PERIODISMO PARA LA COMUNIDAD

El imperio periodístico que forjó William Randolph Hearst, el magnate que transformó los periódicos a finales del XIX y los convirtió en un entretenimiento de masas –apunta Pablo Ximénez de Sandoval en una entrevista con su nieto, William Randolph Hearst III (Nueva York, 1949)–, se hundió en parte con la llegada de los medios audiovisuales. Pero hoy la encrucijada de los periódicos no es muy distinta en gravedad y profundidad:

“El negocio de los medios ha pasado por un cataclismo cada cierto tiempo”, arranca Hearst en esta conversación en un hotel de Santa Mónica, California, una mañana de octubre. “Es parte de la vida de este negocio”.

La historia del apellido Hearst es también, en buena medida, la historia de los periódicos. Lleva consigo un peso, un aire de autoridad de los grandes nombres que inventaron y reinventaron la prensa norteamericana, sostiene el corresponsal de El País en Estados Unidos al recoger ‘Las recetas de William Randolph Hearst III para que la prensa sobreviva en la era Facebook’ (https://elpais.com/economia/2018/11/02/actualidad/1541113443_583480.html).

A sus 69 años, Hearst es heredero de la fortuna familiar y conserva su asiento el consejo de lo que hoy es Hearst Communications, una empresa que posee alrededor de veinte periódicos, entre ellos los diarios emblemáticos en dos de las ciudades más importantes del país, el San Francisco Chronicle y el Houston Chronicle.

El conglomerado Hearst tiene además alrededor de 300 revistas, entre ellas Cosmopolitan, Elle y Men’s Health. Sin embargo, la parte más rentable del consorcio es su propiedad del 20% que posee en ESPN, el canal de deportes del que Disney posee el otro 80%. Sin olvidar una importante cartera inmobiliaria.

Con todo, “el negocio de los periódicos tiene que cambiar”, afirma Hearst. “Mire, una librería en el siglo XXI se tiene que convertir en una especie de centro de reunión de la comunidad. Si no, desaparece. De igual forma, los periódicos tienen que convertirse en los depositarios de la información regional de una comunidad. No creo que puedas aspirar a ser el New York Times en San Francisco o en Baltimore. Solo hay un puñado de periódicos que puedan aspirar a eso. Pero puedes cubrir esas ciudades. Puedes crear páginas web y herramientas para esa comunidad. Los que van bien son los que han hecho eso”.

LA LECCIÓN QUE NOS DIO NETFLIX:

Los periódicos, para Hearst III, tienen que distinguirse por ser los mejores en aquello que les hace únicos, básicamente, la información propia en su ámbito de influencia.

“Tu oportunidad de ser diferente está en la cobertura local”. Ni siquiera en la opinión. Hay demasiada opinión, dice. “Es demasiado fácil de copiar. No quiero estar en un negocio en el que cualquiera puede hacer lo mismo que yo con facilidad. Quiero un negocio que los demás no quieran ni intentarlo. Cualquiera puede tener una opinión. Pero montar un periódico, con periodistas, es un proyecto, una organización, no se puede hacer con dos o tres personas”.

Ahí es donde los periódicos son distintos de Google o Facebook. Ellos son distribuidores, quiosqueros, dice Hearst. Todos iguales. “Google no va a contratar un crítico de teatro en San Francisco y Facebook no va a mandar un reportero al ayuntamiento”. Es ahí donde la prensa tiene su oportunidad.

Al observar los cambios en los medios, Hearst concluye que el modelo de negocio basado en la publicidad está muriendo: “La publicidad depende de las audiencias. Pero negocios como Netflix no tienen publicidad, están sostenidos por suscriptores que quieren un servicio. No está dirigido por los clics, sino por tu deseo de que el servicio continúe. Creo totalmente que es una lección para los periódicos. Tienes que pensar en tus lectores como suscriptores a los que les das un servicio y con los que tienes una relación. El producto es esa relación”.

Hearst habla de los periódicos basados en publicidad como “el viejo modelo”. “Tienes que redescubrir la relación con tus clientes. Ahora las compañías de medios están más centradas en que tu experiencia sea satisfactoria. Hace 30 años, no tanto. Lo importante era que el anunciante estuviera contento. Ahora tengo que hacer que tú estés contento”.

INFORMAR DE ARTE Y CULTURA:

Las reflexiones anteriores le dan pie a William Randolph Hearst III para hablar de su último proyecto: una revista que ha puesto en marcha de manera personal, al margen de la empresa. Alta es una publicación trimestral sobre arte, cultura y estilo de vida de California. Una revista de nicho, pensada y relajada:

“Quería hacerlo trimestral para no verme obligado a cubrir la actualidad de Donald Trump. Hay demasiada información sobre los tuits del día anterior. La televisión está informando sobre tuits, es ridículo. No quiero hacer eso. Quiero informar del arte y la cultura, de cosas que duren más”.

Hearst ve la revista Alta (en referencia a Alta California, el primer nombre europeo que recibieron estas tierras) como “un hogar, un club para los lectores, de forma que mientras el mundo se vuelve loco nosotros estamos haciendo algo diferente. Quiero desconectar de la rueda del hámster de noticias, trumpadas y tuits”.

(La segunda parte de la entrevista en una siguiente entrega).

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