¿Cuáles son los rasgos keynesianos que se pueden identificar en el modelo económico del presidente Andrés Manuel López Obrador?
Tal es la pregunta que Ernesto Ledesma les ha venido haciendo a sus invitados en la emisión del 4 de enero de 2022 de Perspectivas, (https://www.youtube.com/watch?v=EUWMDzs_q_I&t=372s), el programa de Rompeviento TV donde ya antes se analizaron los probables componentes neoliberales y marxistas de la 4T:
Federico Novelo, doctor en Ciencias de Política Internacional, y Humberto Calzada, economista en jefe para Rankia Latam, quienes estuvieron acompañados por Violeta Núñez, doctora en Desarrollo Rural por la UAM-Xochimilco y coordinadora del libro La economía de la 4ª. Transformación (Juan Pablos Editor, 2021) en el que 19 expertos desglosaron los elementos teóricos y metodológicos que este gobierno ha tomado de esas tres escuelas de pensamiento económico.
Para Violeta Núñez, “es una pregunta muy difícil. En un país como México el keynesianismo enfrenta la misma situación crítica en la que ha vivido históricamente el capitalismo desde 1929”.
“Somos la economía decimoquinta a nivel internacional por el tamaño del producto interno bruto, pero resulta que también somos una de las economías más desiguales y con mayor pobreza a nivel mundial: 66 millones de mexicanos viven en condición de pobreza.
“Esta situación de crisis no sólo no se resuelve sino que se ha venido agudizando y, desafortunadamente, con la pandemia se complicó aún más. El escenario crítico se vino gestando durante los últimos 40 años, aun cuando las desigualdades las podemos rastrear hasta la época colonial”. Ahora bien, hay respuestas a esa crisis que pueden ser analizadas desde el paradigma keynesiano.
“Por ejemplo, el gasto gubernamental es en verdad histórico. Tendremos que valorar en unos años si esto tuvo efecto o no sobre la pobreza, la desigualdad y el consumo”, un elemento fundamental de la demanda agregada que plantea el keynesianismo. Violeta Núñez se pregunta cuánto se estimula el consumo cuando “el 65 por ciento de los hogares de este país al menos recibe una beca”.
PARECE KEYNESIANO
“En el planteamiento del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, el presupuesto para este año tiene esa característica” keynesiana, sugiere Núñez Rodríguez.
“Si bien es inercial, adquiere una particularidad en específico por el aumento de las becas a los adultos mayores o por la inversión que se va a dar a proyectos como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas.
“Independientemente de que estemos o no a favor de esos proyectos, es loable la idea de plantear un gran gasto en aquellos rubros estratégico del presupuesto: el destinado a Pemex, la Comisión Federal de Electricidad y el Sector Salud, así como a las políticas de educación y bienestar.
“Después de lo que se tiene que pagar por pensiones y obligaciones de deuda, la inversión en los rubros petrolero, eléctrico y social es histórica, especialmente si la comparamos con los sexenios neoliberales. Desde mi lectura, estas acciones se enfocan desde una corriente más keynesiana que neoliberal.
“El Estado que tenemos en la 4T es más socialmente responsable, es más un Estado benefactor en comparación con el Estado neoliberal. Y se ve la diferencia en la cantidad a invertir a través de los programas sociales y proyectos gubernamentales.
“Los aumentos al salario mínimo que se han venido dando año con año [desde 2019], si bien es algo que se tenía que hacer, ningún gobierno desde los de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari se había planteado subirlos por arriba de la inflación. Al contrario, mantener el salario mínimo en bajos niveles fue una ancla antiinflacionaria. Los incrementos llaman la atención, pero habrá que evaluar si la intención es reactivar el consumo.
“Finalmente, coincido con Federico Novelo en que están pendientes muchos elementos que corresponden al modelo keynesiano: una política de pleno empleo, la reforma fiscal y acotar la autonomía del banco central”, resume Núñez Rodríguez.
