vizcaíno que, de otra suerte, sin Ana Karen Hernández hubiera quedado excluida de la decisión sobre las candidaturas federales.
No es una circunstancia menor. En unos comicios concurrentes (junto a la Presidencia de la República y las dos cámaras del Congreso de la Unión, en Colima renovaremos ayuntamientos y Congreso local), como jefa política del estado la gobernadora es responsable de entregar buenas cuentas. Y, sin candidaturas propias, es una exigencia perversa.
LA SUERTE DE GRICELDA…
Aunque sea de Morena, la nominación de Gricelda Valencia sería completamente ajena a la voluntad política de la gobernadora. Si la postulan, habrá sido parte de la cuota de candidaturas que reclamó Ricardo Monreal para sumarse incondicionalmente al proyecto de Sheinbaum.
Monreal fue el líder parlamentario de Valencia en la cámara alta y ella lo tomó como mentor político. Fue en acuerdo con el político zacatecano que Gricelda se presentó en Colima como coordinadora de la precampaña de Marcelo Ebrard.
Es improbable que Marcelo le hubiese conseguido esta nueva oportunidad electoral a Gricelda cuando, el excanciller, no pudo ni siquiera reivindicar la primera posición en la lista nacional al Senado que presentará la 4T, y que le correspondía como segundo lugar en la encuesta para definir al candidato presidencial.
La privilegiada ubicación que conllevará el liderazgo de la bancada de Morena en el Senado, se la cedieron a Adán Augusto López Hernández aun cuando terminó cuarto en la encuesta oficial y, tercero, en el promedio de sondeos espejo.
NUEVA HEGEMONÍA
Morena no sólo busca una mayoría calificada para sacar las reformas constitucionales en el mes que la nueva legislatura convivirá todavía con el presidente López Obrador o en el primer trienio de Claudia Sheinbaum, sino que necesita consolidar el régimen de la 4T y, para ello, requiere conformar un bloque hegemónico.
Como escribe Alfredo Serrano en Diario Red, ‘El Bloque Hegemónico en México’ (18 de febrero de 2024), ese “espacio ideológico” llamado 4T “se ha consolidado como centro de gravedad de la política mexicana”. Lo que sucede en nuestro país “contradice las voces que pregonan que el tiempo de la izquierda en América Latina ha terminado”.
¿Cómo se logró esto?, se pregunta el corresponsal en México del diario digital, expresión escrita del canal de televisión por internet que dirige Pablo Iglesias, uno de los fundadores de Podemos, el partido ubicado más a la izquierda que el PSOE en el espectro político de España. Y la respuesta es: aprovechando sus “fortalezas”.
Entre otros, “se podrían destacar los siguientes rasgos constituyentes” de esa hegemonía:
- La vida cotidiana de la gente mejoró, cuidando el balance macroeconómico.
- El proyecto político tiene perspectiva histórica y horizonte de futuro; reivindica el orgullo mexicano y tiene al humanismo como eje central.
- La praxis política de AMLO es audaz ante cada adversidad; de pragmatismo relativo, no retrocede en sus convicciones; logra alianzas tácticas, sin desorientarse estratégicamente.
- El presidente se ha confrontado “con los poderes fácticos sin rodeos”: el mediático, las transnacionales en sectores estratégicos, la vieja clase política neoliberal, la corona española y hasta el Departamento de Estado.
- Tiene “una política de comunicación directa, sincera, sin moderación”; instala ‘agenda’ en las mañaneras.
- Su política exterior es soberana, activa y protagónica. Mira al Sur sin descuidar la relación con el Norte.
- AMLO y Morena han hecho sinergia. Él tiene una imagen positiva de hasta 65%. El partido tiene una valoración positiva del 40%, la mayor en América Latina. Gobierna el 20% de municipios, 66% de estados y tiene mayoría simple en ambas cámaras. Es “más que probable” que mejore esa proporción dado que Sheinbaum está a 25 puntos sobre Xóchitl Gálvez.
- La 4T logró politizar a la ciudadanía [y polarizarla en la medida que sus detractores se han radicalizado].
