Una de las grabaciones más vendidas (o la más) en la historia de la industria fonográfica es La Chica de Ipanema, cuya música fue compuesta por Antonio Carlos Jobim con letra de Vinicius de Moraes. Su gran intérprete fue Joâo Gilberto, que la grabó varias veces. Gilberto, como intérprete, con su peculiar manera de tocar la guitarra y su voz aterciopelada y de bajo volumen, integró un trío magnífico con Jobim y Moraes. Muchos fueron sus éxitos mayúsculos y además integran los tres grandes pilares de la bossa nova (moda nueva o nueva ola), a la que dieron brillo y cuyo gusto impusieron al mundo.
Se dice que Gilberto buscaba una nueva forma de interpretar la música brasileña y que sólo la pudo encontrar después de conocer a Jobim (que fue formado como músico clásico y era aficionado al jazz); esa nueva expresión fue la bossa nova. Todos hemos escuchado esa Chica de Ipanema, que es, además, una de las canciones más versionadas y grabadas de todos los tiempos.
Joâo Gilberto Prado Pereira de Oliveira, nordestino, había nacido en Juazeiro, Bahía el 10 de junio de 1931 y murió el pasado 6 de julio de 2019 en Rio de Janeiro. Jugó un papel fundamental en el nacimiento y expansión de la bossa nova junto con los citados Jobim y Moraes, pero también con Luiz Bonfá, Carlos Lyra y Helena Toledo, entre otros y tuvo grandes alumnos como Gilberto Gil (que fuera Ministro de Cultura durante la presidencia de Lula da Silva), Caetano Veloso y participó en su internacionalización junto con su primera mujer, Astrud Gilberto y Stan Getz. En Brasil se le conoce como O Mito, ya sabrán por qué los escasos lectores de esta columna. Su disco Chega de Saudade (1958) que contiene la canción homónima y dura poco menos de dos minutos, rápidamente alcanzó el éxito en su País y los expertos ubican ese momento como el nacimiento de la bossa nova. Ese corto tiempo bastó para dar origen a una de las grandes revoluciones de la música popular, no sólo de la música brasileña.
Seguramente su grabación más famosa es la que lleva el título de Getz/Gilberto (1964), que realizó con Astrud, Tom Jobim y Stan Getz y que le permitió ganar el Premio Grammy de 1965. Este disco, de ventas millonarias, contiene la más famosa y escuchada de las interpretaciones de La Chica de Ipanema y es cantada en portugués e inglés. Rápidamente le siguieron interpretaciones de algunos cantantes famosos como Frank Sinatra, Dean Martin, Tony Bennett o Al Martino. Getz/Gilberto se mantiene, aún ahora, como el álbum más vendido de la historia, y este dato no es algo fortuito, sobre todo después de su lanzamiento hace más de medio siglo y teniendo competidores del nivel de The Beatles, para citar sólo uno.
Muchas anécdotas salpicaron su vida: Se dice por ejemplo que, de gira en Chicago al lado de Stan Getz, no pudo cantar algún día y fue sustituido por Astrud que entonces, no era cantante profesional y que gracias a esa sustitución se convirtió rápidamente en estrella. O que mientras vivía en Nueva York después de ensayar durante cinco o seis horas la Samba de uma nota só (también de Jobim y Moraes), un pájaro que era su mascota, no tuvo otro remedio que cometer suicidio (habrá que tener muchas dudas de que esto sea cierto). Pero lo que sí es verdad es que su música sigue cautivando a millones. Se dice que cuando e insigne director de orquesta Kurt Masur llevó por primera vez a Río la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig (una de las más insignes sinfónicas alemanas, que un día tuviera como su director titular a Félix Mendelssohn), por primera vez escuchó La Chica de Ipanema con Gilberto y quedó prendado; así que, poco después, cuando Masur cumplió 80 años de edad y lo celebró con un concierto en la ciudad alemana, sus atrilistas le tocaron un arreglo de La Chica, mismo que mandaron hacer ex profeso, para la ocasión.
Terminado su matrimonio con Astrud, que siguió siendo Gilberto, casó con otra cantante, Miúcha que era hermana de otro famoso, Francisco (Chico) Buarque de Hollanda y tuvo entre otros hijos a Bebel, que también es cantante. Vivió en México algunos años, en los sesentas y setentas, y grabó varios discos en nuestra capital. Entre ellos uno llamado México 70 que contiene sus versiones de algunas canciones mexicanas como Bésame Mucho y es un disco raro, porque Gilberto es acompañado por una orquesta grande, cuando la mayoría de sus grabaciones y presentaciones en vivo, fueron hechas sólo por él (con su guitarra y su voz) o por grupos muy pequeños. No gustaba de los acompañamientos multitudinarios.
Sus grandes éxitos son muchos (sucessos, dirían los brasileños). Baste mencionar unos cuantos además de La Chica de Ipanela (Garota de Ipanema) o Chega de Saudade: Corcovado, Samba de uma nota só, O Pato, Doralice, Rosa Morena, Desafinado, O Barquinho, Coisa mais linda, Doralice, Vivo Sonhando, Aguas de Março, Maditaçao… Muchas de ellas compuestas por Tom Jobim y Vinicius de Moraes.
Dado el acontecimiento y recordado el gigante, lo que sigue es volver a escuchar y a disfrutar sus grabaciones. Otro grande se fue. Invito a los seguidores de CON SAL Y LIMÓN a hacer a un lado, por un rato al menos, la renuncia de Urzúa, los avances de la 4T o los moto taxis de Comala, para recordar y disfrutar a Joâo Gilberto.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.