Breve historia de nuestro neoliberalismo. Poder y cultura en México (Debate, 2021) es un ensayo en el que Rafael Lemus cuenta la vida de este fantasma ideológico en territorio mexicano, cómo fue su llegada a nuestro país en la década de los ochenta, cómo se instauró y cuáles son las características más destructoras de este modelo económico que todavía está vigente en nuestro país, resumen Los Periodistas, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela.
Y recuerdan cómo, en diciembre de 2013, Rafael Lemus renunció al consejo editorial de Letras Libres. En una carta que le dirige a Enrique Krauze, reprocha que en la revista hay censura a toda práctica de izquierda: “…como sabes, desde hace tiempo me he ido desplazando hacia la izquierda y, casi por carambola, mi distancia intelectual e ideológica con la revista ha crecido al grado que, hoy, rara vez coincido con sus posturas políticas y estéticas”.
Y agrega Lemus: “ocupada en censurar toda práctica de izquierda, la revista Letras Libres desatiende sistemáticamente asuntos que me parecen cruciales: la desigualdad, la exclusión, la precariedad económica. Consagrada a defender un liberalismo que terminó por volverse hegemónico, apenas si hace la crítica de nuestro presente, de las sociedades capitalistas y democracias liberales en que vivimos”.
Señala no compartir “la hostilidad de buena parte de los consejeros ante todo aquello que rebasa los bordes del humanismo liberal, la teoría, la academia, los estudios culturales y el arte contemporáneo, las vanguardias, las estridencias, papasquiaro y lo que se acumule esta semana. Y, desde luego, no planteo sumarme a ninguna cruzada contra ello”.
Y en el último párrafo, le dice a Enrique Krauze: “se me ha dicho que puedo expresar mi disenso, siempre y cuando no sea radical, en las páginas de Letras Libres y dar la lucha desde el consejo. No estoy seguro de lo segundo. Mi función como consejero editorial ha sido siempre menor, rara vez se me ha consultado algo. Y, a mi juicio, los dos o tres dictámenes críticos que entregué sobre la revista, no fueron atendidos. En cuanto a lo primero, me parece mejor exponer mi desacuerdo, a veces radical, desde otra parte”.
UNA HISTORIA CULTURAL
Según Delgado y Páez Varela, quienes entrevistaron al autor en su programa de Los Periodistas del 26 de mayo de 2021, en el canal de Sin Embargo al Aire enYouTube (https://www.youtube.com/watch?v=FMO_xpShduI&t=46s), el libro de Rafael Lemus propone una lectura del neoliberalismo desde una perspectiva poco analizada: la cultural.
Y, en efecto, dice el autor, el libro es “una historia cultural del neoliberalismo en México”. Lo que intentó el cuentista y ensayista, actualmente profesor de literatura en California State University (Fresno), fue “estudiar la radical transformación del país a partir de los años ochenta hasta el presente, el modo en que el neoliberalismo sacudió todos los órdenes del país: la economía, el Estado, la ciudad, las universidades, el hogar, los cuerpos”.
El análisis se concentra en el medio cultural mexicano, “y reviso la forma en que ese campo cultural (sus prácticas, sus productos, sus tensiones) fue transformado por el neoliberalismo; la manera en que ciertos intelectuales, escritores y agentes culturales colaboraron con la imposición del neoliberalismo en México. Y entre esos escritores destaca Octavio Paz y el círculo alrededor del premio Nobel: Enrique Krauze, Gabriel Zaid…”
DEMOCRACIA CON ADJETIVOS
Para muchos lectores y críticos, es casi una herejía atribuirle a un poeta laureado y ensayista como Paz, o a historiadores como Krauze y Héctor Aguilar Camín, también novelista, haber contribuido a la instauración de un modelo económico cuyas consecuencias todavía estamos viviendo, señala Álvaro Delgado.
Pero, por otro lado, esa participación intelectual explicaría la reacción que tuvieron los directores de las revistas Letras Libres y Nexos ante la 4T, al grado de llamar a la conformación de una coalición electoral –como la que se oficializó en Va por México– para quitarle la Cámara de Diputados al presidente López Obrador.
No es tanto una herejía como un intento de “perforar las leyendas que se han creado alrededor de Paz, Krauze y Aguilar Camín”, responde Lemus. “La de Paz, como un poeta al margen de la vida material o un intelectual que participa siempre desde la distancia crítica. Y las de Krauze o Aguilar Camín, como adalides de la democracia mexicana, como grandes figuras de la transición democrática”.
Lemus intentó “hacer una historia material, donde se ven sus intervenciones políticas precisas y sus alianzas en todo momento con distintos grupos de poder, funcionarios y empresarios”.
El Paz que revisa Lemus no es el poeta ni el joven, sino “el Octavio Paz de los años ochenta y noventa, el último Paz que interviene repetidamente en su revista y en otros periódicos para hablar de política mexicana, y que una y otra vez va a coincidir con los regímenes neoliberales, con los gobiernos en turno, que se va a dejar consentir por Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, y va a ayudarles a naturalizar la razón neoliberal en el país y a construirles un enemigo a modo: el enemigo de la izquierda y el enemigo del populismo. Algo que continuará haciendo Letras Libres en los años posteriores a su muerte”.
Lo mismo Krauze y Aguilar Camín, “aparecen aquí como figuras que no están apoyando en todo momento la democratización del país, así a secas, sino que están participando de la política y de pronto coinciden con unos grupos y de pronto con otros”.