VIEJO Y NUEVO PRI
Luego que Federico Novelo estableció un paralelismo en la concepción política de López Obrador y el nacionalismo revolucionario que fue una de las señas de identidad del Partido Revolucionario Institucional, Ernesto Ledesma recuerda una entrevista que le hizo a Manuel Bartlett en 2018.
Fue antes de las elecciones presidenciales y el periodista no pudo evitar encontrar surrealista la adhesión del hoy director general de la CFE a la 4T, luego que Bartlett operó la caída del sistema de cómputo en los comicios de 1988. Ver a un priista duro militar en la izquierda, le pareció a Ledesma tan incoherente como hubiera sido una ruptura de don Fernando Gutiérrez Barrios con el PRI.
¿Qué pasó con el PRI?, le preguntó Ledesma al político que como priista fue secretario de Gobernación y gobernador de Puebla. Y Bartlett explicó que el PRI al que él se afilió era un partido nacionalista y revolucionario, mientras que el nuevo PRI acabó siendo un partido completamente neoliberal. Al margen de la corrupción, le explicó, ‘no es lo que nosotros construimos’.
Con base en esa definición de Bartlett, ¿cómo definir el nacionalismo revolucionario? Ledesma le pregunta a Federico Novelo, un economista que a lo largo de la charla se ha mostrado molesto con la forma en que lleva la economía el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Si es tan errática, ¿cómo explicar el respaldo popular tan importante que tiene este presidente? ¿Será quizá porque, entre otras cosas, no ha habido una devaluación? ¿O porque ciertos rasgos económicos a nivel macro y micro, dejan ver un manejo de las finanzas menos peor de lo que vino ocurriendo?
LIBERALISMO SOCIAL
Para Novelo, “la tradición que sintetiza como ideólogo del PRI Jesús Reyes Heroles, tiene arraigo en el liberalismo social. Estoy pensando en Francisco Zarco, fundamentalmente, o en Ponciano Arriaga. En los grandes liberales con preocupación social, no en los lectores de John Stuart Mill como era Guillermo Prieto”.
“Pienso en los liberales que estaban en el frente político y que son recuperados durante el Constituyente de 1917 por el ala más progresista: aquella que se acerca a los planteamientos de los grandes problemas nacionales, a la recuperación del sentido social campesino de la propia lucha armada, y a la posibilidad de tener un ‘leviatán mexicano’, como diría Arnaldo Córdova: un Estado y, sobre todo, un poder ejecutivo notablemente engrosado en sus facultades.
“Este tipo de circunstancia y la facilidad de mantener un margen de discrepancia frente al gran hegemón del planeta y nuestro vecino, Estados Unidos (ese elefante con el que tenemos que dormir, como decía Porfirio Díaz), es lo que va construyendo una ideología y una política nacional revolucionaria.
“Ideología que encuentra su mejor expresión en la figura de Lázaro Cárdenas. A partir de ahí, lo que tenemos son recurrencias a partes de esa gestión cardenista de alguien que también es inspiración para AMLO, Adolfo López Mateos, sobre todo en su política expropiatoria y la dimensión social que tiene la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social.
“Finalmente, el nacionalismo revolucionario vive otra etapa con Luis Echeverría, de quien fue secretario de Recursos Hidraúlicos Leandro Rovirosa Wade, el mismo que como gobernador de Tabasco va a ser el mentor político de Andrés Manuel López Obrador; lo puso al frente de la gestión de los pueblos indígenas de su estado”, desglosa Novelo.
CÁRDENAS Y ECHEVERRÍA
“Echeverría Álvarez quiso crear un punto de inflexión respecto al mal sabor que para muchos mexicanos dejó el presidente Gustavo Díaz Ordaz –sigue diciendo Federico Novelo–, por la represión a los movimientos médicos de 1965 y a los estudiantiles en la universidad nicolaíta de Michoacán en 1966 y de la Universidad de Sonora en 1967; por supuesto, por la brutal represión al movimiento estudiantil de 1968 en la capital del país.
