El que junta estas letras se equivocó, pues ayer, el mensaje político del Presidente no tuvo novedad alguna y quizás la frase del título fue la de mayor impacto causó. Y es cierto, los conservadores están moralmente derrotados. Hemos visto durante los meses anteriores una oposición que no logra articularse y que tampoco logra definir quién o quiénes constituyen su cabeza, Los ex presidentes Fox y Calderón han intentado atacar con todo lo que se les ocurre y los resultados no han sido los que esperaban; las diferentes marchas anti AMLO no han logrado una convocatoria acorde a las expectativas de sus organizadores y la que se celebró ayer mismo, tampoco permite a los conservadores mostrar músculo.
Y es que una marcha encabezada por personajes de la talla de Beatriz Pagés o Gabriel Quadri muestran la pobreza de esa oposición y su derrota moral. No hablamos de los conservadores inteligentes del siglo XIX o de los comienzos del siglo XX y sí, en cambio, hablamos de figuras descompuestas, de esas que el pueblo rechaza y con las cuales, no lograrán hacer mella a la popularidad de Andrés Manuel. Así, el único grito que se escucha claro y fuerte es, ¡Berlín, Berlín, Tenemos un problema!
Los conservadores, probablemente como nunca, han ganado desprecio y descrédito generalizados. Sus figuras emblemáticas se encuentran altamente desgastadas y son rechazadas y figuras emergentes no existen. Durante los últimos 36 años de neoliberalismo no lograron hacer algo más que llevarse cuanto pudieron, sin importarles que, para lograr su objetivo, dinamitaran al País y socavaran sus instituciones. La desigualdad alcanzó límites que difícilmente se hubieran tolerado en otro país sin que iniciara una lucha armada. La esperanza en que se lograra un cambio por la vía electoral y la existencia de un liderazgo fuerte como el de López Obrador, alejaron a México de esa posibilidad.
Y ahora, los conservadores, echados del poder, no tienen más armas que la mentira y la desinformación. Y para atacar, cuentan con viejas figuras políticas en las cuales ya nadie cree y un ejército de comunicadores y medios a su servicio, pero que, igual, carecen de credibilidad como para encabezar una rebelión. Para que se dé una lucha, resulta indispensable que quien va a luchar, se encuentre convencido del objeto de la lucha que dará: Y hasta ahora, el pueblo no ha encontrado ese motivo.
Todos entendemos que expulsar del poder a esos grupos, acabó con muchos negocios y prebendas que los conservadores desean recuperar a toda costa. Eso resulta lógico, pero no se entiende cómo puede darse esa lucha, porque el Presidente cuenta con una base social y los conservadores carecen de ella y en la medida que continúen recurriendo a la mentira para tratar de construirla, cada vez se alejan más de su objetivo. Y en la medida que recurran a sus viejas figuras (políticos y comunicadores), cada vez se encontrarán más lejos de lograr su cometido. No entienden su desprestigio y rechazo, no logran ubicarse en su nueva realidad y eso los aleja en lugar de acercarlos al poder.
Una de esas malas informaciones se basa en las luchas internas de Morena, que sí existen. Cuando el PRI era partido casi único, las luchas se daban a su interior y todos recordamos muchas de sus golpes que eran para matar o morir. Y todavía hace unos días, hubo priístas que se separaron porque ganó o se impuso a Alejandro Cárdenas en la cabeza de ese partido. El PAN, que presume tanta calidad moral, también ha contado con infinidad de enfrentamientos entre los suyos, hasta el grado que allí se inventó el término del fuego amigo; y esas luchas, se prologan hasta la actualidad. Y entonces, ¿debemos asustarnos por lo que sucede al interior de Morena? Claro que lo deseable sería que esos enfrentamientos no existieran, pero tampoco se debe faltar a la verdad y hablar de ellos como si significaran el fin del mundo. Esa es la lucha por el poder y el poder es detentado ahora, por Morena. De eso, no puede caber duda, ni de que lo hace con el apoyo mayoritario de los mexicanos.
En Colima, también lo vemos con la lucha que se ha presentado en el Congreso Local en torno al nombramiento del nuevo presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Se han comprado voluntades y votos de diputados y se han generado órdenes, por tal de oponerse a la candidata de la mayoría de los diputados, con los de Morena a la cabeza. La vieja guardia priísta (se dice que encabezada por Arnoldo Ochoa) se opone al nombramiento de Ruiz Visfocri y no le importa dinamitar un supuesto acuerdo celebrado entre Ignacio Peralta y Mario Delgado. A los dinosaurios tricolores no les importa la autoridad, casi invisible, de su gobernador y jefe (y se supone que amigo y aliado); mismo que no sabe ni puede imponerse a sus propios empleados. ¿Podría alguien creer en estos conservadores?
Y tampoco debemos escandalizarnos por lo que sucede en Colima, pues en otras entidades, la lucha también se da: No hay espacio para referirse a todas y solo citaremos, como ejemplo, el caso de Veracruz, donde el gobernador se enfrenta al Fiscal General, en una lucha que tiene su origen en esos nombramientos trans sexenales, donde los anteriores intentan atar de manos a sus sucesores para tratar de salvar los pellejos de quienes realizaron el nombramiento. El pueblo es lo que menos les importa.
Así las cosas, pues, no cabe la menor duda: A López Obrador le asiste la razón: Los conservadores están moralmente derrotados.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.