SI COLOSIO NO HUBIERA MUERTO…

El 23 de marzo de 1994, día que mataron a Colosio, Javier Solórzano estaba al aire en MVS. “Se hablaba mucho de cambiar al candidato” y en ese contexto resultaban creíbles todos los rumores que iban llegando de Tijuana, “pero nunca desde Lomas Taurinas, porque no había celular. Se decía que lo habían agarrado a batazos, que lo habían descalabrado pero que estaba vivo”.

A Colosio lo llevaron a un ratonera, explicó el conductor de programas en Canal 11 y el Canal del Congreso a los asistentes a la conferencia que dictó en el Teatro Hidalgo el sábado 23, cuando se cumplían 25 años del magnicidio. Y el espacio contribuyó a aislar el hecho. “Pero un ex alumno que trabajaba en una revista fue a un teléfono público que estaba cerca del puente de madera que era el único acceso, y me habló para asegurarme: ‘le metieron balazos a Colosio y ya va muerto’”.

Eran las 5:19 de la tarde, hora de Tijuana, recuerda Solórzano. Y ante los hechos consumados, la pregunta siguiente era y sigue siendo “¿por qué lo mataron?”

Qué habría pasado si Colosio no hubiera muerto, “es un mito formidable”, comenta el analista. Había indicios pero no sabemos que hubiera hecho con los alfileres que Zedillo le quitó a la economía.

Quizá, morir dejando sembradas tantas esperanzas es lo mejor que le pudo pasar a Colosio como figura histórica. Si Pedro Infante todavía viviera sería juez en La Academia o en La Voz, bromeó Solórzano.

LAS REDES NO SON CREÍBLES

Visto como un fenómeno de comunicación, si hoy mataran a un candidato presidencial ¿cuánto tiempo tardaríamos en saberlo?, se pregunta Solórzano, quien fue profesor-investigador de tiempo completo 15 años y director de la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Xochimilco. Lo cierto es que lo sabríamos casi en tiempo real.

Para Solórzano, quien hizo pareja con Carmen Aristegui en espacios informativos y de opinión, tanto en Imevisión, Multivisión y Televisa, “las redes sociales son importante pero no necesariamente creíbles”. Por eso, hoy todos estamos haciendo algo que habíamos dejado de hacer: después de enterarnos por las redes, “prendemos la tele”.

De nuevo los grandes medios están cumpliendo esta función de confirmar los hechos. Incluso, esa obligación de corroborar los hechos se impone para los propios medios tradicionales, agrega Solórzano.

Un día llegó a la redacción la noticia de que había muerto Chespirito. Al menos eso es lo que se decía en Twiter. Pero luego que Javier hizo el anuncio al aire, con las reservas del caso, “me habló Roberto Gómez Bolaños para decirme que estaba vivo. Por eso, si queremos saber si las cosas son ciertas, hay que ir a los medios”.

Muchos han decretado la muerte de la televisión, específicamente de los canales de noticias, y si bien “está cambiando todo, en el 92% de los hogares mexicanos hay televisión. Todavía el rumbo está en la tele y los medios tradicionales. Sin embargo, la gente joven está cambiando el rumbo. Tan rápidamente que los jóvenes de hoy no imaginan qué harán los que ahora tienen cinco años”.

Cuando se anuncia que Fox y Disney se van a unir, pero que Fox Sport se vende por separado, entendemos que en la nueva televisión “todo es a la carta”, resumió Javier Solórzano.

LOS MEDIOS PÚBLICOS

El tema de la conferencia que dictó el periodista para cerrar los festejos por el quinto aniversario del Colegio de Profesionales y Profesionistas de la Comunicación era ‘Los medios públicos en la Cuarta Transformación’. Y aunque luego derivó incluso al análisis comunicacional del escándalo de Las Palmas, a los medios del Estado dedicó la parte central de su charla.

