El error más grande

El once de febrero de dos mil dieciséis el Partido Revolucionario Institucional ratificó, en coalición con el Partido Verde y Nueva Alianza, su capacidad para, en condiciones muy adversas y de altísima competencia electoral, retener la Gubernatura del Estado de Colima. En elecciones ordinarias, el licenciado José Ignacio Peralta Sánchez y su equipo le ganaron por una diferencia de quinientos tres votos a Jorge Luis Preciado Rodríguez, resultado que se ratificó y distancia que se amplió, con la suma del Partido del Trabajo, en elecciones extraordinarias. Se trató de la batalla electoral, de este tamaño, más difícil hasta ahora en la entidad, con un Gobernador que llegó legitimado por triunfar en una especie de “segunda vuelta”.

El pasado martes once de febrero se cumplieron cuatro años de vigencia del actual Poder Ejecutivo del Estado de Colima, encabezado por el licenciado José Ignacio Peralta Sánchez. Habiendo tomado protesta en dos mil dieciséis, le restan exactamente un año y ocho meses para entregar el poder gubernamental a quien le sustituirá en el máximo cargo público en la entidad. Más allá de valoraciones personales, de opiniones con raíz política, de arengas públicas en su contra con un motivo electoral, de filias y de fobias hacia Nacho Peralta, como comúnmente se le menciona, los datos de encuestas nos pueden dar más luz sobre lo que los colimenses han sentido en torno a las acciones emprendidas durante esta gestión de gobierno.

El mandato estatal inició con una población colimense que depositó alta esperanza en un nuevo Gobernador que, además de prometer seguridad y felicidad, presumió amistad con el Presidente de la República, licenciado Enrique Peña Nieto, así como con el Súper Secretario peñista, que fue tanto titular de la Hacienda Pública como de Relaciones Exteriores, el licenciado Luis Videgaray Caso. Así, la votación obtenida por el licenciado José Ignacio Peralta Sánchez, de 43.2%, puede expresarse como la primera medición de preferencia. Apenas seis meses después, en agosto de 2016, el Gabinete de Comunicación Estratégica presentó los resultados de su encuesta de Gobernadores, que otorga una aprobación de 47.5% al Gobierno de Nacho Peralta, un crecimiento de apenas 4.3 puntos porcentuales más. Hasta aquí todo bien, las preferencias crecieron poquito, pero crecieron.

Pero un año después, en agosto de 2017, el Gabinete de Comunicación Estratégica nuevamente publicó los resultados de su encuesta de Gobernadores, en la que sólo el 31.6% de los colimenses afirmó aprobar la gestión del licenciado José Ignacio Peralta Sánchez. En el mismo momento del año, el mismo encuestador, el mismo método de medición, pero con una caída de 15.9 puntos porcentuales de preferencia en doce meses. Sin duda alguna, cualquier cosa que el Gobierno del Estado hubiese estado haciendo durante ese tiempo, no estaba dando el resultado esperado. Se requería reafirmar lo bien hecho, ajustar lo potencialmente bueno y eliminar por completo lo deficitario. Doce meses de gestión es buen tiempo para aprender de los errores, quitar los pesos muertos y encontrar los instrumentos y caminos que permitieran entregar un buen gobierno.

¿Habrá existido esta reflexión en el núcleo cercano del Gobernador José Ignacio Peralta Sánchez? ¿Habrá preocupado al Gobernador el hecho de que cada vez menos colimenses confiaran en su gestión? ¿Habrá percibido el Gobierno del Estado la adversidad que significa la pérdida de legitimidad social y política? ¿Se habrá hecho algo para detener la caída en la aprobación de su gobierno y, por el contrario, buscar creciera? Las mediciones siguientes parecen indicar que no, y si lo hubiesen hecho, se fracasó en el intento por corregir.

De 2018 para adelante, ya sea en Arias Consultores, en Caudae, en Consulta Mitofsky, en SDP Noticias, en Massive Caller, en El Financiero o la casa encuestadora que usted mejor quiera referir, por ejemplo, Coparmex con su iniciativa #MarcajeAMiGobierno mediante la que los socios de esta cámara patronal indican si el Gobernador cumple con el trabajo para el cual fue electo; colocan al licenciado José Ignacio Peralta Sánchez y a su Gobierno estatal como uno de los peores evaluados en el país, estando en todo momento entre los diez con menores calificaciones. En 2018, para el Gobierno de Colima, Arias Consultores señala una aprobación del 29.8% y en 2019 esa aprobación disminuye a 17.6%. En 2018 SDP Noticias le atribuye al Gobierno de Colima una aprobación de 21.8% y Caudae lo posiciona como el segundo peor Gobernador con 23% de aprobación

En un seguimiento puntual, el porcentaje de socios Coparmex que consideran que el licenciado José Ignacio Peralta Sánchez cumple con el trabajo para el cual fue electo, fue de 28.3% en marzo de 2018, de 25.0% en julio de 2018, de 19.9% en noviembre de 2018, de 19.5% en marzo de 2019, de 7.96% en julio de 2019 y de 10.5% en noviembre de 2019. En 2020, con las mediciones más recientes, para el Gobierno de Colima, Consulta Mitofsky encuentra una aprobación de 24.3%, siendo el sexto Gobernador peor evaluado en el país. Varela y Asociados en su encuesta de enero de 2020 le otorgan al licenciado José Ignacio Peralta Sánchez 31.1% de aprobación y el lugar seis como peor evaluado en el ranking nacional de gobernadores.

Los datos dejan claro, sin lugar a dudas, que el Poder Ejecutivo del Estado de Colima ha sido, durante los últimos tres años de gestión (que van de 2017 a 2020)  uno de los peores evaluados por su población, en comparación con momentos anteriores de su mismo gobierno y en referencia a los restantes treinta y un gobiernos estatales. Sin evidencia alguna de que esto pueda mejorar en los próximos 20 meses que quedan de su gobierno, es pertinente afirmar que no es la persona de José Ignacio Peralta Sánchez quien recibe esta calificación, sino todo el aparato de gobierno, toda la administración pública, toda la burocracia, toda la circunstancia y el contexto en que les tocó ser gobierno, con sus ventajas, dificultades y asegunes.

Entre muchos errores que se pudieron haber cometido, como cualquier ser humano, como cualquier gobernante, se encuentran el no combatir, desde el primer día, la percepción de corrupción heredada y creada, al ser éste uno de los determinantes de la pérdida de confianza de la gente en sus gobernantes. El segundo error sobresaliente es el verse derrotado en la batalla contra la inseguridad y la violencia, por ser, además de la felicidad, la principal promesa ofrecida en campaña. Pero el error más grande, el que más va a costar en los momentos de calma y reflexión del Gobernador, licenciado José Ignacio Peralta Sánchez, es el haber permitido que unos sí y otros también, afirmaran y repitieran hasta el cansancio y hasta la náusea, para convertir una probable mentira en verdad, que es uno de los peores gobernadores del país. Porque en política y en gobierno, lo que parece, es. Hasta aquí nos leemos por hoy, nos vemos en la siguiente participación.

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