DEMOCRACIA QUE NO LO ES

“Al arranque de nuestro tránsito a la democracia, se puso un punto de llegada que fue importado del debate español: democracia es que haya muchos partidos, que haya garantía en el conteo de los votos, etcétera”. Y tuvimos que hacer las reformas legales para que eso sucediera.

Así resumió el académico y periodista Gibrán Ramírez Reyes, secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, el proceso para establecer en México “una democracia sin adjetivos”, como la llamó Enrique Krauze en un artículo que se publicó en el número de enero de 1984 de la revista Vuelta (http://enriquekrauze.com.mx/joomla/index.php/ensayo/86-ensayo-critica-politica/607-por-una-democracia-sin-adjetivos.html).

Entrevistado por Ricardo Raphael, en su espacio A Ras de Suelo de La Octava, el 29 de enero de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=kPtDi_-_CwM), Ramírez señaló que al buscar una sin adjetivos “se desatendieron otros componentes de la democracia. Se pensó que se puede hacer la democracia por decreto, y que la sola inclusión de esos mecanismos en la ley era la conquista de la democracia”.

Como asentó Gibrán en un artículo publicado el 27 de enero en su columna Pensándolo Mejor de Milenio, ‘Desde el aferre al páramo’ (https://www.milenio.com/opinion/gibran-ramirez-reyes/pensandolo-mejor/desde-el-aferre-al-paramo), el argumento que planteaban intelectuales como Krauze “era redondo: cuando hacemos esas conquistas en la ley, ya tenemos democracia”.

Sin embargo, “si revisamos una definición mínima de democracia tomada de la ciencia política tradicional”, hablamos de una democracia “pobre” cuando “se limita a elecciones libres y frecuentes, con libertad de expresión y pluralidad en los medios”.

Aunque la democracia cumpla esos requisitos, “no estoy tan seguro de que podamos hablar ni de democracia sin adjetivos ni de la conquista de las libertades ni del tránsito a la democracia”, sostiene Gibrán Ramírez.

MENOS LIBERTADES

En un ensayo más largo que está trabajando, este doctor en Ciencias Políticas por la UNAM comenta que “pasamos de un sistema de partido hegemónico autoritario, con sus componentes democráticos, a un sistema pluripartidista autoritario, con sus componentes democráticos”.

“Si pensamos en libertad de expresión, casi siempre se dice: antes el poder controlaba. Y sí, controlaba lo que decían los columnistas. No te podías meter con el Señor Presidente y, por lo que ha recogido de charlas con algunos intelectuales, ni con la Virgen de Guadalupe o con el Ejército. “Eran límites claros en las redacciones, pero mataban menos periodistas. Eso define a un régimen y define al otro: ¿donde hay más libertad de expresión?, seguramente donde mueren menos periodistas”.

Otro indicador de democracia es que no haya presos políticos. Ya no existe el delito de disolución social, pero ¿hay realmente libertad de militancia? En el mismo tránsito a la democracia, mataron a cientos de militantes perredistas. ¿Y por qué perredistas?, habría que revisarlo, propone Ramírez Reyes.

“Para entender lo que está pasando, el cambio de régimen que se autodescribe como un cambio democrático, tenemos que releer la historia de esa transición. Hicieron un aparato institucional, el IFE, y pensaron que eso era la democracia.

“Sin embargo, el estado de las libertades ha cambiado y, en los últimos años, hemos sido uno de los países –según el índice de libertad en el mundo, de Freedom House que no es sospechosa de ser de izquierdas– en los que más ha disminuido la libertad, junto con Venezuela.

“Ahora bien, Venezuela es un escándalo mundial porque es anti-neoliberal, pero la disminución de las libertades en México se señala menos. Nos quedamos en ese facilismo, en la fórmula de que realizamos la transición y se consolidaron tales reformas. Y no, es claro que hubo un cambio de régimen” bajo el modelo neoliberal.

DEMOCRACIA DE LOS LIBROS

Hasta 2018, seis de cada 10 mexicanos decíamos que esta no era una democracia, acota Ricardo Raphael. Democracia-democracia, la de los libros. Pero en la calle no teníamos esa percepción.

“Y eso era –retoma Gibrán Ramírez– porque triunfó ese discurso [de la democracia sin adjetivos]. Lo más grave era el desprecio por la democracia” de quienes decían defender la democracia.

Citando a Latinobarómetro, Ricardo Raphael menciona que esta percepción obedecía a que no se creía que el gobierno podía resolver la pobreza ni la injusticia. Y eso habla un poco de lo que la gente está hoy esperando.

El también articulista de El Universal recordó que, hasta el 68, había una discusión sobre qué tan democrático podía ser un régimen que tenía elecciones cada tres años, pero donde el PRI ganaba cada tres años. En los libros de texto, incluso internacionales, México aparecía como un país democrático.

Después del 68, autores como Carlos Pereira toman la decisión de centrar la defensa en la democracia de los procedimientos: elecciones libres, secretas; sistema de partidos, de muchos partidos porque no podía ver nada más uno; libertad de expresión como libertad de prensa. Eran los mínimos de lo que luego se volvió una religión, pero se entiende el origen de esa democracia sin adjetivos, apunta Ricardo Raphael.

Gibrán Ramírez acota que Pereira, por lo menos, “conservaba el elemento del socialismo, pero particularmente después del secuestro de Arnoldo Martínez, la izquierda se rompe. El movimiento decide irse por la vía institucional, nace la izquierda partidista y se entregan a la lucha electoral”.

UNA LECTURA INTERESADA

Hubo en esos años un gran consenso sobre la democracia: “está en la izquierda Pereira, están en la derecha liberal Gabriel Zaid y Enrique Krauze. Hay un gran consenso de izquierdas y derechas porque el viejo régimen sí logro, entre 54 y 70, duplicar la clase media y disminuir las desigualdades, sigue diciendo Gibrán Ramírez.

“Como cumplía con los componentes sociales de la promesa democrática, de la movilidad social, entonces los componentes que quedaban pendientes, los que podía uno reclamar al régimen, eran los componentes del procedimiento, de la pluralidad.

“Si a esto sumamos que los intelectuales de la transición nacieron todos bajo el período más autoritario de ese régimen, se entiende por qué leen toda la historia previa como un monolito autoritario, sin sutilezas.

“El autoritarismo empezó realmente cuando se utilizó por primera vez el delito de disolución social para detener dirigentes ferrocarrileros comunistas, un primero de mayo del 54. Con Valentín Campa arranca un ciclo de protesta y represión, que continuaría con los médicos en los sesenta.

“No había democracia como la entendemos, pero en los inicios del viejo régimen el Partido Comunista tuvo registro y participaba en el SNTE o en otros sindicatos.

“Luego hubo un tránsito generacional, y los intelectuales de la transición como que despreciaron un poco esa producción previa, porque también eran intelectuales militantes”, estaban buscando un cambio y, para lograr la transición democrática, esa lectura del régimen como un monolito autoritario les sirvió.

“Más tarde, esa lectura se institucionaliza: se vuelve IFE, se vuelven grupos de poder en la Universidad Nacional, se vuelve la base de un poder intelectual que hay que conservar porque, si se te cae el discurso se te cae todo. Por eso ahora defienden al INE como si fuera el sinónimo de la democracia”, resume Gibrán Ramírez.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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