Si le preguntáramos al presidente López Obrador qué tipo de modelo económico sigue, él respondería que está instrumentando una economía moral. La pregunta es si ésta es compatible con el antiguo régimen de acumulación capitalista, comenta Violeta Núñez Rodríguez.
Dado que el desempleo, la pobreza y la desigualdad han venido creciendo, pareciera que el gobierno de la 4T se circunscribe a un modelo económico capitalista. En ese sentido, ¿la economía moral es compatible con un régimen de acumulación de capital o hay una contradicción?, quiere saber la coordinadora de La economía de la 4ª. Transformación (Juan Pablos Editor, 2021).
¿Es posible la ética en un régimen que se instrumenta con base en la desigualdad, la pobreza y el incremento del desempleo o la crisis ambiental que estamos viviendo?, se pregunta la académica de la UAM-Xochimilco, doctora en Desarrollo Rural.
En la emisión del 9 de diciembre de 2021 de Perspectivas, el programa de Rompeviento TV que conduce Ernesto Ledesma (https://www.youtube.com/watch?v=1WLFWOCbPrI&t=46s), Núñez Rodríguez conversó con dos de los 19 coautores del libro que, en su caso particular, estudiaron la dimensión neoliberal del modelo económico que sigue el actual gobierno: José Gandarilla, investigador de la UNAM, y Arturo Huerta, profesor del posgrado en la Facultad de Economía de esa misma casa de estudios.
Para Huerta, hay que evaluar las políticas económicas en función de sus resultados. “Gandarilla dice que la 4T no es neoliberal”, pero Arturo encuentra demasiadas contradicciones:
“El neoliberalismo busca la explotación por la explotación, la disminución de salarios y el aumento del desempleo y las desigualdades, asumiendo que una mayor concentración llevará a un mayor crecimiento. Y resulta que esta es la política económica actual.”
Independientemente del título que le podamos poner, la economía moral es neoliberal, sugiere el autor de diversos libros sobre la economía mexicana, la economía de Estados Unidos y la unión monetaria europea.
DESEMPLEO INMORAL:
“Respecto a lo moral, el presidente siempre ha confundido a los anti-neoliberales con los corruptos –expone Arturo Huerta–. Dice combatir la corrupción como si estuviese presente solamente en el neoliberalismo, pero resulta que la corrupción se da en todos los regímenes políticos y económicos, a nivel nacional e internacional.
“No por combatir el neoliberalismo, combatimos la corrupción. Esa no es economía moral en absoluto. Son los resultados de las políticas los que finalmente determinan a quién está favoreciendo la política económica dominante.
“Moral es un término religioso. Pero esa no es la cuestión, sino que el bienestar de la población no se logra solamente a través de los múltiples programas sociales. Hay que ir de abajo hacia arriba, pero no a través de las políticas sociales sino del empleo bien remunerado. Y para impulsar el pleno empleo, se debe aumentar el poder de negociación de los trabajadores. Sólo así podrán demandar mayores salarios.
“Eso disminuirá la gran desigualdad del ingreso que existe en nuestro país. Un mayor empleo, pleno y bien remunerado, incrementará la demanda de bienes y servicios y propiciará la inversión en el sector privado. Eso generará condiciones de crecimiento económico con mejor distribución del ingreso. Sin embargo, no hay políticas de empleo.
“En cuanto al concepto de rectoría del Estado que tanto defienden algunos, desde los 40, 50, 60 y 70, incluso desde los 30 con Lázaro Cárdenas, el subsuelo era propiedad de la nación y la banca estaba regulada.
“En esos años había cajones crediticios, con un porcentaje para el sector industrial o la agricultura. Incluso, se prohibía la libre movilidad de mercancías y capitales. Con todo, había una política industrial y una política agrícola que nos hicieron crecer al 6.4 por ciento promedio anual, con las desigualdades propias del sistema capitalista.
“En cambio, de 1982 a la fecha tenemos economía de mercado, abierta, de libre movilidad de capitales y autonomía del banco central, por lo que el gobierno perdió el control de la moneda.
“De 1939 a 1957, cuando se financió con la moneda, la inflación fue del 7 por ciento promedio anual. Después llegó el secretario de Hacienda del desarrollo estabilizador, Antonio Ortiz Mena, quien decidió que el gobierno le pediría prestado a la banca pero no se endeudaría con su propia moneda. Y sí, la inflación bajó al 3 por ciento promedio anual, pero la deuda externa se fue incrementando hasta que caímos en la crisis de 1982.
“Un gobierno que no controla la moneda no tiene política económica alguna, y ahí están los resultados en Europa y en todos aquellos países que perdieron la autoridad sobre sus bancos centrales”, considera Huerta.
EL TREN MAYA:
Para este economista crítico de la 4T, “la rectoría del Estado no se manifiesta en el Tren Maya. Ese transporte va a servir al turismo internacional, a los hoteles que están en la zona del Caribe, pero el turismo va estar caído durante muchos años”.
“Igual ocurre con el corredor transístmico: va a ayudar a las empresas trasnacionales a exportar, pero en un contexto donde el comercio internacional está caído. De 2010 a 2018, este comercio exterior creció menos de lo que venía subiendo antes de 2008. Y de 2022 en adelante va a crecer todavía menos”, señala Huerta.
“Se sigue apostando al crecimiento hacia afuera. Y ahí quien gana son las transnacionales, no las empresas nacionales. Hemos perdido con el libre comercio: tenemos menos industria, menos empleo y peores salarios.
“Lo que debemos hacer es apostar al crecimiento del mercado interno, y eso requiere incremento en el gasto público. Lamentablemente, poner al empleo como política principal no pasa por la mente de quienes nos han gobernado ni de quienes nos gobiernan actualmente”, sentencia Arturo Huerta.
