¿Cuál es el papel de los medios públicos ante lo que Jenaro Villamil, presidente del SPR (Sistema Público de Radiodifusión), insiste en llamar infodemia?
Se trata de un término aceptado hasta por la OMS (Organización Mundial de la Salud) para referirse a la sobreabundacia de información, por no decir desinformación, que acompaña en este caso a la pandemia de covid.
Infodemia –resumía en mayo de 2020 Gaby Tlaseca, en ese momento conductora del programa Malditas Redes Sociales que se transmitía en Canal 22– es la intoxicación de las redes sociales por información falsa y tendencias maliciosas que, desde luego, pueden llegar a afectar la percepción de muchas personas.
En la emisión del 11 de mayo de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=wt0zQt2Mj3Q&t=64s), Tlaseca conversó con la directora del IMER (Instituto Mexicano de la Radio), Aleida Calleja, sobre la cuestión que ya había abordado en la primera parte del programa con el columnista de La Jornada, Julio Hernández López ‘Astillero’.
El papel que los medios públicos están recuperando en este momento, empieza por decir la titular del IMER, es servir de referente. “Como tiene una cantidad de información no confiable en las redes que está corriendo de manera impresionante, la gente se está remitiendo a los medios más tradicionales: la radio y la televisión. Y en esa circunstancia los medios públicos jugamos un papel central: dar información verificada una y otra vez; información de calidad, veraz y, además, oportuna”.
La política informativa que han adoptado los medios públicos, específicamente los federales que se coordinan con el SPR, es evidenciar las noticias falsas. “Se las decimos al auditorio porque muchas llegan incluso a la estafa, como esas fake news donde se afirma que tienes que depositar dinero a una cuenta para acceder a un apoyo social. Los medios tenemos una responsabilidad muy alta: que toda la información sea realmente verificada”.
Reconoce Aleida Calleja: “Es tanto el ruido que produce la desinformación que, incluso, hemos visto a medios que eran considerados serios y realmente habían ganado credibilidad, caer de pronto en informaciones falsas. Ahí es donde los medios públicos tenemos una gran oportunidad y la estamos aprovechando sin duda, pero sí hay un ambiente muy violento, peleas en las redes que no permiten una visión más amplia de lo que está sucediendo en medio de la pandemia”.
VIOLA DERECHOS HUMANOS
La infodemia es tan grave que el 80 por ciento de la información que circula en redes sociales es de dudosa procedencia, advierte Gaby Tlaseca. Y en ese escenario los medios públicos juegan un papel relevante al brindarle a la gente información de primera mano. Combatir las fake news es una obligación de todos los que están frente a un micrófono y una cámara. Pero también el IMER y los demás medios del estado son partícipes de estas redes sociales en las que, a veces, las tendencias impactan tanto la conversación.
“Si bien los medios públicos tenemos la gran responsabilidad de que esta información realmente sea veraz y oportuna, en este asunto todos tenemos que actuar y todos tenemos una cierta responsabilidad”, coincide Calleja.
Después de que Villamil pidió transparencia a las plataformas digitales, se desató en las redes una andanada de críticas contra el presidente del SPR acusándolo de intentar censurarlas. Y no es así, considera la directora del IMER. En realidad, este es un problema global que se viene debatiendo desde hace mucho, y para eso se han creado a nivel mundial espacios de discusión donde participan la sociedad civil, los gobiernos, las empresas y los organismos internacionales defensores de los derechos humanos y la libertad de expresión.
De hecho, estos organismos son los que en los últimos años convocan a la conversación en espacios donde se ha pedido que las plataformas tecnológicas transparenten más las formas cómo operan, sus criterios, sus requisitos o sus valores. Estas plataformas no son medios sino intermediarios porque, en realidad, el contenido lo generan los usuarios, aclara Calleja.
CENSURA PRIVADA
“Como intermediarios del contenido de los usuarios, las plataformas ejercen moderación, es decir, remueven contenido que, de acuerdo a sus criterios, viola los valores comunitarios. Pero hay algunos criterios tan contradictorios como los de Facebook, donde por ejemplo si subes una pintura de Rubens la censura quita ese contenido porque interpreta el desnudo femenino como pornografía, cuando es una obra de arte. Sin embargo, puedes generar un discurso de odio y no te lo quitan porque es un tema de libertad de expresión. Eso genera un problema grande porque las redes ya son un espacio público, ahí es donde se está dando la deliberación.
“Entonces, se les ha pedido a las empresas que administran las plataformas que sus valores de remoción de contenido sean acordes a los estándares internacionales de derechos humanos y libertad de expresión. De otro modo, se puede generar censura privada.
“Normalmente entendíamos como censura la del Estado. Era censura cuando el gobierno cerraba un periódico o quitaba la concesión de una frecuencia de radio, pero ahora estamos en manos de empresas privadas que deciden qué se queda, qué no y cómo se queda”, resume Aleida Calleja.
PRINCIPIOS DE SANTA CLARA
Para la directora del IMER, hay otro problema que se vuelve grave en situaciones como la pandemia. O como en las elecciones, donde estas empresas reciben publicidad pagada y la gente no ubica que se trata de propaganda y no de información. “Eso genera información engañosa y es responsabilidad de los intermediarios evitar eso”.
“Es un tema complejo en el que tenemos que actuar juntos gobiernos –o más bien estados, porque involucra también al Congreso y al Poder Judicial–, empresas, sociedad civil y organismos internacionales de derechos humanos. De hecho, en 2018 se generaron en California los principios de Santa Clara, donde se establecen toda una serie de requisitos de transparencia y rendición de cuentas que debieran observar las plataformas tecnológicas para traslucir las decisiones que toman.
“No podemos olvidar que lo que deciden las redes afecta los valores democráticos que tenemos y, en muchos casos, puede resultar mortal. Por ejemplo, poner una información falsa en las redes respecto a curas milagrosas del covid, puede tener un costo en vidas.
“No todas las redes son iguales. En Facebook es muy común comprar publicidad, y los criterios para aceptar esos anuncios no son muy claros. No es el caso de Twitter. Pero la red más peligrosa es WhatsApp porque es muy difícil ubicar quién es la fuente de desinformación, ya que se trata de un mensaje de punto a punto, de privado a privado; no es tan público como sucede con Facebook, Twitter o YouTube. En WhatsApp se comparte de persona a persona y, a veces, esos contactos son los más cercanos, las personas a las que más les crees te están compartiendo información falsa o de poco valor.
“Es un tema muy amplio que se debate poco en México. En otros países de América Latina de veras hay una discusión muy robusta, pero aquí está en pañales”, concluye la entrevistada.
En mayo de 2020 la discusión era por qué la gente tenía que pagar impuesto al valor agregado en los servicios de Netflix o Spotify. Y como despedida Aleida Calleja reflexiona que si bien aplicar el IVA a las tecnológicas se cree una medida injusta, la verdad es que tiene razones muy profundas y un gran impacto en la riqueza del país.