¿Es Andrés Manuel López Obrador la causa de la polarización de la sociedad en México?, preguntaba Yuli García a sus invitados del programa Debate 22 dedicado a analizar el Periodismo en la 4T: René Delgado y Daniel Moreno.
Era la emisión del 19 de junio de 2019 (https://www.youtube.com/watch?v=OrnZNYe8Pzs&t=10s) de esta barra de Canal 22 que alterna conductores a lo largo de la semana y apenas comenzaba el sexenio, pero ya era tema en la conversación periodística la cuestión: ¿el presidente desata tantas pasiones a favor o en contra, como para polarizar las tribunas de opinión en los medios y las redes sociales?
A la pregunta, René Delgado respondió tajante: “No, la polarización existe desde hace tiempo. En 2006 estuvimos al borde de una crisis constitucional, derivada justamente de esa polarización”.
En ese contexto, comentó el ex director editorial de Reforma y columnista de ese diario, “hay que recordar el discurso de Felipe Calderón en el Estadio Azul, no recuerdo si como candidato triunfante o ya como presidente electo, donde habla de los violentos y los pacíficos, una forma de segmentar a la sociedad entre quienes recurren a la violencia y quienes buscan arreglos por la paz”.
“La polarización estaba dada desde entonces, y aunque ciertamente ha crecido la expresión de esa conducta no data del primero de diciembre de 2018”, reiteró Delgado.
Ni tampoco de la elección presidencial, coincidió Daniel Moreno, director del portal Animal Político. “La diferencia es que ahora hay un foro distinto, las redes sociales, que amplifican y hacen más escandalosa la polarización, pero eso no tiene que ver con el presidente de la República. La de 2006 sí fue una polarización, pero no expresada en la lógica de las redes sociales porque no eran tan usuales Twitter ni Facebook”.
“Incluso –retomó Delgado–, si nos vamos 25 años atrás, el primero de enero de 1994 mientras un sector social celebraba nuestro baile de graduación como país del primer mundo con la entrada en vigor del TLC (Tratado de Libre Comercio), ese mismo día en la medianoche hubo un levantamiento de los que no tienen voz, como dijo el subcomandante Marcos. La polarización en México, entonces, no es novedad.”
Siguiendo esa línea, apuntó Moreno, “durante 1989 y 1990 la polarización, en ese caso electoral, se resolvía literalmente a balazos. En la propia elección presidencial de 1988 hubo muertos, y no pocos muertos. Cuando se festejaba el triunfo del PAN en Baja California en el 89, al mismo tiempo mataban perredistas en Michoacán, el estado de México y Guerrero”.
POLITIZACIÓN EMERGENTE
Para Yuli García el término polarización no necesariamente tendría que significar algo indeseable. Cada vez más escuchamos conversaciones que tienen que ver con política, con las decisiones que nos competen a todos los ciudadanos, a toda la sociedad y no sólo a los medios o a la presidencia. Eso es positivo. Un espíritu demasiado pasivo y receptor de decisiones que otros toman, no es lo ideal.
Daniel Moreno se dijo convencido que la política tendría que entrar a la casa de todos. “La política es demasiado seria para dejársela a los políticos, dice el lugar común. Entre más ciudadanicemos la política, entre más ejerzamos ciudadanía, entendida en su sentido más pleno donde cada uno de nosotros se hace parte de las decisiones, en esa medida las cosas pueden caminar mucho mejor en el país. Pero cuando vemos en elecciones locales participaciones del 28, 30 o 31 por ciento de los votantes registrados, nos deberíamos preocupar. La abstención es la peor expresión de la anti política, del rechazo a la política. La normalidad democrática pasa por meter la política a las reuniones con la familia y con los amigos”.
René Delgado puso por su parte dos ejemplos. Uno español: a la muerte de Franco viene el fenómeno que llamaron el destape y empiezan a surgir muchas publicaciones donde aparecen desnudas las estrellas del cine y la música. “La gente se preguntaba si ya no había orden o si se degradó la moral, pero simplemente había muerto el dictador y afloraba en España un deseo de tener libre expresión, en este caso corporal, que ya existía pero había sido reprimido”.
Y también ofreció un ejemplo mexicano. En 1989, cuando se funda la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos), “pareciera ser que a partir de ese momento se empezaron a violar los derechos humanos, pero fue porque se empezó a denunciar la violación de esos derechos”.
“Vemos, entonces, con demasiada cercanía lo que está ocurriendo en el país. Y todavía no nos acostumbramos a oír voces distintas. Estábamos acostumbrados a oir un discurso”, resume Delgado.