DISPUTAS INTERNAS
En “pleno periodo electoral”, AMLO plantea la necesidad de una reforma que recupere el espíritu de la Constitución de 1917 y repare “todos los cambios hechos en los años neoliberales”.
Para ello pidió a la gente no votar “por nombres y apellidos”, sino “por ideas y propuestas”: ésas que ha defendido en su mandato y las que integran el Plan C, adoptado por Sheinbaum como plataforma política.
El principal reto de este nuevo bloque hegemónico resume Serrano, “no será ganar las elecciones, porque las ganará con cierta comodidad. Su verdadero desafío, hacia delante, estará en sostener la hegemonía sin que se resquebraje la unidad, porque cuando se logra ser hegemónico el riesgo consiguiente es que afloren las disputas internas. Ojalá que no”.
Con esa lógica, se entienden también las nominaciones que la izquierda hará en Colima. Para quedarnos sólo en la planilla para los cargos federales: Virgilio y Locho compitieron con Indira por la gubernatura. El primero declinó de facto, el segundo no.
EL CONVERSO LOCHO
Morán Sánchez fue, de hecho, el más agresivo contendiente de la morenista, mucho más que Claudia Yáñez, abanderada a la gubernatura de Fuerza por México. Locho se mofaba de que Vizcaíno Silva aceptó ser secretaria de Desarrollo Social en un gobierno que prometió ser de coalición.
Para Indira, estar dos años en el gabinete de Nacho tuvo enormes costos políticos, a los que tuvo que sobreponerse. Por ejemplo, Martha Zepeda, la dirigente estatal del PRD (por el que la hoy mandataria había buscado una diputación federal en 2015) y quien volvió a presentarse por la gubernatura en los comicios extraordinarios, promovió la expulsión partidista de la exalcaldesa de Cuauhtémoc. Ello no obstante que la hoy reinstalada secretaria del Ayuntamiento de Manzanillo había sido oficial del Registro Civil con Indira. Y que, juntas, convirtieron al municipio en referente nacional para los matrimonios homosexuales.
En los debates y en su perniciosa propaganda audiovisual (“¿trabajaste o no trabajaste en el gobierno de Nacho?”), Locho obvió que, tras anularse la elección constitucional, el dilema político en el estado se resumía a optar entre el priista Ignacio Peralta y el panista Jorge Luis Preciado. El primero era el candidato del gabinete de Peña Nieto; el segundo contó con todo el apoyo del gobierno saliente del también priista Mario Anguiano. De hecho, hasta el PT se sumó a Nacho en la elección extraordinaria.
¿POR QUÉ VA LOCHO?
Entonces, ¿por qué va Locho? La primera razón, porque es el político que salió mejor posicionado (con más positivos que negativos) en los estudios de opinión pública.
Pese a haberse quedado sin partido y tras haber sido exonerado en un proceso judicial en el que lo acusaban de no aportar recursos al fondo de pensiones, Morán conserva (a pesar de que algunos de sus amigos cercanos lo aborrecieron públicamente) una base de simpatizantes que, junto al voto duro de Morena, le permitirían a este partido recuperar el primer distrito que hace tres años ganó el panista Riult Rivera.
La segunda razón, porque la 4T quiere mandar un mensaje de unidad hegemónica. Ese espacio ideológico ha ganado tal consenso que incluso actores de la centroderecha como Leoncio Morán están dispuestos a sumarse a la agenda legislativa del Plan C. Son ellos los que deben correrse a la izquierda, no el movimiento el que transite en sentido inverso.
Locho tendrá que comprometerse abiertamente con el ideario de la 4T. La principal reserva de la militancia morenista ante este tipo de fichajes es que, ya estando en la cámara, asuman que el cargo se lo ganaron por su linda cara, sin entender que llegarán al Congreso montados en una ola electoral.
Morán Sánchez ya fue a los cursos de formación política de Morena, pero sus potenciales votantes de izquierda siguen esperando garantías de que, como representante popular, no repetirá el sainete de Lilly Téllez o el truco de Germán Martínez.
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