Está sobre la mesa el papel de la prensa en México, señala Jesús Escobar, director de Noticias en La Octava Digital, la plataforma que supuso la evolución de Radio ACIR a La Octava, cadena de televisión abierta que por cuestiones financieras salió del aire y se refugió en internet, donde su canal de YouTube tiene muchos seguidores dentro y fuera de la república.
Escobar nos recuerda que en los últimos años se libra una discusión, un debate o, incluso, un enfrentamiento entre quienes piensan que el periodismo debe ser militante y quienes defienden la idea de la objetividad periodística. Debemos revisar cuál es la relación de la prensa con el poder y cómo ha sido la historia de los medios en nuestro país. Y, en ese sentido, el conductor invita a diferenciar lo que es el periodismo de lo que son los medios de comunicación.
Para abundar en la cuestión, a principios de agosto (https://www.youtube.com/watch?v=dCi2bl72ol8&t=817s) Escobar invitó a su programa al académico Edgar Morín, autor del libro Prensa inmunda: breviario de engaños, mentiras y propaganda (Grijalbo, 2022), una historia de la relación de la prensa mexicana con el poder económico.
Señalado el derrotero, ¿cuál es el contexto actual de la prensa en México?, le pregunta Escobar a este doctor en Antropología por la UNAM:
“Lo que cuenta Prensa inmunda sirve para entender qué es lo que está pasando en términos de propaganda: qué actores mienten, por qué mienten, cómo mienten y a qué herramientas y técnicas de propaganda han recurrido”, dice Morín Martínez.
“Básicamente son tres corrientes de periodismo las que se desarrollaron en México durante el siglo XX, dentro de las cuales transcurrió la compleja relación entre el poder político, el poder económico y los periodistas. La historia de esa relación incluye el espionaje y la vigilancia electrónica a los periodistas.
“Esta historia del periodismo en México se combina con ejemplos de otras partes del mundo y de otros momentos, en los que se usó la propaganda para manipular la opinión y persuadir. En ese sentido, en otros países la prensa ha cumplido un papel social, denunciando las mentiras del poder. Ese es el rol que deberían cumplir los intelectuales.
“El libro aborda, fundamentalmente, la compleja relación entre el poder político, los empresarios y las empresas periodísticas, frente a los periodistas que, cabe distinguir, no son lo mismo que los medios”, dice Morín, homónimo del filósofo y sociólogo francés, uno de los grandes referentes intelectuales en materia de educación, cultura de masas o ecología.
PRENSA MENTIROSA
¿Por qué razones miente la prensa?, pregunta Escobar.
“De entrada, no hay que generalizar. En la historia de la prensa ha habido excepciones muy honrosas y admirables. Pero, en cuanto a las inmundicias de la prensa, muchas veces la mentira tiene que ver con los intereses de las empresas periodísticas.
“Al establecerse la publicidad oficial de una manera discrecional en el sistema político mexicano, ésta se prestó a una estrategia del garrote y la zanahoria: ‘Si me pegas, te quito la publicidad’. Por eso es importante regular y transparentar cómo el Estado contrata publicidad. Al final del libro, hay una propuesta para que el Estado reconozca que la prensa juega un papel muy importante en nuestra sociedad y, por lo mismo, toda herramienta de control económico de la prensa debe ser denunciada. Al día de hoy, el reparto de la publicidad oficial sigue siendo discrecional.
“Se miente muchas veces porque los dueños de los medios tienen intereses que van más allá de lo periodístico y, en consecuencia, ocultan aquella información que va contra sus otros negocios. Los medios se han transformado, pasaron de ser un periódico, por ejemplo, a un conglomerado de noticias. Y esto complica la labor de los propios medios y de los periodistas.
“Además del garrote y la zanahoria, ha habido otras formas ideológicas y mercantiles de control por los cuales medios y periodistas optan por mentir. Y no hay que olvidar que, en muchas ocasiones, el sistema político mexicano ha sido autoritario con la prensa. De ahí que haya omisiones, que no mentiras, sobre todo a nivel estatal o municipal donde la vida de los periodistas corre peligro.
“El libro aborda también cómo la prensa encuentra en internet a un aliado y, paradójicamente, a uno de sus peores enemigos. La red vino a desbaratar el modelo de negocio de la prensa”, no sólo del periodismo impreso sino del televisivo y el radiofónico. “La irrupción de youtubers, influencers y todas esas personas que ahora compiten con los medios, algunas con bastante éxito, genera un entorno complicado” para la industria, resume Édgar Morín.
HERRAMIENTAS DE LECTURA
Escobar coincide con su invitado en que no es lo mismo el periodista que el medio de comunicación. A lo largo de la historia del periodismo en México hemos tenido y seguimos teniendo ejemplos de periodistas críticos, de periodistas que se la han jugado literalmente. Algunos de ellos, es lamentable, han perdido la vida (han sido asesinados) o se han tenido que ir del país por cumplir su trabajo.
¿Cómo diferenciar al medio de los periodistas, con este lenguaje que usamos en la actualidad? ¿Cómo diferenciamos al verdadero periodismo en este escenario donde internet es el soporte preponderante y donde, tristemente, las famosas fake news, que no son nuevas, ahora corren más rápido?
¿Cómo intervenimos como sociedad en estas nuevas prácticas periodísticas?, le pregunta Escobar a Morín, quien antes de historiar al periodismo mexicano investigó a las culturas juveniles y urbanas.
Desde su experticia, el académico señala que “es una cuestión bastante compleja. De hecho, la intención del libro es proporcionar herramientas y pistas para que, el ciudadano de a pie, pueda contar con una herramienta”.
