Se ha registrado Francisco Santana Roldán como contendiente a presidir el Comité Directivo Estatal de Acción Nacional en Colima, después de que lo hicieran Miguel Alejandro “El Monito” García y Eladio Sotelo. Fue este tercer hombre inscrito quien vino a desvelar todos los jaloneos internos del blanquiazul, en un momento que debería ser de renacimiento para un partido que sufrió, al igual que el PRI, un duro golpe en la elección del primero de julio pasado.
Hace tres años, el PAN veía con entusiasmo el futuro en Colima; estuvieron a punto de ganar la gubernatura, habían conseguido la mayoría en el Poder Legislativo y se pensaría que la posibilidad de la alternancia en la entidad colimense pasaría mayoritariamente por sus colores. A tres años, el partido se ve desmoronado, con un liderazgo totalitario altamente cuestionado, otro descalificado por su condición cercana al gobierno priista, nada más y nada menos, y otro liderazgo que se las ingenia en un Congreso local de mayoría morenista.
Hartos de esta poca flexibilidad y con escasas posiciones en el mercado político, a varios de los integrantes del verdadero PAN no les quedó de otra que buscar lo que Santana Roldán calificó en su discurso como un “golpe de timón”. En su esfuerzo por encontrar a los panistas de verdadera identificación ideológica con su partido, que estén dispuestos a buscar la refundación de este instituto político en la entidad, Pako Santana se vio obligado a recorrer los diez municipios de la entidad, con la finalidad de hacer alianzas con panistas de cepa de todas las edades, de todos los códigos postales y todas las demarcaciones distritales.
Su campaña será interesante; la democracia interna que los panistas pregonan está a prueba. La cosa empeora cuando dos símbolos del panismo, sus dos ex presidentes de la República, han ninguneado la posición; el primero, apoyando al candidato priista en la elección presidencial de 2018, y el segundo, renunciando al partido y copiando la fórmula de Andrés Manuel López Obrador, al anunciar la creación de su propio partido político, después de que su esposa jugó la carta de las candidaturas independientes.
A tres años de que el PAN se convirtiera en la primera fuerza política de la entidad, la elección interna de este 2018 es un proceso de salvación, de sobrevivencia, donde una cara fresca ofrece la posibilidad de sobrepasar el declive panista. Muy lejos quedaron aquellos días en los que se pensaba que la alternancia política de Colima tendría tintes blanquiazules.