PRODUCTO DE EXPORTACIÓN

¿Son las telenovelas el artículo cultural de mayor exportación de este país?, le pregunta Sabina Berman a Álvaro Cueva, crítico de televisión y autor de varios libros sobre la historia del melodrama televisivo mexicano.

“La telenovela es una aportación fundamental de nuestro país [a la cultura de masas], pero hay muchos mitos alrededor. Nos han vendido la idea de que México conquistó al mundo entero con sus telenovelas, que se ven en todos los países. Nos tragamos el cuento y nos llenamos de orgullo, cuando la verdad es que es un producto que sí se vendió en muchos países, pero ya no”.

Invitado a la emisión del programa John y Sabina del 18 de agosto de 2020 en Canal Once (https://www.youtube.com/watch?v=0DH9fMTMSnY), Cueva señala respecto a la telenovela mexicana que ahora compite por el gusto del público hispanoparlante directamente con los melodramas argentinos, colombianos y hasta los venezolanos que se graban en Miami:

“Se vendió en muchos mercados porque la misma Televisa era la dueña de los canales de distribución. [Emilio] El Tigre [Azcárraga], nada tonto, cuando pudo comprar, compró. Compró empresas por todo Sudamérica y, entonces, no había manera que la telenovela del Canal de las Estrellas no se viera en Buenos Aires.

“Ahora, que se vean en Francia no significa que se vean en el mejor canal y en el mejor horario. Por ahí teníamos un melodrama a las 4 de la mañana, en una frecuencia de nicho para inmigrantes latinos. No es lo mismo a triunfar a las nueve de la noche, en el canal más importante del país.

“Con todo, la telenovela es muy importante y poderosa. El sexenio pasado tuvimos una primera dama que antes fue estrella de las telenovelas. Y hay muchas situaciones históricas en las que han tenido que ver las telenovelas, particularmente delicadas en términos electorales”.

Cueva se refiere probablemente a la retransmisión de la telenovela histórica Senda de Gloria, que fue cortada cuando la trama de la revolución mexicana llegó al cardenismo porque, en 1988, el principal candidato presidencial de la oposición al PRI era Cuauhtémoc, el hijo del general Lázaro Cárdenas del Río.

En conclusión, ¡no somos los principales vendedores de telenovelas ni el Chapulín Colorado es el Superman latinoamericano!, se burla la dramaturga Sabina Berman.

TELEVISIÓN PERVERSA

Su coanfitrión, el politólogo John Ackerman, comenta que una de las problemáticas de la televisión mexicana es su profundo racismo, machismo, elitismo, clasismo y otro tipo de expresiones discriminatorias. Se reproducen los estereotipos de represión y control social en los programas y, quizás aún más, en los anuncios publicitarios. ¿Cómo romper este esquema?

“Este es un fenómeno histórico que tiene que ver con nuestros empresarios, con sus obsesiones, fijaciones y perversiones. Ni más ni menos”, sentencia Cueva.

“Es una vergüenza que, justo hoy que tantas cosas están cambiando en el mundo, en México sigamos bajo esos esquemas empresariales. Tarde o temprano se van a fracturar las estructuras de control y la gente no sólo se va a sentir ofendida, sino que va a rechazar esos materiales y vamos a dejar de exportar como industria. ¡Algo delicadísimo!”

Ackerman acota que las estadísticas internacionales demuestran que la confianza de los mexicanos en la televisión es menor a la de cualquier otro país de América Latina. Así como desconfiamos de los políticos, también desconfiamos de la televisión. Esto demuestra una gran conciencia política y una exigencia a las televisoras que, estas, todavía no han sabido aprovechar siquiera para sus intereses capitalistas de mercado.

“La burra no era arisca –comenta Álvaro Cueva–. La tele nos ha hecho muchas cosas feas. Esto que acaba de pasar con la pandemia, el ‘no le hagan caso a Hugo López-Gatell’, es nada más un ejemplo. Pero se pueden citar casos y casos. ¡La tele nos la debe!”

