“Venimos de un uso patrimonialista y propagandístico de la publicidad gubernamental y de la relación con los medios”, pero esto se acabó, expone Jesús Ramírez, coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia de la República.
Su oficina concentra toda la política de comunicación de la llamada “cuarta transformación”. También es la responsable de la relación de todo el nuevo gobierno con la prensa. Y en entrevista con Zósimo Camacho de la revista Contralínea, el vocero de López Obrador señala que heredó del peñismo una estructura caracterizada por pagos discrecionales a determinados periodistas y un uso patrimonial del dinero público.
En ‘Los 15 columnistas recibieron dinero hasta como “asesores de imagen”: Jesús Ramírez’, primera de dos partes publicada el 6 de marzo de 2019 (https://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/2019/03/06/los-15-columnistas-recibieron-dinero-hasta-como-asesores-de-imagen-jesus-ramirez/), el vocero presidencial explica que la relación de poder y subordinación entre gobierno y medios era de dos sentidos:
“La prensa estaba subordinada al poder político, es más, al presidente de la República. A veces hasta las portadas y los teasers, las entradas de los noticieros, estaban dictados por [la Secretaría de] Gobernación”. Pero también, y sobre todo en los últimos años, “los medios se empoderaron y sometieron a los políticos a su propia agenda y su propio interés”.
Agrega que “de estas dos vertientes del pasado surgió una relación perversa, económica, en la que se utilizó el dinero gubernamental para aceitar la maquinaria, buscar opiniones favorables [de los periodistas], información que le sirviera al gobierno para reducir la crítica. Por ejemplo, acallar todo el tema de seguridad. Durante el gobierno de Peña fue muy claro que el tema de seguridad se borró prácticamente en los primeros años; después ya no pudieron [mantenerlo fuera de la agenda] pero de todas maneras se mantenía en bajo perfil”.
UNA RELACIÓN PERVERSA
De acuerdo con Jesús Ramírez, tal relación de medios-gobierno requería cada vez más de mayores recursos:
“Heredamos una relación perversa entre los medios de comunicación y el gobierno; una situación en la que el gasto gubernamental en publicidad era completamente injustificable, un insulto para la población, para los mexicanos”.
Para el vocero presidencial, “lo que oficialmente” se destinaba a los medios ya era insultante: 10 mil millones de pesos al año, es decir, 60 mil millones en el sexenio, unos 3 mil millones de dólares. Pero “sabemos que hay mucho dinero que no está registrado” y los números reales son aún mayores.
Con estos recursos “se creó una burbuja económica en los medios de comunicación que privilegiaron su relación con el poder, su aquiescencia de ponerse de acuerdo y ser funcionales unos a otros”, en lugar de buscar construir audiencias, lectores, tener público. “En lugar de informar y atraer a la gente, lo que hicieron fue generar una agenda subordinada a los intereses del gobierno”.
Empero, explica Ramírez Cuevas, no funcionó esa estrategia: perdieron estrepitosamente las elecciones del 1 de julio pasado. Y es que no sólo perdieron los candidatos de los partidos Revolucionario Institucional, José Antonio Meade, y Acción Nacional, Ricardo Anaya, sino los medios y periodistas que apostaron a estos partidos.
“Ya la sociedad no se deja engañar fácilmente. Puede ser víctima de noticias falsas, pero no de propaganda gubernamental como la que se dio de manera tan abusiva durante el gobierno de Peña”, considera el vocero presidencial.
NO MÁS MEDIOS EMPODERADOS
Jesús Ramírez fue presentado por el propio López Obrador como parte de su equipo el 21 de agosto del año pasado. El entonces candidato triunfante dijo: “El coordinador de comunicación social va a tener una estrecha relación con ustedes [reporteros], atendiendo a periódicos, estaciones de radio, canales de televisión y todo lo que tiene que ver con las redes sociales”.
Presidente electo en aquel tiempo, Andrés Manuel consideró destacar un dato para explicar el nombramiento de Ramírez Cuevas como su vocero: “Como mi pecho no es bodega, les comparto que conocí a Jesús porque me lo recomendó Carlos Monsiváis”.
Jesús Ramírez señala que la Coordinación General no sólo heredó una relación perversa entre medios y gobierno. También “heredamos la exigencia de transparentar las relaciones entre los medios de comunicación y el gobierno; transparentar los recursos que se invierten en publicidad, y separar la agenda de los medios del poder político: que haya independencia de los medios respecto del poder político, pero también del poder político respecto de los medios de comunicación, que han dictado la agenda en muchos casos”.
Rechaza que sus declaraciones puedan entorpecer la relación entre medios y gobierno. Por el contrario, “estamos en una situación única en el sentido de que al revelarse estas relaciones perversas, al haber una exigencia democrática de la sociedad de transparentar estas relaciones, también es de exigencia para que el gobierno rinda cuentas, explique su acciones”.
Considera que hoy la ciudadanía le exige tanto al gobierno como a los medios. “La sociedad también demanda de los medios de comunicación el ejercicio libre y responsable de la información, para que la gente tenga nociones de qué está pasando, por qué suceden las cosas y qué opciones hay para opinar o para la solución de los problemas”. A su vez esto fortalece a la sociedad.
“Esa es la herencia que tenemos: una crisis de un modelo viejo, caduco, unilateral; casi, casi, de bocina: los medios de comunicación como reproductores del discurso del poder, que a su vez es un poder subordinado a los intereses económicos.”
Asegura que en materia de la relación entre la prensa y el gobierno ha iniciado una nueva etapa. Hasta el sexenio pasado “era un círculo vicioso que respondía a los mismos intereses: del gobierno y privados que estaban bajo la idea del contratismo, de todo este beneficio, de traslado de los bienes públicos al interés privado. Además, cuando las ligas entre las grandes corporaciones y los medios de comunicación son cada vez más delgadas”.
No más dinero público, de manera discrecional, a columnistas empoderados ni a medios amigos del gobierno en turno. No más premios por debajo de la mesa ni contratos a periodistas “asesores de imagen”. Eso ya se acabó, asegura Jesús Ramírez en esta entrevista con Zósimo Camacho para la revista Contralínea.