MARIO CABALGA DE NUEVO

El ex gobernador Mario Anguiano se ha convertido en una presencia casi tan infaltable como la del actor Ferdinando Valencia en las fiestas charro-taurinas del estado.

En la cabalgata nocturna de Villa de Álvarez, Anguiano Moreno robó cámara al desfilar como parte de un contingente que lo fue dejando atrás a medida que el ex mandatario se entretenía saludando personas.

No todos sus saludos fueron bien recibidos, por cierto. Me tocó ver a una familia completa que le gritaban “¡fuera!, ¡fuera!”, como si Mario estuviera invadiendo su espacio, y lo insultaban con acusaciones de haber malversado recursos públicos durante su administración.

Bueno, dicho en palabras elegantes porque en realidad los ofendidos ciudadanos usaron palabras más duras. Y hasta eso, Mario aguantó el vendaval y, sin perder la sonrisa, preguntaba insistentemente a uno de sus detractores: “Amigo, ¿por qué me dice eso? ¿Yo qué le hice, amigo?”

Aunque no dudo que escenas como la anterior se haya repetido a lo largo de la cabalgata, los videos que circulan en las redes sociales nos muestran numerosas y espontáneas expresiones de afecto por parte de gente que, como le escuché decir a alguien a mis espaldas, nada le reprochan a MAM porque, además, “salió peor éste”.

De los ex mandatarios vivos que nos quedan (exceptuando a los tres gobernadores “chiquitos”, como les dicen a quienes cubrieron un interinato), Mario es quizá el único que desata tantas pasiones. Pero es también quien más controversial resulta en su operación política.

Nadie hace inferencias ociosas porque el yerno de Elías Zamora es el actual secretario de Administración, Kristian Meiners. Y a todos nos queda claro que Fernando Moreno, aunque pueda tener diferencias de opinión con Ignacio Peralta, juega en el equipo del Gobernador. ¿O es al revés?

Mario es la oposición, dentro del PRI y en la escena política estatal. Al grado que una lectura distinta a la de las pugnas internas del bloque lopezobradorista en el Congreso local para explicar los cambios en la Comisión de Gobierno Interno es, por supuesto, la de los esfuerzos que ha hecho Casa de Gobierno para neutralizar la influencia que tiene Mario Anguiano en la Legislatura, a través de la bancada del PT y de otros legisladores.

La primera vez que Anguiano desfiló en la Villa lo hizo en abierto desafío al gobierno de Peralta que había decidido, en la lógica de los tres sobres, echarle la culpa a su antecesor. En la segunda ocasión que participó en la cabalgata, el mensaje político fue claro: nada me hicieron. Esta tercera es la reafirmación de su presencia política.

Pese a los esfuerzos de la prensa oficialista por demonizarlo mediáticamente, Mario, como el monito de Johnny Walker pero a caballo, sigue tan campante.

EL CARNAVAL DE LA VILLA

Como presidente de la Fundación Lo (más) Mejor de Colima, Roberto Moreno Béjar reconoció lo que nadie, entre los defensores de “las auténticas tradiciones” de la Villa, quiere aceptar: la cabalgata de la gasolina es un carnaval.

De hecho, la que se desarrollará este miércoles 13 de febrero será el “opening” del carnaval de Colima que cada año organiza Roberto a través de su Fundación, aunque el carnaval de Moreno se realizará hasta marzo.

Esto para molestia del clero que –como un obispo de Colima me dijo alguna vez– no entiende por qué diablos el carnaval en la zona conurbada capitalina sucede casi en la Semana Santa, cuando lo que marca la liturgia para la Cuaresma es una época de recogimiento.

Reconocer la dimensión carnavalesca de la cabalgata de la gasolina debería librarnos de la falsa polémica entre tradicionalistas e innovadores que discuten si esa noche deben desfilar exclusivamente hombres vestidos de mujer y no mujeres que nacieron hombres.

Fomentar el travestismo entre choferes y cobradores (aunque la mayoría de los que se visten son muchachos ajenos al gremio transportista) pero desalentar las manifestaciones de la comunidad transgénero, se ha vuelto el mandamiento de quienes defienden una tradición de poco más de medio siglo que empezó a degenerar según ellos hace unos tres lustros.

Tras reconocer la sensibilidad de los alcaldes de Movimiento Ciudadano, Leoncio Morán y Felipe Cruz, ediles ex panistas de Colima y VdeA, Moreno anunció la participación de comparsas y carros alegóricos que se sumarán al contingente de camiones, taxis y plataformas con bandas de música.

La imagen me recuerda una cabalgata de la gasolina en tiempos de Jesús Dueñas, encabezada por un par de chicas trans que hicieron el recorrido completo llevando el banderín en tacones, y en la que desfilaron el carro alegórico de un table dance con todo y tubo, el de un local de strippers masculinos y el de una disco gay que nunca ha dejado de participar con su corte de reinas de belleza.

TOROS SIN TOROS

Si bien plantearon el asunto, los diputados de izquierda (ya no sé si decir “la bancada de Morena” sea exacto) no insistieron más en la idea de legislar la prohibición de la tauromaquia en Colima.

En buena hora, porque habrían desatado una polémica en el peor momento para la causa antitaurina, justo cuando la gente evalúa la integración del cartel del martes 12 y del 19 de febrero, no si deben prohibir las corridas o impedir el acceso de menores a la plaza.

Como siempre que se menciona el tema de prohibir las corridas formales, el público oyó otra cosa y empezó a defender la tradición sesquicentenaria de las fiestas charro-taurinas y la condición de La Petatera como patrimonio de la humanidad, al ser “la artesanía más grande del mundo”.

Entiendo la postura de quienes consideran a la fiesta brava como una muestra de barbarie, pero valido personalmente la de quienes sostienen que se trata de un elaborado ritual y una forma del arte.

Y la verdad sea dicha, en la Villa las corridas formales le dan estatura cultural a la rusticidad del toro de once, los jaripeos y las charlotadas.

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