2 DE OCTUBRE, 52 AÑOS ¡Y AÚN NO SE OLVIDA!

México en 1968 se encontraba atrapado entre el autoritarismo y la intolerancia de un simio que ocupaba la Presidencia de la República, Gustavo Díaz Ordaz, que encabezaba un régimen autoritario y todavía monolítico, que comenzaba a mostrar los efectos del desgaste que derivaba de casi 40 años de ocupar el poder. Los estudiantes, encabezados por los de la UNAM y el Politécnico, daban la batalla. Buscábamos un país más justo y más igualitario. Un México con opciones para todos los mexicanos porque era un País tan brutal, que resultará difícil de entender ahora, sobre todo por los jóvenes, desde un país donde ahora, aunque con obstáculos, campea la Cuarta Transformación. 

La lucha era muy asimétrica. Los estudiantes teníamos ideas y sueños. El gobierno tenía y usaba sin miramientos al ejército, a otras fuerzas represivas y a sus máquinas de matar. Los estudiantes queríamos un México para todos los mexicanos. El gobierno quería un México para ellos solos, para satisfacer sus necesidades de gloria, dinero y privilegios. Pero las ideas al final triunfan, aunque no lo sabíamos entonces, había todavía cincuenta años de lucha por delante. Dice nuestro presidente ahora, la justicia tarda pero llega. Así son las luchas populares y por eso, siempre triunfan, porque son justas. 

Aunque el simio Díaz Ordaz era un maestro de la intolerancia, sigue teniendo seguidores: FRENAAA ejemplifica y encarna muy bien los ideales díazordacistas de la intolerancia y su pudieran, también actuarían con autoritarismo represor. La derecha no cambia y no se cansa. Tan sólo cuatro gatos le quedan y con esos, lucha por conservar sus derechos de casta, sus privilegios. 

A aquellos estudiantes de la UNAM y del Politécnico rápidamente se unieron muchos otros: los de Chapingo, de la Normal Superior, de las normales rurales, de las universidades provinciana y como bien sabemos, hubo una ausencia, la de la FEC, y por tanto, la de los estudiantes colimenses. Dos de sus líderes, pronto serían distinguidos, premiados con sendas candidaturas del PRI, y se convirtieron en diputados federales. Sus nombres, por si a algún lector le resultan conocidos, Fernando Moreno Peña y Arnoldo Ochoa González, quienes con la bendición echeverrista arrancaron sus productivas carreras políticas, las que, desde entonces, tantos frutos y tantas glorias nos han dejado a todos los colimenses. 

El último de sus sucesores directos (y el juntador de letras espera que ya no haya más), Ignacio Peralta, rinde su quinto informe de ¿gobierno? mientras estas letras se juntan y llega a este momento distinguiéndose como el gobernador más impopular del País, una distinción que le confiere El Heraldo de México, y que describe perfectamente el viejo régimen. Entre las últimas hazañas heróicas de Peralta fue la destrucción de la mayoría morena en el Congreso del Estado, demostrándonos su alto grado de intolerancia hacia quienes pensamos distinto de él. No le importó el sentido del voto popular. Él se impuso porque siempre habrá un gordo apestoso, desclasado y muerto de hambre, capaz de cambiar su dignidad por un taco de chicharrones. Así se creó en el Congreso una minoría que se siente mayoría y actúa como si realmente nos representara. Así que estos monaguillos que no diputados, se dedican a quemarle incienso. Es intolerante y autoritario como los demás. 

La semilla que se sembró en el 68 fructificó medio siglo después porque el pueblo se hartó y perdió el miedo, al ir a las urnas, para manifestar esa inconformidad que sentía. Ahora, el gobierno que derivó de sus votos, implementa programas para tratar de proporcionar a los más pobres, no sólo la satisfacción a sus necesidades más básicas, sino además, devolver al pueblo la dignidad que había perdido. Se provoca la permeabilidad social. Ahora, podemos aspirar a algo, como no se podía esperar antes. 

Luego entonces, ¿Cómo olvidar el movimiento del 68? ¿Cómo olvidar el 2 de octubre? La represión despiadada provocó la muerte de muchos, y nunca sabremos cuántos. Díaz Ordaz asumió la culpa, porque además, se sentía héroe y creía que con tal reconocimiento, se consagra a, ya que según él y sus seguidores, había salvado a México al desmantelar la conspiración judeo masónica comunista y, de seguro, pensaban que era un peligro para México; pero nunca sabremos quienes fueron sus cómplices ni conoceremos la narrativa de esa parte. El juicio popular desde hace mucho, se emitió y se le declaró culpable a él y a otros muchos que ya se encuentran en el basurero de la historia. 

Pero resulta increíble que más de medio siglo después, queden algunos intolerantes y autoritarios, sucesores de aquellos que se atreven a continuar usando los mismos métodos y que todavía tengan seguidores, poquitos pues, pero seguidores y continúen teniendo sirvientes, hasta disfrazados de cuatroteístas. Y sin embargo y a pesar de todos ellos, alzo mi voz para repetir una y otra vez, año tras año ¡2 de octubre, no se olvida! Y no se olvidará. 

Y dejo constancia don Aldo, otro autoritario e intolerante, abrió el Jardín Principal de Comala con fecha primero de octubre. Debió esperarse un día más. Ni modo le faltó un poquito de imaginación. 

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana. 

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