Minutos antes, Violeta Núñez había destacado cómo el Tren Maya, al inicio de esta administración, era 90 por ciento privado y 10 por ciento público. “Por eso dijimos una y otra vez que era un tren neoliberal. El gobierno escuchó y le dio la operación al ejército. Tendríamos que debatir si eso es mejor a que lo opere Grupo México que ya controla 20,000 kilómetros de vías férreas a nivel nacional, con ganancias extraordinarias. Y, por supuesto, tendríamos que debatir qué va a pasar hacia un futuro con los polos de desarrollo que se van a derivar de este tren”.
“El presidente declaró que se lo entregó al ejército con la idea de que el Tren Maya no se privatice, y para ello creó incluso una empresa paraestatal cuyo objeto es fondear las pensiones de los militares”. Violeta Núñez apunta a un debate centrado en si, con la administración militar, se impide un eventual proceso de privatización que pueda cambiarle el rostro a la península de Yucatán hacia una mercantilización extrema.
Para Ernesto Ledesma, por su parte, lo más cuestionable del Tren Maya y del corredor transístmico es la “terrible falta de transparencia”, con el temor de que esa situación pueda extenderse a los polos de desarrollo y a las ciudades industriales que deriven de esos ferrocarriles. Por lo demás, la más grande de las dudas del periodista es respecto a las condiciones que el T-MEC le impuso a López Obrador como requisito para poder llegar a la presidencia.
EL MARCO POLÍTICO:
En su turno, José Gandarilla recuerda que “uno de los códigos no escritos del neoliberalismo marcaba que la inversión en los sectores estratégicos y en los sectores rentables, tenía que reservarse para el capital privado nacional y, sobre todo, el multinacional. Las empresas quieren reservarse esos sectores, justamente porque la exclusividad tiene efectos en la capitalización en sus mercados accionarios”.
“Cuando un gobierno se plantea recuperar los sectores estratégicos, está planteando un pulseo y una correlación de fuerzas con grupos muy poderosos en el contexto internacional. Eso implica también el planteamiento lopezobradorista de recuperar la rectoría del Estado. En los hechos, AMLO está poniendo a discusión el problema del neoliberalismo.
“Qué tan capaces seamos de recuperar esa rectoría, depende de los excedentes y de la capacidad fiscal que tenga el Estado para enfrentar un pulseo de fuerzas que, primero, se da en el terreno político y, en segundo lugar, posiblemente tenga que debatirse también en los tribunales de arbitraje internacional.
“El gobierno mexicano, como lo han demostrado algunos analistas, enfrenta como otros países de la periferia demandas fuertísimas en dichos espacios de negociación. Y muchas veces se somete a esos arbitrajes con las manos atadas. Las naciones periféricas suelen perder esas demandas y pagar, no por inversiones potenciales sino por las ganancias ficticias reclamadas. Es decir, las empresas cobran por lo que pudieron haber ganado si hubiesen invertido en los sectores donde ya no están invirtiendo.
“Ese es el horizonte del capital multinacional en el que jugamos, y en ese horizonte se mueve también el libre comercio. Por ese esquema, el TLCAN (Tratado de Libre Comercio para América del Norte) fue severamente criticado, entre otros por John Saxe-Fernández en su larguísimo texto La compraventa de México. Una interpretación histórica y estratégica de las relaciones México-Estados Unidos (UNAM, 2016).
“En el horizonte del gobierno de Donald Trump y, ahora, en el de Joe Biden, AMLO no puede obtener todo lo que quiere. Así es la política, ese es el marco de las posibilidades en las que se mueve. En ese horizonte, ¿qué tanto pudo obtener el gobierno mexicano en el marco, además, de una situación mundial en la que se combinó la guerra comercial entre China y los Estados Unidos con las cuestiones migratorias?
“A tal punto fue la fiereza de la negociación, que el T-MEC no se acordó exclusivamente en sus aspectos comerciales, sino que consideró posibles represalias por fenómenos migratorios tan humanitariamente costosos como el desplazamiento de centroaméricanos hacia el norte”, pondera Gandarilla.
DIFÍCIL CLASIFICACIÓN:
“Por eso, este modelo económico de la 4T es de difícil clasificación –subraya Gandarilla–. Es, en cierto modo, cercano a otros modelos que en el subcontinente se han denominado progresismo latinoamericano. En términos de su filosofía política, es de hecho cercano a un cierto populismo de izquierda. Y por eso no queda bien con nadie: para la derecha, ese modelo les afecta demasiado; y, para la izquierda, con ese modelo las cosas siguen siendo prácticamente igual.
“En ese marco nos desenvolvemos. Y en la Universidad el debate es el mismo: algunos no ven que se están afectando privilegios, pero tampoco tiene cabida el discurso de la 4T porque no parece haber cambio en ningún sentido.
“Personalmente pienso que el gobierno no llega hasta donde muchos quisiéramos, porque evidentemente la lucha se da en el marco de las posibilidades que México enfrenta. Y las posibilidades son enormes, como lo muestra el caso del T-MEC. Con el nuevo tratado, gente de izquierda celebraba que le fueran a poner más contrapesos al gobierno de México. Como si no tuviera ya suficientes contrapesos, ahora además iba a contar con el contrapeso externo.
“En ese sentido, en el horizonte del acuerdo mundial de inversiones que después se desechó, aun cuando sigue rigiendo el movimiento del capital multinacional, habría que apostar a una idea de mercado interno con esos capitales que, si bien no son los más poderosos, sí pueden reactivar la economía porque generarían empleo.
“Ojalá tengamos en el marco de lo inmediato posibilidades de un Estado más activo y con mayor poder fiscal, que pueda desarrollar este tipo de políticas”, reitera José Gandarilla.
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