HOMOSEXUALIDAD CASTA

Y luego tenemos este problema de la autocensura casi irracional de contenidos nuevos, especialmente a las historias distintas, apunta Sabina a quien invitaron a escribir una telenovela sobre Juan Gabriel. Berman se emocionó mucho, porque Juan Gabriel es parte del soundtrack de su vida y porque fue amiga de Carlos Monsiváis, primer cronista del divo de Juárez.

La también frustrada autora de un guion de cine sobre la vida de Gloria Trevi, creyó que era hora de hablar de Juan Gabriel como el gran momento de apertura sexual y de expresión de la diversidad en nuestro país, en muchos sentidos. Pero le dijeron que la historia tenía que contar cómo Juan Gabriel, que era muy pobre, llega a Televisa. Y cuando preguntó si en la trama se iba a hablar de su homosexualidad, le dijeron que podría darse un beso con un novio, pero todo tratado muy respetuosamente.

Esta incapacidad de generar nuevas historias y la inercia de recalar siempre en la vieja historia de una niña pobre que se vuelve rica, ya no se ve en ninguna parte, lamenta Berman.

“Es terrible. Hasta Disney ha evolucionado con el paso de los años. Seguimos contando historias que no tienen nada que ver con nosotros. ¡Es vergonzosísimo!

“Hay un problema de arrogancia monumental en las televisoras de nuestro país. Tiene que ver con el hecho de ser un poder fáctico. Y ellos lo dicen: no presentan a morenitos porque los mexicanos somos muy feos. He peleado con altos ejecutivos porque me han dicho cosas que algún día voy a publicar.

“Te mueres cuando miras todos esos antivalores: los mexicanos somos feos, todos; las mujeres son estúpidas, todas; los homosexuales no existen. Puede entrar un personaje muy afeminado en un programa de espectáculos o de revista, porque esa cualidad de ser grotesco hace que la gente voltee a la pantalla y suba el rating”, denuncia Cueva.

Para John Ackerman esos antivalores son propios de las élites de este país, en todos los sectores. Y, justamente, lo que ocurrió en 2018 fue una rebelión ciudadana en materia electoral en contra de esa misma actitud en la esfera política.

Sin embargo, en la esfera mediática y, en particular la televisión, nos estamos tardando. Ya tenemos dos años y las cosas básicamente siguen igual, la hegemonía sigue siendo la misma, lamenta.

Aunque el programa John y Sabina se propone por lo menos innovar formatos, al permitir que a falta de público en el estudio la audiencia pregunte a través de las redes sociales.

ECONOMÍA POLÍTICA

Un espectador pregunta si, tomando en cuenta que actualmente en las redes sociales existe una conversación ampliada y lo que se ha denominado audiencia hiperactiva, ¿cómo calificaría Álvaro Cueva a la audiencia televidente actual? y ¿cuál es el futuro de las audiencias no manifiestamente activas?

“Las redes sociales han creado audiencias más participativas, y más conscientes de lo que están mirando. Siempre he sido un gran promotor de la educación mediática y, ahora que estamos poniendo contenidos educativos en los medios, creo que valdría la pena enseñar a la gente a analizar un noticiario, por ejemplo. El día que todos en este país sepan analizar un noticiario, se les cae el changarro a las televisoras”.

Y cuando le piden algunas sugerencias para el espectador, Cueva menciona las siguientes:

“Primero que nada, fíjate de dónde vienen las cosas; fíjate a qué se dedica la televisora que está generando la noticia, cuáles son las empresas paralelas que tiene esa televisora pues, qué casualidad, cuando tenemos hospitales nuestra perspectiva de la salud va por un lado y no por otro, cuando tenemos hoteles cambia nuestra disposición respecto al Tren Maya.

“La primera recomendación es analizar la economía política de los medios: cuál es el poder atrás del trono”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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