Para nadie es un secreto que ante la terrible realidad que vivimos los colimenses, que es producto de la grave situación de violencia e inseguridad, del quebrando de las finanzas del gobierno del estado, de vulnerabilidad en sus prestaciones laborales que viven policías, trabajadores estatales, tanto de confianza como sindicalizados, así como los maestros adheridos a la sección 39 del SNTE, el gobierno de José Ignacio Peralta no tiene como prioridad dar solución a las problemáticas prevalecientes, por lo que opta por administrar la percepción de los ciudadanos sobre la realidad en que nos encontramos, tarea a la que se invierten cuantiosos recursos materiales y humanos, tiempo y estrategias tanto en medios de comunicación como en redes sociales.
El objetivo, obviamente, no es atender o solucionar los problemas de origen, sino manipular medios de comunicación y plataformas como Facebook para que usted y yo creamos que vivimos en otra realidad, en un mundo completamente distinto, recreado a partir de ocultar cosas importantes que suceden o magnificar otras con el propósito de aminorar el impacto negativo de lo que el gobierno no ha podido cumplir, se le han salido de control o que jamás va a arreglar.
La campaña contra Indira Vizcaíno, impulsada desde el interior de la 4T con la complacencia de César Yáñez y Mario Delgado y coincidentemente con el respaldo del gobernador José Ignacio Peralta y políticos afines, no sólo representa una oportunidad para sacar del camino a la aspirante más avocada a la gubernatura, sino también para sustraer la atención de la opinión pública de los temas que más incomodan a la administración estatal.
Probablemente las aguas alcanzaron este nivel debido a que Indira Vizcaíno subestimó los alcances de los señalamientos en su contra, o quizás porque atendió a alguna recomendación equivocada para no tocar el tema. El hecho es que luego de un largo vacío información y en medio de un marcado canibalismo político, apenas comienzan a surgir algunas versiones que explican desde otra perspectiva lo que sucedió con la permuta de terrenos. Parece que alguien entendió que en estos tiempos de tantas variables y contingencias, para lograr la gubernatura se necesita mucho más que la bendición del presidente, y que se requiere construir un escenario de vínculos, imagen, trabajo y estrategias que coadyuven al objetivo que se pretende.
En esta coyuntura, el hecho de estar en la mira de un segmento importante de sus propios compañeros de la 4T, así como del PAN, del PRI y de su anterior aliado, el gobernador Ignacio Peralta, puede representar una oportunidad para que Indira Vizcaíno dé un viraje en cuestión de imagen política, para que su cercanía con el presidente de la República y la rentabilidad electoral que posee dejen de ser las únicas virtudes que se aprecian a distancia, para que muestre que tiene “mano izquierda”, que sabe comprometerse, que es capaz de entender que en política valen tener aliados que enemigos. No necesita iniciar una campaña formal para dejar ver esas características de las que hasta el momento parece carecer o no ha querido mostrar. El trato diario hacia las personas que se encuentre como parte de sus agendas pública y privada, así como las grandes necesidades y los graves problemas que tiene nuestro estado, le ofrecen el marco ideal para mostrarse como no lo ha hecho.
Amarrando Navajas:
Análisis después del Conversatorio. El pasado miércoles 18 del presente mes, la organización política Unión Democrática organizó el “Conversatorio de Análisis” con el tema “Perspectivas, la situación política actual en México”, donde Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, Irving Radillo Murguía y Jorge Velasco Rocha, compartieron durante más de dos horas con los asistentes, sus puntos de vista sobre el curso que ha tomado el país a partir del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador.
Sin pretender realizar una relatoría de lo discutido por los analistas y a partir de lo ahí expuesto por ellos y los asistentes, puedo decir que surgieron en mí nuevas interrogantes aunque también logré reafirmar algunas ideas sobre la llamada cuarta transformación. Una de ellas tiene que ver con la heterogeneidad de proyectos, personas, corrientes políticas, organizaciones y partidos que llevaron el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, mismos que no se circunscriben a la esfera de influencia de MORENA, llámense simpatizantes o militantes.
Si MORENA no es un partido que de alguna manera pueda encajar en las clasificaciones teóricas de Maurice Duverger, Angelo Panebiano o de cualquier otro autor contemporáneo, una de las razones podría ser a que dicho movimiento no sólo aglutina sectores que durante décadas habían venido luchando desde la izquierda, tanto en el PRD como en otras organizaciones políticas y civiles, que surgió, como bien lo señaló Irving Radillo, como una plataforma para llevar al poder a Andrés Manuel López Obrador.
Al formarse como una propuesta para impulsar a Andrés Manuel a la presidencia de la República, el proyecto desbordó los límites que tradicionalmente existen en la conformación de los partidos políticos. Por eso fue tan nutrida la incorporación de seguidores que no necesariamente habían militado o participado en organizaciones de izquierda, o incluso, que ideológicamente disienten de la misma. Así fue como por motivaciones personales, mera simpatía, hartazgo social, decepciones políticas y hasta por conveniencia, MORENA integró una base social tan diversa, imposible de catalogar bajo un mismo concepto y absolutamente difícil de orientar o unificar cuando el líder no está presente. A esto hay que agregar los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador que lo han respaldado y que no integran ni tienen pensado ser parte de MORENA, y que se encontraban en partidos como el PT y lo que fue el PES, en fuerzas políticas tan antagónicas como el PRI y el PAN.
Después de escuchar puntos de vista, de opinar y sobre todo, de digerir lo que ahí se dijo, surgieron más preguntas que respuestas, sobre todo relacionadas con el futuro de MORENA y los simpatizantes de dicho proyecto. El reto que tienen, como ahí lo afirmó Jorge Velasco Rocha, es fortalecer el partido desde la perspectiva de izquierda, no solo porque aglutina ciudadanos en su entorno, sino porque representa un instrumento para combatir –y yo agregaría mantener y disputar- el poder.
La posibilidad de que MORENA logre trascender a Andrés Manuel López Obrador residirá en gran medida en el trabajo político interno que realicen sus militantes, estableciendo mecanismos democráticos de participación y consolidando una cultura de convivencia, que les permita transitar del canibalismo político a una disciplina exenta de imposiciones o de la línea que dicte el líder carismático, sino que sea producto de la aceptación de reglas e instrumentos aceptados por las partes que les permitan sobrevivir y luchar por el poder como fuerza política, no como proyecto personal del guía moral.
La gran interrogante es si una composición tan diversa y plural creada para sumarse en un proyecto muy específico, tendrá la cohesión necesaria para encontrar nuevos puntos de convergencia que trasciendan la persona y temporalidad de Andrés Manuel López Obrador. Las circunstancias, las actitudes, ideología e intereses tan distantes de muchos de los que integran el movimiento, parecen augurar que no todos permanecerían en un proyecto de este tipo. Sin embargo, la posibilidad de que una parte significativa decida hacerlo podría abrir una etapa institucionalizada y de verdadera organización para la 4T. Sin duda los resultados y errores del gobierno federal serán definitivos para determinar los alcances y el éxito de estos esfuerzos.