Lemus estudia un momento muy revelador: “las elecciones de 1988, cuando estalla el conflicto electoral porque Cuauhtémoc Cárdenas no reconoce los resultados y la mitad de la sociedad mexicana sospecha que hay fraude.
Tanto Paz como Krauze, Zaid o Aguilar Camín, en vez de pedir que se cuenten los votos que era lo que habían venido pidiendo desde mucho tiempo antes (ellos decían que México cambiaría cuando se contaran los votos), en ese momento en las que hay unas elecciones por fin competidas y reñidas dicen es que no hay que contar los votos. No sabemos si hubo fraude, justifican, pero lo mejor es optar en este momento por la estabilidad, optar por Salinas de Gortari”.
Para Lemus, este momento “es un caso claro” en el que se ve que ninguno de esos intelectuales “está actuando como un demócrata”, sino “como personajes políticos” que apuestan “por unos funcionarios en contra de otros”.
EL APARATO CULTURAL
Después de 1988, los mexicanos vimos al panista Diego Fernández de Cevallos gritar en la tribuna de San Lázaro “¡cállense!” a la oposición que se negaba a aprobar la quema de los paquetes electorales donde estaban las pruebas del fraude, recuerda Páez Varela.
Y vimos al país transitar hacia una recomposición de las instituciones, en particular de las instituciones culturales, que se convierten en herramientas de estos grupos culturales en el poder, Letras Libres y Nexos, que no sólo validaron a Carlos Salinas de Gortari sino al régimen neoliberal que estuvo vigente 40 años hasta 2018 cuando los tecnócratas son forzados a salir del gobierno por la mala.
“Esa parte también la estudio”, completa Rafael Lemus. Una de las paradojas del neoliberalismo en México, es que los gobiernos neoliberales, en concreto el de Salinas, “al mismo tiempo que adelgazan y debilitan el Estado mexicano, fortalecen el aparato cultural”. El salinismo funda el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el fondo nacional para estimular esas actividades (Fonca). “Y otra de las paradojas sería que, ahora, un presidente que se declara anti-neoliberal como López Obrador haya golpeado ese aparato cultural”.
El neoliberalismo mexicano, en los finales de los ochenta y durante los noventa “va a fortalecer el aparato cultural, se van a crear nuevos espacios, nuevas instituciones, y se les va a proveer de recursos. Desde luego, tanto Vuelta (que dirigió Paz hasta su muerte, luego refundada por Krauze con la cabecera de Letras Libres) como Nexos, van a disputar esos espacios y esos recursos; van a querer gestionar de un modo u otro esos aparatos culturales, y los van a querer utilizar a su manera”.
Curiosamente, Lemus “no diría que los secuestran durante 40 años o que los utilizan ellos exclusivamente como herramientas, pues en esos espacios hubo pluralidad”. Pudo “haber otras voces, otros becarios y otras personas que acceden a esos mismos instrumentos culturales, y que no necesariamente replica[ro]n los discursos oficiales de los gobiernos priístas o panistas”.
EMPRESAS LUCRATIVAS
Esos grupos culturales en torno a las dos revistas terminaron siendo empresas editoriales muy lucrativas, y derivaron en verdaderos cacicazgos culturales que, con la alternancia que supuso López Obrador como presidente de la república, se enfrentan al nuevo régimen, observa Delgado.
El libro no aborda ese enfrentamiento más que al final, advierte Lemus, y aunque no hubiera estado mal hacer ese análisis de la mala relación de López Obrador con Krauze y Aguilar Camín, era algo que apenas estaba ocurriendo cuando terminaba de escribir la Breve historia de nuestro neoliberalismo.
“Pero, sin duda, la victoria de López Obrador sacudió el medio cultural mexicano” y el gobierno de la 4T removió “el interior de estas revistas que antes fueron, de uno u otro modo, favorecidas por los gobiernos panistas y priistas, y ahora no cuentan con ese apoyo. Al contrario, se han vuelto enemigos.
Dos cosas ha ocurrido con esos grupos: perdieron “cercanía con el Estado desde luego”, pero al mismo tiempo “han ganado otra vez un cierto filo crítico que habían perdido”, regresando a una etapa que le tocó vivir a Rafael, quien colaboró durante muchos años con Letras Libres: fue secretario de redacción de 2008 a 2010, para terminar rompiendo en 2013.
“Durante esos dos años, como secretario de redacción sobre todo, editando la revista me daba cuenta que Letras Libres había perdido su filo crítico: no podía hacer la crítica del presente ni mexicano ni global, porque a fin de cuentas estaba de acuerdo con las cosas que estaban ocurriendo, estaba más o menos de acuerdo con los gobiernos mexicanos y estaba más o menos de acuerdo con la manera como funcionaba el neoliberalismo de manera global.
“A lo que se dedicaba Letras Libres era a hacer la crítica de las izquierdas latinoamericanas y mexicanas, pero no estaban criticando el poder. No lo podían hacer porque coincidían ideológica y materialmente con esos grupos en el poder. Hoy vuelven a recuperar algo de esa pujanza crítica, dado que no tienen una relación tan cercana con ese Estado y no coinciden ideológicamente con él. Vuelven a recuperar pujanza crítica, pero esa crítica desde luego está un poco mermada por esos estereotipos sobre el populismo que tienen, esta imposibilidad de pensar un poquito más allá del marco liberal, etcétera”.