¿Las fake news son formas de violencia, daño moral y corrupción?, ¿revelan la complicidad entre medios y gobierno o son simples faltas de ética?
La pregunta la hizo una estudiante de la maestría en Derecho Constitucional de la UNAM a Sanjuana Martínez, en la parte final de la conversación que sostuvo la entonces recién anunciada directora de la agencia oficial de noticias Notimex con John Ackerman.
En el programa Diálogos por la Democracia (https://www.youtube.com/watch?v=R6oZB7raQdA) donde el académico estadounidense, naturalizado mexicano, tuvo como invitada a la autora de reportajes en libro tan contrastantes como Manto púrpura, sobre la pederastia clerical, o Las amantes del poder, sobre la vida privada de las figuras públicas, Martínez respondió:
“Todas estas manipulaciones informativas tienen como objetivo deformar la opinión pública sobre un tema preciso. Y a veces lo consiguen porque estamos viviendo con internet una inmediatez en la que se abarata el periodismo. Se dice que cualquiera puede ser periodista, que cualquiera puede hacer periodismo ciudadano y que ya eres periodista por escribir una columna o por hacer un comentario en radio y televisión, cuando en realidad el periodismo es una cosa muy seria.
“¿Te pondrías en manos de un médico sin título profesional, o de un dentista ciudadano? Es lo mismo, para ser periodista uno hace una carrera y, si se puede, estudios de posgrado. Es una constante preparación académica y por supuesto que eso te ayuda tener una ética, unos valores que vienen enseñados desde la universidad.
“Tengo colegas, sobre todo empíricos y algunas de ellas mujeres, que están a favor de eliminar las facultades de Comunicación o Periodismo. Yo digo que es todo lo contrario: hay que profesionalizar nuestro trabajo.
“A la ciudadanía hay que advertirle que no se deje llevar por las fake news, por estas manipulaciones. Y que adquiera criterio propio leyendo los medios tradicionales, pero también acudiendo a los medios alternativos: a YouTube, los blogs y todo este nuevo abanico de información que se nos presenta.
“Abanico que tiene sus riesgos como toda libertad. Y que tenemos que acotar exigiendo un rigor periodístico que no cualquiera tiene en las redes sociales”.
Por supuesto, las fake news no nacieron con las redes sociales, apunta Sanjuana Martínez. “Antes se les llamaba libelos, ¿y cuántos no se publicaron y se siguen publicando en los medios tradicionales?”
OBJETIVIDAD, UNA FALACIA
Otro estudiante, este de Antropología de la Universidad de Guadalajara, preguntó a la ganadora del Premio Nacional de Periodismo y del Premio Ortega y Gasset si el periodismo tiene que ser realmente objetivo.
Planteó el estudiante que durante mucho tiempo en la prensa hegemónica oficialista se ha vendido la idea de que el periodismo debe ser neutral, objetivo, aséptico y que no intime con las personas.
Sin embargo, acotó Martínez a lo dicho, “no conozco ninguna sala de redacción donde no haya ideología. Todos los periódicos tienen una carta ideológica: son de derecha, de centro o de izquierda. Están bien definidos, es una falacia la objetividad”.
Uno de los grandes maestros de Sanjuana “que fundó una revista” (se refiere a Julio Scherer pero no lo menciona por su nombre, debido quizá al conflicto laboral que tuvo con Proceso), “decía que objetividad es hacer que tu entrevistado diga lo que tú quieras. ¡Tremendo!”
Más allá de la objetividad, Martínez “abogaría por el equilibrio informativo: la obligación que tenemos los periodistas de contrastar las fuentes a la hora de investigar”.
“Nuestra misión como periodistas es riesgosa en la medida que podemos destrozar vidas si quisiéramos. Antes de ello, uno se debe de poner en los zapatos del otro. Pensar bien las cosas y dar la oportunidad de que también ellos se defiendan. Y equilibrar.
“Alguien me decía no estar de acuerdo en entrevistar a los verdugos. Yo sí lo hago. Pedí una entrevista con Pinochet cuando lo detuvieron. He entrevistado a los verdugos, a los sicarios, a los corruptos. Y los he entrevistado porque creo importante contrastar y conocer su posición.
“Nuestra obligación como periodistas es el equilibrio informativo, buscarlo con las distintas voces y con rigor. Porque más importante que la supuesta objetividad, es el rigor y ese equilibrio. La otra es una falacia. Cuando nos dicen que un programa es muy objetivo, lo que vemos es a un productor y a un conductor que le imprimen su sello, eligen a los entrevistados y manejan una línea editorial en el programa.
“Y ya no se diga en la columna de opinión. Eso es otra cosa. Los distintos géneros periodísticos te permiten jugar con la objetividad. En una columna no puedes pedir objetividad porque de lo que se trata es de la subjetividad de quien escribe. Pero en un reportaje sí. Por lo tanto, hay que reivindicar ese derecho al rigor que merecen nuestras audiencias” y dejar atrás el conflicto de atenernos o no a la objetividad.
DERECHO A CUESTIONAR
La primera ronda de preguntas cerró con la interrogante de un estudiante de la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién’ respecto a si, en los casos de denuncias por daño moral contra periodistas, no hizo falta una defensoría de las audiencias en los medios oficiales o privados.
Para Sanjuana Matínez: “Siempre es importante tener un ombudsman o una ombudswoman defendiendo los derechos de los lectores, oyentes o televidentes. Ya no existen en México los delitos de daño moral, la ley ahora es más garantista”.
“No obstante, un grupo de periodistas hemos sido perseguidos judicialmente con base en ese concepto de daño moral por denuncias de figuras públicas. En mi caso fue Jesús Ortega, presidente nacional del PRD, en una lucha en los tribunales que acabamos de concluir después de cinco años”.
Según Martínez, “estos juicios pretenden desgatar a los comunicadores, amedrentarlos, inhibir el flujo informativo. Y por eso Artículo 19, una organización en defensa de periodistas, conmina a los funcionarios y políticos a no estar entablando estos juicios contra nosotros porque son inaceptables”.
“Como figuras públicas, ellos tienen que someterse al escrutinio publico y de las noticias. Sin embargo, ahí está el caso de Humberto Moreira contra Sergio Aguayo, que está todavía abierto. O el de Eruviel Ávila contra Humberto Padgett en el Estado de México, que esperamos también concluya, porque estos juicios le hacen mucho daño a la libertad de prensa y de expresión.
“Es necesario que los funcionarios asuman su responsabilidad de ser cuestionados por los periodistas, por los ciudadanos que tenemos el derecho a hacerlo. Y que acepten ser criticados también. Es parte de su función y habría que pedirles madurez”, resume la periodista.