DOBLE DESCONFIANZA
¿Hay cambios en el periodismo con cada nuevo gobierno?, planteó Yuli García, quien recordó que Fox parecía muy ingenuo con los medios y no sabía hasta dónde presionarlos. Pero, ¿qué pasó al regreso del PRI con Peña Nieto? Y, ahora, ¿qué intereses se mueven tras el arribo de López Obrador a la presidencia?
René Delgado percibe “una clara desconfianza desde el poder hacia el periodismo, en parte bien ganada por el periodismo, no salió de la nada esa desconfianza. Pero hay también una desconfianza por parte del público”.
“Antes, los periodistas no teníamos esa interlocución con el lector que las redes sociales permiten. De repente, hay alguien que está criticando la nota y eso es algo que no escuchabas antes. Es la crítica de alguien reconocible, y aunque tenga una cuenta de Twitter anónima no deja de ser lector tuyo”.
“Ha cambiado mucho esa dinámica, quizá la parte que yo criticaría es que la desconfianza desde el poder al periodismo termina emparejando a todo el periodismo, es decir, se desconfía de todos por igual. Y cada periodista, cada medio, tendrían que ser evaluados a partir de sus propios contenidos.
“Hay desconfianza también porque se sobreestima el periodismo de opinión, se le considera más que al periodismo de investigación o de hechos. Los medios han privilegiado por mucho tiempo el periodismo de opinión, que para mí incluso es debatible si es periodismo en sí mismo.
“Esas secciones de opinión terminan teniendo mucho peso, cuando si quitas ese ruido y ves los contenidos de los periódicos no hay una crítica particularmente mordaz al Gobierno ni tampoco grandes investigaciones, salvo por supuesto algunas excepciones.”
Estos cambios en la política de comunicación social y en la actitud de lectores, radioescuchas y televidentes “meten mucho ruido respecto a lo que está pasando en el periodismo hoy”, señaló Delgado.
DEMASIADA OPINIÓN
Hay demasiado periodismo de opinión en los medios y en las redes sociodigitales –coincidió Yuli García–, con las implicaciones que esto tiene para la ética periodística en los medios de comunicación y en las propias redes. ¿Está desplazando la opinión al periodismo de investigación, tan importante en el sexenio de Peña Nieto cuando se develaron asuntos como la casa blanca, la estafa maestra o la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa?
Para René Delgado, “como todo en la vida, el periodismo tiene momentos. Si ves los periódicos mexicanos de los años setenta eran mucho más atentos a la circunstancia internacional: Excélsior, Uno Más Uno, El Universal tenían grandes redes de corresponsales, se cubría de mucha manera y más generosamente el ámbito internacional. Luego viene otro momento en el que surgen los periódicos especializados, particularmente en finanzas (El Financiero, El Economista y El Centenario que ya ni siquiera existe) porque lo que pesaba en la opinión pública o en el quehacer político era la situación económica; ahí es cuando da un giro el periodismo mexicano hacia una prensa especializada. Y más tarde, a raíz de los levantamientos armados en Centroamérica, cobra fuerza el periodismo político regional.
“Como México se funda cada seis años y en Tenochtitlan cada primero de diciembre vuelve aparecer el águila y la serpiente, pensamos que todo es nuevo. Sin embargo, el periodismo sí está en un momento particularmente difícil porque la industria está viendo cómo se encarece su materia prima (el papel y la tinta), al mismo tiempo que surgieron otras posibilidades tecnológicas (plataformas digitales les decimos) que evitan la necesidad de contar con medios para anunciarse porque todos los grandes corporativos tienen sus bases de datos. Eso restringe la publicidad en los periódicos y los coloca en un apuro ambiental, económico y social.
“Se ha modificado considerablemente la forma de ejercer el periodismo, cada vez son más las redacciones que cuentan con menos recursos, menos reporteros y mayores recortes. Eso dificulta las coberturas pero no ha venido en demérito del periodismo de investigación. Y un buen ejemplo es Daniel Moreno –elogia René Delgado–, ¿cuándo habíamos visto investigaciones de la profundidad de la Estafa Maestra o sobre el número de vuelos que hizo en helicóptero de una entidad pública un funcionario para su propio beneficio? El periodismo de investigación no se ha acabado.
“Tampoco está siendo desplazado por un periodismo de opinión o por una opinión excesiva. A veces se pierde el balance entre información y opinión, pero lo que ocurre es que, por otro lado, las posibilidades de comunicación horizontal crecieron. Dije de comunicación, no de información. Nada más para ejemplificar, el presidente López Obrador tiene una gran capacidad para comunicar, pero muy poca para informar”, enfatizó Delgado.