El lunes 3 de agosto, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, en el marco del Acuerdo por la Educación entre esa dependencia y las empresas Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios declaró que la educación está cambiando y la televisión también.
¿Pero acaso ya –como sentenció Lord Molécula en esa misma mañanera–, con la alianza para transmitir las 24 horas del día contenidos educativos a través de seis canales, la televisión dejó de ser “la caja idiota” que alguna vez describió Carlos Monsiváis?
Entrevistada por Julio Hernández López en el espacio de Julio Astillero del 4 de agosto de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=byfC70z7NJA), la periodista especializada Florence Toussaint discrepa del secretario Moctezuma “porque no se puede hablar en genérico de la televisión mexicana”.
La que está cambiando es la televisión pública, dice, pero la privada “sigue los mismos esquemas de hace mucho tiempo y no se ve en ellos una propuesta realmente educativa o formativa para niños ni jóvenes”.
Académica de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, columnista en Proceso y autora de varios libros sobre la situación de los medios electrónicos en nuestro país, Toussaint consideró el acuerdo de la SEP con la televisión privada una necesidad porque, en este momento, la televisión pública no cubre la totalidad del territorio.
“Ni siquiera la televisión privada llega a toda la población: tiene un alcance del 89 por ciento. Pero la televisión pública tiene una cobertura mucho menor: apenas alcanza al 70 por ciento de la población. Queda una zona oscura del 11 por ciento, a donde no llega la señal televisiva”.
“Y eso con todas las ampliaciones de la cobertura que ha habido por el otorgamiento de nuevas concesiones. El proceso de licitación ha sido profuso para la televisión privada desde 2014 –cuando cambió la ley– hasta la fecha, y todavía en 2020 se entregaron nuevas concesiones comerciales privadas. En cambio, la televisión pública no ha crecido en la misma proporción.
“Para alcanzar a los 30 millones de estudiantes que, según Moctezuma, requieren tomar clases a través de este medio, era necesario entonces que la televisión privada entrara al relevo”, resume Toussaint.
Ahora bien, “tal vez la emergencia no les dio tiempo, pero hubieran podido hilar más fino. Precisar a qué zonas realmente no llega la televisión pública, y sólo entonces incorporar a la televisión privada”.
“Al incorporar a los canales comerciales a la televisión educativa, otra vez la visibilidad de la televisión pública queda opacada. Por lo general, la gente está más acostumbrada a recibir la señal privada. Y si la televisión pública no será la principal fuente de educación a distancia, quedará rezagada a nivel nacional.
“La televisión pública ha estado trabajando los contenidos educativos desde que empezó la jornada de sana distancia y los niños dejaron de ir a la escuela. Se debió tomar en cuenta la experiencia que adquirió con Aprende en Casa e, incluso, con Verano Divertido en vacaciones”.
TV PÚBLICA, REZAGADA
Aparte de no aprovechar la calidad ni la capacidad técnica de la televisión pública para llegar al 70 por ciento de la población mexicana y, así, pedir a la televisión privada que ayudara a cubrir únicamente el resto del 89 por ciento del territorio nacional bañado con señal abierta, la negociación de este acuerdo concede a los magnates de la televisión privada un papel preponderante, critica Julio Astillero.
En la fotografía del evento aparecen en primera fila Emilio Azcárraga Jean (Televisa), Benjamín Salinas Sada (TV Azteca), Olegario Vázquez Aldír (Grupo Imagen) y Francisco González Albuerne (Multimedios). En segunda fila estuvieron los directores de los órganos públicos, Jenaro Villamil (SPR) y José Antonio Álvarez Lima (Once TV), pero también debieron estar Armando Casas (Canal 22) y Lidia Camacho (Televisión Educativa). Finalmente, quienes intervinieron en la presentación fueron los empresarios; Jenaro Villamil sólo habló para precisar el tema de los canales de multiprogramación, señala el conductor.
“Efectivamente –reconoce Florence Toussaint–, la televisión pública fue relegada. Más tarde ese día hubo una intervención de la presidente de la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México que agrupa a 74 instituciones, para explicar lo que se estuvo y van a seguir haciendo ya que esas emisoras no se desvinculan del proyecto y continuarán transmitiendo.
“No obstante, quisiéramos ver un mayor impulso a la televisión pública que tan importante papel ha jugado en esta cuarta transformación. En especial el Sistema de Radiodifusión del Estado Mexicano, a cargo de Jenaro Villamil, ha estado difundiendo información y las conferencias en Palacio Nacional, realizando un trabajo periodístico de fondo,” y merece por lo mismo un papel más protagónico en el tema educativo.
MULTIPROGRAMACIÓN
En términos de multiprogramación, es decir, de la disponibilidad ahora en la televisión digital de canales alternos o secundarios, las televisoras privadas resultan aparentemente beneficiadas al poder utilizar canales que no tienen todavía una acreditación de gran audiencia ni mucha monetización o comercialización, señala Astillero.
Les van a pagar los gastos de transmitir los programas educativos: 450 millones de pesos, 15 centavos diarios por cada alumno. ¿Es un beneficio directo o realmente es un buen servicio el que está prestando, en términos técnicos y económicos, las cuatro empresas de televisión privada a la causa educativa nacional?
Para Florence Toussaint, es confuso el tema de la multiprogramación. Según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones, quienes están haciendo más uso de la multiprogramación son los canales públicos. Los canales privados aprovechan poco esa tecnología.
“Sin embargo, desde el sexenio pasado, en las políticas establecidas por el Ifetel es claro que la televisión comercial tiene prioridad. En este esquema neoliberal que busca producir y generar ganancias, la televisión se considera un negocio que se debe apoyar.
“Los canales comerciales no han usado la multiprogramación porque realmente no la necesitan: se otorgaron muchísimas concesiones para uso privado. En 2019 había 257 concesiones públicas, 21 de uso social (el nuevo concepto en la ley) y 885 comerciales. Entraron al mercado, además, ocho nuevos grupos de televisión privada y ampliaron su cobertura Imagen Televisión y Multimedios Televisión. En cambio, hubo muy pocas nuevas concesiones de tipo público: apenas unas tres universitarias y dos públicas.
“Es una política que se instrumentó desde la Cofetel en el sexenio de Vicente Fox y después con Felipe Calderón. Pero cuando se reforma la ley en 2014, se establece una línea a favor de la televisión comercial. Salen nuevas licitaciones, pero las más grandes estaban destinadas al sector privado. Las más pequeñas se destinaron al sector público y a la nueva figura de uso social”.
TELEVISIÓN INDÍGENA
“Para colmo, en la televisión no existe lo que en la radio: el uso comunitario y el indígena. No tenemos una sola televisora en lengua indígena, y esto podría darse perfectamente con la multiprogramación. O, simplemente, otorgando a los pueblos originarios sus propios canales. Claro, cuesta dinero mantener una televisora”, apunta Florence Toussaint.
“Lo cierto es que hay una gran desigualdad y es difícil que esa desigualdad termine en este sexenio, porque las concesiones se dieron a 20 años. A Televisa y TV Azteca se las refrendaron en 2018, antes de las elecciones, y vencen hasta 2024.
“No hay manera de mover este esquema, pero sí se podría dar más apoyo a la televisión pública para, de ese modo, crear un contrapeso si no en términos numéricos sí de calidad, dando más apoyo financiero y una mayor visibilidad a los medios públicos”, resume la invitada.
En conclusión, habría que continuar el proceso para dar a los medios públicos el aprovechamiento que les venía dando hasta ahora la 4T pero que, con la firma del Acuerdo por la Educación, podría detenerse para trasladar esa visibilidad a los canales privados.
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