Fue en “las misas matutinas” donde el presidente López Obrador prometió crear un sistema de medios públicos que sea equivalente a la BBC, la RAI o la Televisión Española, “pero no hay manera de hacerlo en el mediano plazo, son muchas las variables”.

El proceso de unificación de los medios públicos comenzó en 1985. El gobierno mexicano tenía el Canal 13 que nació privado como Corporación Mexicana de Radio y Televisión y se convirtió en paraestatal. Era una señal muy potente y Manuel Bartlett, el secretario de Gobernación del presidente De la Madrid, propuso juntar el 13 con el Canal 7 (que surgió como Televisión Rural de México) y el 11 del Politécnico Nacional. Nació así el Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión).

Para Solórzano fue una decisión brillante mediante la cual el Estado tomó conciencia de su obligación de explotar sus recursos en radio y TV. “Fue un momento virtuoso, alegre, muy importante”.

Figuras como Andrés Bustamante, Víctor Trujillo y Ausencio Cruz, Jorge Saldaña o Alejandro Aura en el entretenimiento; José Ramón Fernández y David Faitelson en los deportes; Carmen Aristegui y Javier Solórzano, Flor Berenguer, José Cárdenas o Javier Alatorre que vendría después, en la información, darían la batalla desde la televisión pública al monopolio privado.

La TV pública era entretenida y habría sido un gran activo para el Estado. “Pero en la venta de garaje que organizó el innombrable, llega Ricardo Salinas Pliego a comprar TV Azteca –la empresa en la que se había transformado Imevisión– y el hermano incómodo le da 30 millones de dólares para invertir en la televisora”, con lo que Raúl Salinas de Gortari puso el pie en la puerta del negocio.

Solórzano recuerda que en una gira presidencial “me permití preguntarle a Carlos Salinas qué iba a pasar con Imevisión, no en las relaciones laborales sino en el sentido de una televisión de Estado”. El Presidente lo mandó con su secretario de Hacienda, Pedro Aspe, y éste le aclaró que si no funcionaba el esquema privado “le bajarían el switch. Al final, TV Azteca le bajó el switch al gobierno”.

Más de 25 años después, Grupo Salinas ya no solo vende muebles sino que su ejecutivo financiero, Luis Niño de Rivera, como representante de Banco Azteca es el presidente de la Asociación de Bancos de México.

LA TELE DEL GOBERNADOR

En cuanto a los estados, pronto los gobernadores se dieron cuenta de que dependían de las televisoras privadas que los chantajeaban para hablar bien de ellos, y empezaron a crearse las televisoras públicas. El problema es que esos mandatarios vieron en los canales gubernamentales una forma de venderse como el mejor gobernante del país, explicó Solórzano.

Se desvirtuó el modelo de la televisión pública al grado que servía para hablar de la boda del gobernador o de la primera comunicación de sus hijos. Pese a todo, las televisoras públicas pueden hacer la diferencia: “tienen personal de primera categoría en cuanto a recursos técnicos y generación de contenidos”.

En medio de las discusiones sobre el derecho a la información, el derecho a saber y a la transparencia, se quiere descubrir el hilo negro respecto a la radio y la televisión públicas. Pero “hay una historia de gente que ha hecho grandes cosas por el país, en materia de derechos humanos, pluralidad y lucha por la democracia”.

El Canal 11 llega al 70% de la población con igual porcentaje de credibilidad, mientras que Televisa y TV Azteca apenas llegan a la mitad en los niveles de confianza de la población. “Uno de los canales con más credibilidad es el del Congreso, porque todo lo que transmite es en vivo”.

Sin embargo, en las giras los directores de comunicación de Presidencia estaban siempre en complicidad con Televisa. El poder político ha estado cortejando a esos medios, y eso no ha cambiado por lo visto, remató Javier Solórzano, si nos atenemos a la cena de Andrés Manuel López Obrador con el yerno de Trump, Jared Kushner, en la casa de Bernardo Gómez, copresidente de Televisa.

 

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