Hace algunos días sosteníamos en esta columna que existe una oposición a la presidencia de López Obrador que luce extraña porque se trata de movimientos sociales (al menos en apariencia) y no de una oposición política real, dado que los partidos tradicionales todavía se encuentran en la etapa de negación, tratando de entender lo ocurrido durante la campaña de 2018 y están muy lejos de poder definir una estrategia para el futuro y aún más lejos de la posibilidad de recuperar la confianza ciudadana que durante tanto tiempo tuvieron y defraudaron.
Resultaría interesante que alguno de los genios de la demoscopia preguntara a las mujeres que hoy protestan, qué creen que sucediera si Anaya o Meade fuera el presidente, o bien, por cuál de los tres (incluido López Obrador) votarían si la elección fuera hoy. Creo que los resultados sorprenderían a más de cuatro de esos políticos desfasados que ahora resultan feministas a ultranza y tratan de colgarse de una demanda por demás justa y entendible por parte de diferentes colectivos feministas. Son los mismos seudo políticos que han patrocinado a las y los encapuchados que han cometido los actos vandálicos cada vez que han tenido la oportunidad de ejercer violencia en los actos de las mujeres.
Para apadrinar al movimiento feminista ha surgido mucho más de un membrete nuevo y podemos ver nuevamente algunos que ya estaban olvidados. También han aparecido en escena algunos políticos y líderes sociales que habían sido olvidados durante muchos años. Ahora, todos ellos, son campeones de la democracia y de la exigencia de un buen gobierno, y no sólo de defensa de los colectivos feministas. Exigen por la causa de las mujeres y por un buen gobierno que ellos, en su oportunidad, se negaron a hacer o ejercer. Ellos originaron este desbarajuste que ahora exigen que se corrija como si se tratara de un acto de magia.
Y es que precisamente esos políticos trasnochados que ahora son feministas ejercen violencia contra algunas mujeres si así les conviene. Una ilustración de lo dicho, lo tenemos en Colima, donde han atacado, lo mismo a Indira Vizcaíno que a Griselda Martínez cada vez que han tenido la oportunidad de hacerlo, porque sienten que pueden alzarse con la nominación morena para contender en las elecciones para gobernador el año que viene. Esos son los mismos que anticipan que Morena elegirá como abanderado a Virgilio Mendoza o a Joel Padilla (como si Morena no tuviera cuadros) o bien, anticipan un triunfo de Leoncio Morán. Sí, son los mismos políticos que durante los últimos meses se han doctorado en la creación de noticias falsas y poseen esos coros celestiales que las divulgan y tratan de mal informar a una ciudadanía que no les cree.
Cabe destacar que los movimientos feministas no son exclusivos de éste País, pues han cobrado fuerza en diferentes partes del mundo. En el caso de México, cabe razonar, más allá de que les asiste la razón en sus demandas, que la urgencia con la que reclaman a sus demandas, nos dejan entender un cierto fundamentalismo en su proceder: Es cierto que diferentes colectivos de mujeres apoyaron la formación y la consolidación de Morena, así como la candidatura de Andrés Manuel, precisamente porque sus demandas no tenían cabida dentro de la política de las fuerzas políticas conservadoras, pero es cierto también que, ahora tratan de imponer su agenda como la número uno y si todos los colectivos que abanderan causas justas de grupos marginados y/o vulnerables exigen también que sus propias agendas se conviertan en la de mayor prioridad para México, entraremos a un caos. Ordenar el desgarriate de País que tenemos, exige un orden, y reconstruirlo demanda la acción coordinada de todas y todos los mexicanos, sobre todo de los colectivos conscientes y progresistas. Todos deberíamos estar involucrados en la reconstrucción del País y en el logro de los objetivos de todos los mexicanos, Los objetivos feministas tendrían que ser, por supuesto, uno de ellos.
Vivimos en un País, donde muchos de nuestros compatriotas tienen hambre y donde, a diferentes colectivos se les ha negado sistemáticamente el ejercicio de sus derechos más elementales como la alimentación, la salud o la educación. No podemos desconocer que el Gobierno de la República nos ofrece importantes avances, pero hablamos de los logros de quince meses de gobierno (menos del diez por ciento del régimen). Se avanza con las más altas prioridades y todos los mexicanos estamos obligados a hacer lo que nos corresponda para lograr, tan pronto sea posible, un país igualitario donde prevalezca la justicia social. Y, sin ninguna duda, esa es la gran prioridad de la 4T.
En tal sentido, al que junta estas letras, también le llaman la atención los esfuerzos de otros colectivos por imponer su propia agenda como si se tratara de la de importancia capital. Tal es el caso de quienes abogan por un trato digno para los perritos o el fin de las corridas de toros, por ejemplo; cuando observamos esa terrible discriminación a los indios, tan sólo por el hecho de serlo y cuando los humanos tenemos derechos absolutos, mientras que los animales tienen derechos relativos (es otra cuestión de prioridades). Mis respetos también para los animalistas, pero no comparto algunos de sus puntos de vista. Creo que las prioridades del País son otras y si queremos alcanzar los grandes objetivos nacionales no debemos distraernos como lo hacen, sobre todo, quienes son miembros de distintos congresos. Para todas las agendas habrá tiempo, pero no puede avanzarse tanto en tan poco tiempo y en todos los frentes. El ejercicio de la democracia exige un orden que, quizás, debemos debatir a nivel nacional, pero no debemos imponer una agenda particular o colectiva de manera unilateral. Exigir resulta lógico y hasta deseable, pero por los canales democráticos que cada vez se encuentran más abiertos y que deben ser usados para asegurar un gran acuerdo nacional, una nueva alianza y no para exigir, destruyendo o violentando como algunos colectivos han hecho y apoyar, desde esa actitud intolerante, a los grupos más retrógrados del País.
Que nadie utilice causas justas para tratar de justificar lo injustificable, como el regreso de los que se fueron porque les echamos, y lo hicimos por los grandes males que nos ocasionaron a todos los mexicanos. Y por supuesto, mi felicitación a todas las mujeres con motivo de su día y, sobre todo, mi solidaridad con sus causas; aunque esta columna aparece bajo el riesgo de que alguna o algún fundamentalista intolerante me califique como misógino.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.