¿Cómo iba Der Spiegel a desconfiar de Claas Relotius, su periodista estrella que fue despedido de la revista semanal alemana cuando se descubrió que se inventaba las historias, si el reportero “era sobre todo un tipo que traía historias”, apunta Ana Carbajosa.
En ‘El escándalo Der Spiegel: paren la rotativa, todo es mentira’, la entrevista con Juan Moreno publicada en El País Semanal del 17 de febrero pasado (https://elpais.com/elpais/2019/02/12/eps/1549973689_120344.html), Carbajosa subraya que, a sus 33 años, Relotius “conseguía lo que los demás ni aspiraban a lograr. Aseguraba hablar con los protagonistas que se negaban a hablar con otros. Sus reportajes estaban bien escritos, llenos de voces, acción y personajes; eran caramelos demasiado dulces como para que algún jefe se preguntara algo”.
‘Como jefe de una sección, tu primera reacción al recibir historias como esas es de satisfacción, no de sospecha’, reconoció Ullrich Fichtner, uno de los responsables de la revista, en una larga reconstrucción del caso, explica Carbajosa.
‘Relotius siempre entregaba historias excelentes (…), era un empleado especialmente valioso’. Fichtner, llamado a ocupar una alta responsabilidad, le describe como alguien ‘modesto, alto, reservado, atento, en ocasiones demasiado serio. Pero, en conjunto, el tipo de persona a cuyos padres te gustaría felicitar’.
LE CREO AL DE CASA
En contraste, Carbajosa cuenta la historia del español criado en Alemania que denunció el fraude de Claas Relotius. Para ir contra su colega, quien fue finalmente despedido en diciembre pasado, Moreno se jugó el pellejo. Mientras el alemán era un ídolo en Alemania, Juan “es un outsider”.
Laboralmente, es “un reportero freelance que trabaja desde su casa en Berlín y apenas pone el pie en la central [de la revista], en Hamburgo. Es una voz exótica, hijo de un español empleado de una fábrica de neumáticos que emigró a Alemania desde el campo almeriense cuando él tenía año y medio (nació en 1972). Trabajó para varios medios y tuvo una columna en Süddeutsche Zeitung, hasta saltar a Der Spiegel en 2007”.
En parte por eso, cuando Moreno cuestionó el trabajo de Relotius en el reportaje conjunto ‘La frontera de Jaeger’, en el que el alemán decía haber entrevistado a un miliciano llamado Foley que –insinuaba Claas– llegó a disparar contra los migrantes, las sospechas se volvieron en contra del español.
‘Me dieron a entender que eso tendría serias consecuencias para mí. Que me había atrevido a meterme con Dios. Yo estaba convencido de que iba a perder mi trabajo y de que nadie me querría contratar con semejantes antecedentes’, cuenta Juan. Ahí comenzó la verdadera batalla por la verdad.
“Moreno pasó cinco semanas dedicado a desmontar las historias de Relotius. Aprovechó un viaje de trabajo a Estados Unidos para llevar a cabo una misión secreta. Buscó a los supuestos entrevistados en el reportaje de la frontera. Condujo durante 800 kilómetros, hasta dar con Foley. Le mostró una foto de Relotius. No le había visto en su vida. Hizo lo mismo con Chris Maloof, otro supuesto entrevistado. Tampoco. Grabó esas entrevistas en video y volvió a Hamburgo”.
Relotius argumentó que en su reportaje se hablaba de actividades ilegales y que nadie iba a reconocer en un video haberlas hecho. En la redacción seguían sin creerle a Moreno. Entonces Moreno amplió la investigación en la hemeroteca. “Dio con un artículo en el que se suponía que Relotius había hablado con los padres de Colin Kaepernick y descubrió que la familia del jugador de fútbol americano que protestó contra el racismo había rehusado hablar con la prensa, también con la alemana. Cuanto más investigaba, peor olía todo”.
MEA CULPA DEL SEMANARIO
Der Spiegel entonó a lo largo de varios artículos “un sonado mea culpa” por todo lo que pasó. “El 3 de diciembre, a las 3.05, una mujer llamada Janet envió un correo electrónico a la revista. Es la encargada de prensa del grupo de vigilantes al que supuestamente había acompañado Relotius en Arizona. En él preguntaba cómo era posible que hubiera escrito un artículo sobre ellos sin haber pasado por allí. Relotius falsificó el texto para que pareciera que la mujer preguntaba por qué había pasado tan poco tiempo con ellos. Pero 10 días más tarde llegó la prueba definitiva”.
Acompañados de un informático que comprobó que Relotius había manipulado el correo, los grandes jefes de la publicación, a quienes Moreno había convencido de que accedieran al servidor, concluyeron que el redactor nunca había estado con los patrulleros de Arizona.
“La madrugada anterior, una de las jefas del impostor se había enfrentado a él tras descubrir otra fabricación, esta vez en Facebook. Relotius se derrumbó y confesó. Dijo que le había movido el ‘miedo al fracaso’ y que ‘la presión para no fallar fue creciendo a medida que iba teniendo más éxito’. Recogió sus cosas y se marchó para siempre de la revista que le encumbró a la cima del periodismo alemán”.
CUENTA LO QUE ES
Ana Carbajosa analiza el número especial que Der Spiegel publicó el 22 de diciembre, con una portada roja con grandes letras blancas en las que se lee: ‘Cuenta lo que es’.
“Son palabras del fundador de la revista, Rudolf Augstein, las mismas que ocupan un lugar destacado en la redacción de Hamburgo y que Relotius traicionó hasta su amargo final. Aquel número dedicó 23 páginas al asunto. En él se afirmaba que las alarmas deberían haber saltado en numerosas ocasiones. Como cuando Relotius pidió a los traductores de la edición internacional que no publicaran sus piezas en inglés. O cuando pidió que no divulgaran en la web una foto de la edición impresa”.
Tras el escándalo, la revista creó “una comisión de investigación con veteranos de la casa, además de la ex directora de Berliner Zeitung. Durante meses analizarán ‘cómo Claas Relotius pudo falsificar historias, inventar protagonistas, engañar a los colegas y burlar los sistemas de control de calidad, y qué cambios en la organización deben adoptarse’, según indica en un correo una portavoz de la publicación que evita ofrecer más detalles hasta que avancen las pesquisas. De momento, todos los artículos de Relotius aparecen en la web con una nota que advierte de que pudieron ser falsificados”.