Ayer, oficialmente, el PRI cumplió 90 años de existencia, eso desde su fundación formal el 4 de marzo de 1929. Pero podría sostenerse que el PRI ya existía desde los tiempos de Venustiano Carranza y que no fue creado ni fundado como un partido democrático, o para ganar elecciones, o al cual le interesara la justicia social, sino más bien como un partido de control. Llega a este aniversario formal, desfondado, pobre, sin perspectivas ni esperanzas y señalado por los mexicanos como autor de todos los males ahora nos aquejan. Su aniversario y su desangelado festejo son vistos más bien con morbo. ¡Miren los despojos¡ ¡Miren lo que queda! ¡Miren quién les queda!
Algunos sostienen que llega a esta fecha fuerte como los robles, pero se refieren a Rosario Robles, identificada como una de las puntas de la corrupción en la era peñista y a José Narro Robles, prestigioso ex rector de la UNAM, desprestigiado Secretario de Salud y aspirante hoy a presidir ese Partido. Y si tal es su fortaleza… Pero ese es el PRI, eso es lo que queda de ese partido.
Claro que a lo largo de más de cien años, podemos hablar de muchos prís. Al menos uno por cada presidente de la República, pues siempre se ajustó a los mandatos y caprichos de cada uno de ellos y supo ser patriota, nacionalista, progresista, neoliberal, cleptómano, revolucionario, regresivo, conservador y colgarse tantas etiquetas como los presidentes de la República quisieron. Hoy es un partido sin rumbo, sin presente ni presencia, con pasado pero sin futuro.
También hubo muchos prís regionales o estatales según los caprichos de numerosos gobernadores y caciques, pero siempre unidos por los dictados de los presidentes. Hoy nadie cree en él, ni los pocos priístas que quedan. Se pudiera pensar que lo único que los mantiene unidos es el riquísimo patrimonio del Partido, principalmente el inmobiliario, logrado al amparo de los diferentes gobiernos que emanaron de sus filas. Se trataría de quebrarlo para liquidar su patrimonio y quedarse con él. Y si eso es los une, no habría que permitirles que logren su objetivo.
Aunque eso de que permanecen unidos es un decir, pues lo cierto es que hay muchos grupos, simplemente para perseguir su dirigencia y no se ponen de acuerdo. Unos hasta quieren expulsar a Peña, como si con eso pudieran regresar la historia. Si lo hacen, eso no les regresará votos, pues ya no tienen dinero para comprarlos y de ese modo fue que ganaron las elecciones de los últimos años. Han de entender que están acabados y sin causar lástima a nadie. Muchos de sus beneficiarios ven la función desde otros palcos y no aplauden. Y los prís estatales no están mejor posicionados. Es pregunta ¿Les gusta más el PRI de Fernando o el de Peralta? ¿Prefieren el PRI de Silverio o el de Anguiano? Quien tenga la respuesta, que la diga.
Ya no nos preocupa quiénes serán sus candidatos ni sus nulas posibilidades de triunfo o las trampas que pudieran hacer, los seguimos sólo por morbo. Tuvieron muchas oportunidades para ser realmente un partido, pero prefirieron no salir de su zona de confort. Ahora sufren las consecuencias.
Su historia debe escribirse todavía. El que junta estas letras se pregunta quién lo hará. Si será un antropólogo, un politólogo, un dramaturgo, un cuentista, un sociólogo o un siquiatra. Quizás este último sea el más calificado.
Los pocos priístas de Colima deben estar viajando a Manzanillo mientras se juntan estas letras, pues querrán presentarle sus respetos al señor presidente de la República. Esa es su costumbre. Así aprendieron a caer como los gatos, parados.
Algunos no podrán asistir por encontrarse ocupados por el affaire de la Colonia Las Palmas. Y la pregunta del millón de pesos es ¿Ya se habrá enterado el Gobernador Peralta? Espero que lo sepamos pronto.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.