ENSEÑAR PERIODISMO EN LÍNEA

Si tomamos como ejemplo a la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, los cursos presenciales se suspendieron el 17 de marzo, las actividades en línea se reanudaron al terminar el periodo que correspondía a las vacaciones de primavera y no se regularizará el trabajo en aula, probablemente, hasta el mes de junio.

En todo el mundo donde se decretaron medidas de distanciamiento social para ralentizar la pandemia, los estudiantes de Periodismo se enfrentan al mismo problema: cómo recibir clases y hacer prácticas cuando el mandato es “quédate en casa”.

En un texto subido a la Red Ética el 21 de abril de 2020, la Fundación Gabo advierte que ‘Enseñar periodismo en tiempos de coronavirus’ es “un reto de dimensiones pandémicas’ (https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica/entrevistas/ensenar-periodismo-en-tiempos-de-coronavirus-un-reto-de-dimensiones).

Con sede en Colombia, la fundación que lleva el nombre de Gabriel García Márquez entrevistó a tres profesores de periodismo para averiguar de qué manera el Covid-19 ha afectado su labor pedagógica.

Partiendo de una frase que el Nobel de Literatura pronunció en su célebre discurso ‘El mejor oficio del mundo’ ante la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa de 1996, la Fundación señala:

“Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”.

UNA RIESGOSA OPORTUNIDAD

Gabo siempre defendió a quienes enseñan periodismo en las salas de redacción o en las aulas universitarias. Pero mantuvo un ojo crítico respecto a los métodos de las escuelas tradicionales:

“Creo que la carrera de periodismo está considerada al revés. Los muchachos a los cuales se les quiere enseñar, los nombran reporteros. Después, a medida que van progresando, los ascienden a la sección de editoriales y los llevan hasta directores. Creo que la carrera es completamente al revés porque la expresión máxima, el máximo nivel del periodismo, es el reportaje. Es decir: el reportero que sale a la calle, toma directamente sus materiales informativos y los elabora”, afirmó García Márquez en 1976.

Junto a las aerolíneas, las universidades son las instituciones que afrontan un reto mayor para adaptarse e, incluso, reinventarse frente a los cambios sociales generados por el coronavirus.

Los tres profesores que comentaron cómo los ha afectado en su labor diaria el aislamiento social, y cómo creen que cambiará la manera de enseñar periodismo luego que la pandemia haya sido controlada, son: Ginna Morelo (profesora de periodismo y ética en la Pontificia Universidad Javeriana, editora de La Liga Contra el Silencio, además de ser ganadora del Premio Gabo en la categoría Cobertura 2018), Óscar Durán Ibatá (director del Crossmedia Lab del Departamento de Comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y bloguero invitado de la Red Ética) y Laila Abu Shihab (politóloga y profesora de periodismo en la Universidad Externado de Colombia).

Las respuestas reflejan visiones distintas sobre la coyuntura actual, desde las optimistas (una oportunidad de encontrar nuevos formatos para contar historias, pese a las dificultades técnicas que representa la brecha digital en los salones de clase) hasta las pesimistas (el daño que este trabajo reporteril desde casa pueda hacer en las nuevas generaciones de periodistas). Con un tema en común: las circunstancias actuales representan un reto sin precedentes en la historia de la enseñanza del oficio.

CUIDAR LA SALUD MENTAL

¿Cómo ha afectado la pandemia al trabajo docente?

Para Ginna Morelo, “si algo debe traer esta época de incertidumbre es la reflexión profunda de cada momento. No hay cambio pequeño en esto que nos ocurre como humanidad, por lo que tampoco hay cambio menor para el periodismo, para los periodistas y para los que enseñamos el oficio”.

“Habitamos las salas de formación virtual y como maestros estamos preocupados porque sabemos que no todos los alumnos tienen la tecnología requerida.Cuestionamos hasta la saciedad la reportería por teléfono, y hoy hay que decirle a los muchachos en la universidad que esa es una vía. Criticamos el periodismo de escritorio, y hoy debemos enfrentar esos debates en clase. Pero cuidado, la ética no cambia, no es elástica. Esa no se negocia, porque tiene que ver con los valores, esos que justo están en crisis en el mundo que compartimos”.

Lo que ha cambiado, dice Morelo, es que “hoy nos ocupamos con más atención de la salud mental de los chicos y de nosotros. Particularmente a eso le estoy invirtiendo mucho tiempo, porque no se vale impartir clases y tomar notas, sin darnos cuenta de que esto nos está costando, es duro y debemos darnos tiempo para procesarlo y atenderlo”.

MÁS EDITOR QUE MAESTRO

A Óscar Durán la emergencia sanitaria lo sacó de la zona de confort. “Si bien intento siempre cambiar de actividades y lecturas cada semestre, esta condición especial hizo que abriera más el abanico y ofreciera muchas más alternativas de comprensión de los temas sobre los cuales diseño mi programa académico. Otro de los retos que he tenido como profesor de asignaturas basadas en investigación (trabajo de campo) y redacción periodística, es que me alejé del grupo (salón de clases), abandoné los discursos generales y los ejemplos absolutos, y me acerqué al individuo (periodista en formación)”.

Con cada uno de los 68 estudiantes que tiene lleva un trabajo casi personalizado. “Las clases dejaron de ser sincrónicas y se volvieron asincrónicas. Todo el día estoy conectado por correo con ellos. Me escriben, me preguntan, me consultan, me muestran. Yo les respondo, les corrijo, les edito y los oriento, todo se volvió más íntimo, más cercano”.

Los estudiantes están sacando réditos de esta etapa. Aunque algunos habrá con necesidades de conectividad y herramientas, pues la pandemia hizo que se agravara más la brecha de desigualdad digital que hay en Colombia, en los grupos que tiene no hay estudiantes en esta condicióny eso hace que los alumnos lo sientan más como un editor que los acompaña y no como un docente que los evalúa y califica.

