Para nadie es un secreto que en el estado de Colima la infraestructura deportiva es una de las más rezagadas de nuestro país, sino es que la más. Al inicio del sexenio, Alfredo Castillo, el entonces director general de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) estuvo de visita por la capital colimense y acompañado del gobernador José Ignacio Peralta anunció una remodelación total de la Unidad Deportiva “José María Morelos y Pavón” por más de $100 millones de pesos.
A medio sexenio en Colima, el legado peñanietista de la inversión federal que se destinó a la Unidad Morelos es un insulto a la inteligencia de los colimenses. En su momento, ante la exaltación del anuncio que hizo el gobernador y el titular de la CONADE, se pensaba en una verdadera remodelación de la Unidad Deportiva Morelos. El pretexto era traer a Colima al menos una edición de la Paralimpiada Nacional; al final se trajeron dos paralimpiadas, y lo que mostramos al país era una unidad deportiva a medio terminar, sin los mínimos requerimientos para organizar un evento deportivo del nuevo siglo, menos en el primer mundo, y con un Auditorio (la joya de la corona) en el que el aficionado está imposibilitado de disfrutar de las competencias con el mínimo confort.
Un total de $162 millones de pesos en dos fases, destacando una aportación específica de $75 mdp solamente al Auditorio de esta unidad deportiva, tan mal proyectados que para nada modernizaron este recinto. Tal vez, si los más de $162 millones se hubieran invertido específicamente en el Auditorio, éste cumpliría las mínimas exigencias de la “experiencia de aficionado” que el colimense moderno ya tiene, pues las disfruta en las entidades circunvecinas, donde existe infraestructura deportiva que nos supera en años luz.
En general, el rezago en la infraestructura deportiva de la entidad es visible en todos los municipios. Colima es un estado donde tener una cancha techada en tu colonia es un lujo y la falta de mantenimiento se vuelve común, no solo por la escasez de recursos que se destinan a este rubro, sino por la mala condición financiera de los municipios, casi todos meramente pagadores de nómina, y a los cuales se les dificulta invertir constantemente en sus propias canchas de uso público.
Un ejemplo, en este caso estatal, del poco presupuesto destinado a mantener espacios deportivos, es el dato que nos proporcionó el Instituto Colimense del Deporte: para el mantenimiento del emblemático Estadio Colima de la colonia Albarrada se destinan anualmente “aproximadamente $50 mil pesos, y es para el mantenimiento eléctrico, de maquinaria de jardinería, del sistema hidráulico o de riego, fontanería, pintura, limpieza, herbicidas, abono, redes y porterías”. Inversión mínima pese al gran uso que se le da por parte de las ligas de futbol recreativo en la entidad, demostrando que el mantenimiento de las obras deportivas queda muy rezagado en el presupuesto.
Lo que queda del Estadio Colima, mítico recinto de nuestro futbol de provincia, inaugurado nada menos que por el Atlético de Madrid que tenía aún en su plantilla a Hugo Sánchez, es la tónica de una entidad en la que el mantenimiento de nuestras obras deportivas es paupérrimo. Ni se diga la Unidad Morelos. Estas fallas son también evidencia de falta de cultura deportiva.