Este 1 de diciembre inicia para nuestro país una nueva era, llena de esperanza, de grandes expectativas de justicia social; de rendición efectiva de cuentas públicas; de transparencia de la vida pública; de fraternidad entre todos los mexicanos de todas las ideologías, de todos los credos: llega a la presidencia de la república un ciudadano de la mayor buena fe, que se apoya en los grandes ideales de lucha del pueblo mexicano y de sus principales líderes históricos.
¿De qué tamaño es la esperanza? Monumental. Nada más veamos un solo dato: llega al cargo con más del 63 por ciento de aceptación, mientras que la leña del árbol caído yace inerte, abatido, reprobado totalmente, sus ramificaciones de la corrupción están intactas, es cierto, pero ya no tendrán la savia que desde el poder presidencial las alimentaba.
Vivimos para verlo y contarlo. Atrás quedaron largos años de lucha de muchos y muchas que nos entregamos, desde la izquierda, a una tenaz y constante guerra política para derrocar el régimen de la corrupción que dominó al país tras más de 80 años, y que parecía eterno. Pero el pueblo mexicano, que ya ha dado en otras ocasiones muestras de que cuando se llega, se llega, es decir, puso un alto al presidencialismo corrupto, que dominaba todas las áreas de la vida pública, el poder judicial, el poder legislativo, el militar; a los empresarios corruptos también.
En estos cinco largos meses de transición, el ya presidente electo -y en unos momentos en funciones constitucionales plenas- resistió todo tipo de embates provenientes de muchas fuentes tradicionales de la corrupción, desde los medios enchufados al poder político y económico; desde seudo intelectuales orgánicos de la corrupción, desde los legisladores y líderes de los partidos perdedores. No obstante la mala fe que les anida en su corazón derrotista, no pudieron desmoralizar a nuestro gran líder y patricio mexicano, que les dio claras muestras de que es un hombre sereno, entusiasta, de buena fe, con capacidad de estadista, alegre, feliz.
Estoy de acuerdo en que este gobierno que inicia será cuestionado desde el primer día por aquellos que, acostumbrados a los privilegios del control político de la vida pública y del estado mexicano, querrán volver por sus fueros, es decir, a participar de las mieles de la corrupción pública, acostumbrados como estaban a ella. Pero eso será imposible.
Una nueva moralidad política y de la vida pública ha iniciado este 1 de diciembre. Se han tomado medidas pertinentes para acotar a los corruptos que, revolviendo el agua con protestas infundadas en el congreso y en las entidades, creen que obtendrán beneficios. No será así, y tendrán que entrarle a esta nueva era de la vida pública, sujetándose a la ley y a las normas de alta moralidad pública que el gobierno de Andrés Manuel impulsa desde luego. Y ésta será la mejor y más efectiva bandera para lograr la cuarta transformación: la eficiencia en el servicio público y el combate frontal y total y sin cuartel a la corrupción.
Colima mismo verá una nueva era de gobernabilidad, donde se acabaron los moches tan dados desde siempre y hasta ahora 1 de diciembre. Y hay que ser claros, las protestas contra los delegados del gobierno federal en algunas entidades, o por grupos identificados con las viejas maneras de la corrupción; obedece precisamente a que se les cortaron ya las uñas, pues, habrá una nueva metodología y un manejo escrupuloso de programas y recursos públicos.
Ya se pueden observar señales desesperadas de quienes aún piensan que seguirán haciendo lo que saben: brincar instituciones y aliándose con facciones. Así se vio hace unos días con el gobernador Ignacio Peralta, que corrió a la ciudad de México a reunirse con destacados personajes de origen colimense vinculados al presidente Andrés Manuel de manera directa. Creen que dividiendo lograran su cometido. Independientemente de cortesías que se corran los unos a los otros, es decir, los personajes del viejo régimen priista corrupto con los entrantes del gobierno de la cuarta transformación; de cualquier manera tendrán que sujetarse a la honestidad pública.
En Colima habrá un gran desarrollo, sin duda. Hay confianza en que la compañera Indira Vizcaíno Silva, hará un excelente papel como enlace directo del gobierno federal; tiene capacidad, y muchos la apoyaremos para que nuestra querida entidad salga de los rezagos históricos, y del lago de la corrupción pública.
Estamos todos contentos, hay alegría en las familias de millones de mexicanos que vimos y participamos del triunfo del presidente que lo será de todos. Es un hecho histórico, similar a grandes acontecimientos de la historia nacional. Podríamos decir, que las grandes luchas de grandes patriotas y millones de mexicanos, cuajó. Valió la pena. La vimos llegar. Y ahora lo que sigue es honrar la memoria de quienes luchando por sus ideales, perdieron la vida, o que cumplieron su ciclo vital, dejándonos grandes enseñanzas.
¡Viva México! ¡Viva nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador!
PUNTO Y RAYA
Brinca la tablita yo ya la brinqué. Así parece decir el diputado local Miguel Ángel Sánchez Verduzco, quien ha pasado a hacer historia solo, pues es el primero que traiciona formalmente al pueblo colimense, y ante este esperado desenlace -de varios más que se esperan- se llega a pensar que el Congreso del estado de Colima, está “salado”, porque no se ha logrado consolidar como una institución libre y de legisladores responsables.
Cada tres años, brincan la tablita de la dignidad, diputaditos y diputaditas, encuerándose de una investidura, para colocarse otra, sin el menor recato; sin pensar en los orígenes populares del cargo.
Si se revisan las declaraciones suyas, de que le juraba amor eterno al proyecto de MORENA y su líder y ahora ya presidente en funciones este 1 de diciembre; este legisladores ha de estar sangrado de su boquita, por haberse mordido la lengua, o haber caído más pronto que un cojo en las manos de los intereses contrarios al obradorismo.
Muchos piensan que se deben poner candados en la ley para evitar este “fraude” que representa el hecho de que quienes llegando por un partido y por unos supuestos principios; los truecan por otros totalmente opuestos, por conveniencia. Ya antes, existía en la ley dicho candado, pero se abatió porque un legislador no puede ser sujeto incondicionalmente a los intereses de su partido, es decir, para que este lo quite por traidor; sino que representa al pueblo, más que a su partido. Pero estos traidorzuelos como el diputado imitador de otros traidores inmediatos, como los “nicos y socios”, debe tener una reprimenda pública. Y ya la tiene, es desde hace unos días, el primer traidor de la LIX legislatura; el primero que defeca -perdón, que depone- contra sus electores. Es necesario que la Coalición “Juntos haremos historia”, teja fino y además de aclarar este fuga del diputado traidor, explique qué estrategia debe seguir para que no continúe desgranándose la mazorca de la esperanza en ese ámbito de poder. ¡Hasta la próxima!