“Echeverría tomó una serie de medidas que fueron de enorme relevancia. Entre otras, preocupado por la matrícula estudiantil del nivel superior en donde la misma cantidad de jóvenes que ingresaban al Politécnico y a la Universidad Nacional era la de los no aceptados, tomó la gran decisión de de crear la Universidad Autónoma Metropolitana donde trabajamos Violeta y yo. La UAM sería la última universidad pública mexicana construida con recursos federales.”
Esa paridad entre aceptados y rechazados se rompió. “Hoy los que ingresan son menos de la décima parte de los rechazados. Pero dudo que sean una buena solución las universidades Benito Juárez o esos otros enseñaderos [quizá Novelo se refiere con ese término a las universidades interculturales] que pueden descalificar mucho a los egresados de un plantel de educación superior”.
“No confío mucho en la gestión de la educación superior de la 4T por razones de incapacidad de quienes están al frente de estas políticas”. Sin embargo, fundar universidades acerca al sexenio de López Obrador al echeverriato, el último gobierno nacionalista revolucionario.”
Echeverría también defendió “la idea de mantener la rectoría del Estado en la producción siderúrgica y en todo el eslabonamiento que tendría con la producción automotriz, tubera, etcétera”. Le dio un papel relevante a la industria metalúrgica que, “si bien produce un bien intermedio, se volvió estratégico para todas las producciones en aquel periodo”, señala Novelo.
NACIONALISMO Y POPULISMO
La ideología del nacionalismo revolucionario, “prácticamente, empieza a declinar con López Portillo y toca fondo a partir de Miguel de la Madrid, pese a los retornos que intenta Salinas con el liberalismo social”, comenta Federico Novelo.
“Hay declaraciones de Salinas en ese sentido”, pero ya las condiciones de la economía mundial no eran las mismas. “La idea de la modernización que ha sido permanente en México desde la restauración de la república, nos llevaría a tomar elementos de cambio estructural. Un término que la derecha le robó a la izquierda en México, y que tiene su expresión máxima en el tratado de libre comercio”.
“Hay, pues, un renacimiento de la ideología del nacionalismo revolucionario, aunque no creo que Bartlett sea el mejor representante de esa corriente. Lo fue, sin duda, Jesús Reyes Heroles. Y cualquiera que esté interesado en la construcción de lo que llamaba Justo Sierra ‘los sentimientos políticos de los mexicanos’, debe leer la historia del liberalismo que escribió don Jesús Silva Herzog. Esos tres tomos son indispensables para comprender la relación entre liberales revolucionarios y la 4T.”
En los últimos años, “este fenómeno político fue tocado por el virus del populismo, el nuevo fantasma que recorre el planeta. No es un término despectivo, sino un proceso que hay que entender con mucha dedicación y al que se están aplicando mentes tan talentosas como la de Nadia Urbinati y Pierre Rosanvallon, quienes nos permiten entender también cómo, entre los despojos que produjo el neoliberalismo, la suma de malestares encumbra a nuevos líderes que tienden a componer las cosas. Esperemos que sí lo hagan, porque las cosas cuando van mal siempre se pueden poner peor”, concluye Federico Novelo.
TODO Y NADA
Después de tres programas, ¿a qué se acerca más el gobierno de López Obrador: al neoliberalismo, al marxismo o al keynesianismo?, le pregunta Ledesma para cerrar el ciclo a Violeta Núñez:
“Coincidiendo con las intervenciones que hemos tenido, puedo decir que no es liberal, no es marxista y no es keynesiano. Y, a la vez, es neoliberal, tiene algunos elementos del marxismo y otros que quizá no son keynesianos pero parecieran serlo.”
Con la promesa de discutir el tema de la economía moral, la coordinadora del libro resume los capítulos diciendo que “es todo y es nada, a la vez”.
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