La metodología que debe seguir un consumidor de noticias comienza por tomar en cuenta las fuentes de información que se están utilizando. En el caso de la propaganda negra, las fuentes oficiosas y las filtraciones son las herramientas más comunes para distorsionar y desinformar. De ahí la importancia de checar las fuentes.
Luego, hay que estar atentos al empleo de ciertas palabras. El poder utiliza determinado tipo de palabras. Los políticos son dados a palabras muy largas y rimbombantes, recargadas de sentido como ‘terrorista’ o ‘terrorismo’.
El sentido común es otra herramienta importante que, de pronto, perdemos por muchas razones. Cuando leemos en las noticias, como hace unas semanas, que una supuesta banda criminal peligrosísima utilizaba unas placas de policía que parecían sacadas de una caja de cereal, el sentido común nos pide dudar.
El otro componente tiene que ver con la manipulación de la imagen. Desde algunos manuales antiguos de propaganda, se considera que la gente, per se, cree que una imagen es la realidad. Las imágenes se manipulan desde que se inventó la fotografía en el siglo XIX. Por ejemplo, se hacía pasar como personas vivas a los cadáveres. Ahora que hay photoshop con mayor razón hay que dudar de lo evidente.
Hay que tener una visión mucho más crítica: el análisis de las fuentes, tener conciencia de las filtraciones, observar cómo se emplean las palabras y entender que las imágenes se pueden manipular fácilmente, son herramientas que ayudan a quienes leen u oyen a distinguir la verdadera información de las fake news, a descubrir los engaños por sí mismos y a sacar sus propias conclusiones”, advierte Morín.
DIFERENCIAS ÉTICAS
Obviamente internet potencia esta manipulación, reconoce el académico. Pero hay una diferencia entre el periodismo tradicional y el periodismo emergente en las redes sociales. Debemos entender “la función vital de los periodistas”. A diferencia de los productos periodísticos que responden a un protocolo, “buena parte de lo que circula en el internet ni siquiera está investigado, corroborado ni responde a códigos deontológicos”. Eso hace que sea mucho más fácil manipular.
Como profesionales de la información, los periodistas cuentan con una serie de herramientas que necesariamente los distingue de los aficionados. Hay que dudar de lo evidente, y más en el internet dada su propia naturaleza. Las redes sociales parecen funcionar más para que la gente se desahogue y encuentre a otro con el cual compartir ese desahogo, que para la búsqueda de información noticiosa que esté corroborada y que haya pasado una serie de filtros, procesos de edición e, incluso, códigos deontológicos.
Dichos códigos son muy importantes para la profesionalización de los periodistas y hasta para su propia seguridad, para mantenerse a salvo a la hora de cubrir fuentes que son muy complicadas. “Los códigos deontológicos son una de las herramientas más valiosas que mencionamos en el libro”, adelanta Édgar Morín.
OFICIO CANÍBAL
Hay una profunda división en el gremio periodístico, ¿cuáles son los motivos?, pregunta Escobar.
“Responde a un problema estructural: la precarización del oficio periodístico. En eso el periodismo es parecido a otros campos laborales, como la academia: bajos salarios, maltrato y organizaciones autoritarias (Kapuscinski ya hablaba de los siervos que obedecen y cubren sin descanso).
“Esta profesión exige mucho, tiene muchos riesgos propios de la actividad pero, también, los propios de un país como el nuestro donde hay condiciones extremas que vienen de varios sexenios a la fecha. Eso hace más vulnerable la actividad.
“Se dura poco porque se trabaja mucho y el sistema admite una oferta excesiva de mano de obra. Estas dinámicas de la propia industria periodística hacen que sea una profesión muy difícil, sumadas a los otros riesgos.
“Contribuye a generar división interna en el gremio que se haya precarizado el trabajo, porque se han precarizado los salarios. La Comisión Nacional de Salarios Mínimos considera al periodismo un oficio, y lo paga como tal. Eso genera una enorme contradicción de la que los dueños de muchas empresas periodísticas nada dicen, pero tampoco el gremio se ha podido unificar en una postura.
“Entre otros problemas estructurales, está la velocidad con la que se trabaja. Eso también dificulta que los periodistas puedan organizarse gremialmente. Además, muchos de ellos tienen condiciones de sobreexplotación laboral. No hay que olvidar que no es lo mismo los medios de la capital de la republica que los medios en los estados o en los municipios. Los contrapesos de poder que tienen gobernadores o alcaldes son mucho menores a los que hay en el centro del país.
“Todo esto contribuye a una división bastante fuerte. El propio campo periodístico obliga a la competencia, pero el internet curiosamente ha obligado a que trabajen colaborativamente. Pienso en filtraciones como las que ha hecho Wikileaks, tan importantes para el derecho a la información. Un tema que está en el libro es el derecho a la información de interés público que tenemos los ciudadanos, y garantizarlo es una parte vital del trabajo de los periodistas.
“Los intereses que de pronto aparecen en el campo laboral son algunos de los elementos que dificultan la unidad del gremio y facilitan su división, obviamente aunado a estrategias burdas como la de ‘divide y vencerás’ que se utiliza en la propaganda desde hace mucho tiempo y que se subrayan en el libro.
“Por otro lado, los periodistas son una pieza muy importante que, como sociedad, desafortunadamente no valoramos. Y este es un problema adicional: mucha gente no quiere pagar por sus contenidos, cuando hacer un buen periodismo cuesta tiempo y dinero. Además de que no compra contenidos periodísticos, tenemos una sociedad bastante indolente respecto a la suerte del periodista”, remata el autor de Prensa inmunda.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com