El otro reto ha sido adaptar los temas de trabajo al aislamiento social, sin sacrificarprofundidad ni calidad periodística. En un semestre normal, sus estudiantes “tienen que escribir historias en las que el trabajo de calle resulta fundamental, pero ahora, he tenido que ofrecerles y exigirles otro tipo de investigaciones, en las que el acceso a la información se haga de forma virtual, en redes sociales, en bases de datos o en información en línea. Eso les muestra otro panorama, otra forma de narrar, otra forma de generar contenido periodístico sin salir de casa”.

SE PIERDEN LOS DETALLES

Laila Abu Shihab confiesa que sí la ha afectado mucho. De entrada porque sus clases son prácticas, talleres “en las que los estudiantes se la deben pasar afuera, en la calle”. Como maestra, conmina a los estudiantes a gastar las suelas de sus zapatos antes de escribir. “Más que una clase teórica, donde les enseño lo básico de qué es noticia, qué es una entrevista, qué es una crónica o cómo se crea un perfil, yo les enseño estos géneros con pura práctica”.

Ahora “están teniendo que escribir estas piezas periodísticas sin salir a la calle. Y claro, uno siempre puede ser recursivo, están las redes sociales, las videollamadas o Skype, pero la verdad es que para hacer un periodismo de calidad, sobre todo en los géneros narrativos como la crónica, el reportaje y perfil, uno tiene que estar en la calle, escuchar, oler, ver… Hacer eso desde tu casa es imposible, porque inevitablemente te vas a perder un montón de detalles que para los géneros narrativos son importantes”. 

Como profesora, siente haber perdido “un poco el control de la clase, porque muchos de mis estudiantes, por la calidad de su conexión a internet, no se pueden conectar con la cámara encendida todo el tiempo. Entonces, yo no sé si están ahí conmigo, si me están escuchando, o si están echados en la cama dormitando mientras que yo hablo y hablo trato de proponer cosas distintas”.

LO VIRTUAL NO CONVENCE

En una segunda ronda, los docentes responden a la pregunta: ¿de qué manera creen que cambiará la forma en que se enseña periodismo después de esta pandemia?

Para Ginna Morelo, “las preguntas son de una complejidad que asusta lo que representarían las respuestas, no sólo para la enseñanza del periodismo sino de todos los saberes. De hecho, las respuestas las tendremos que elaborar en conjunto, desde los gobiernos y el sector privado para que los costos sea equitativos para todos”.

Para alguien que defiende “los procesos de formación que deban ser presenciales, bajo las recomendaciones científicas”, todo lo virtual no le convence. “Vamos a necesitar acceso a tecnología y coberturas de red a prueba de todo y no lo que tenemos hoy en el país. En la práctica hay que enseñar y aprender las herramientas para hacer minería y visualización de datos, verificación del discurso con apoyo de técnicas para combatir bulos y aprender el adecuado y responsable manejo de las redes sociales. Lo bueno, a mi manera de ver, es que es el momento para fortalecer el pensamiento crítico de un oficio que sigue siendo vital para las libertades, para la democracia”.

HISTORIAS DETRÁS DE LAS CIFRAS

Óscar Durán señala que “un periodista siempre tiene que estar preparado para contar lo que está pasando desde la normalidad o desde la anormalidad, [y] lo que estamos viendo es una explosión de creatividad e imaginación para contar historias. Nadie había pasado por esto, no había antecedentes de situaciones parecidas, eso hace que hoy los consejos de redacción se parezcan más a unos laboratorios científicos en los que conviven permanentemente el ensayo y el error”.

Hay que explorar nuevas fórmulas para contar un hecho.No resulta tan efectivo en las actuales condiciones entrevistar a una fuente oficial, buscar datos en internet, poner algo de contexto y después, si se quiere, salir a la calle a preguntarle a la gente qué piensa de ese tema. “Eso obliga a reporteros, editores y directores a buscar más y mejores formas de contar historias, en las que no se exponga la integridad del periodista ni se ponga en riesgo la salud de las fuentes”.

Los medios están probando cosas antes impensables que, seguramente, resultarán equivocadas, pecarán por insensibles, distantes o espectaculares. “Pero lo están intentando, rompiendo modelos viejos y fórmulas repetidas que estaban enquistadas desde hace muchos años en la cultura de los medios de comunicación”.

Eso entraña un gran valor porque,“más allá de los clics o del rating, está la obligación de buscar la verdad de las cifras en esta pandemia, de saber si los gobiernos ocultan o no información de contagios, enfermos o muertos”.

El papel del reportero incómodo, que dudade lo que dicen quienes ostentan el poder, es obligado en estos momentos. “Y para eso no podemos quedarnos con las versiones oficiales, debemos, sin cometer locuras, tratar de buscar la verdad y tratar de encontrar las historias detrás de las cifras de muertes y contagiados. Para eso estamos los periodistas”.

QUE NO SE HAGA COSTUMBRE

A Laila Abu Shihab le preocupa que, al final, “quede la sensación de que todo se puede hacer así, frente al computador, sin salir a la calle, sin untarse y sin ensuciarse. Eso sí podría ser muy perjudicial para el periodismo. Me preocupa que los estudiantes queden con la impresión de que si pudieron hacer periodismo con estos métodos durante dos o tres meses de cuarentena, entonces podrán seguir haciendo periodismo desde la casa”.

Siempre crítica de los que se hacen llamar periodistas pero permanecen atados al computador, a Google y a un par de llamadas telefónicas, Abu Shihab llama a no permitir que se vuelva costumbre hacer periodismo desde la casa.Habrá que volver “a donde suceden las historias”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.