NARRATIVA DEL MACHISMO

Para abonar a la discución sobre el fenómeno del periodismo mexicano en tiempos de la 4T, Luis Guillermo Hernández llamó a reflexionar sobre la serie de desencuentros ríspidos que se han dado entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y algunos medios tradicionales.

El viernes 31 de julio de 2020, comentó el también director de la Sexta W en su programa Radar que se transmite por Rompeviento TV (https://www.youtube.com/watch?v=THkjaQJviaU&t=50s), se dio un desencuentro muy grave: el señalamiento enfático del Presidente hacia el comunicador Ciro Gómez Leyva, quien a su vez acusó al mandatario de ser un macho que no usa cubrebocas.

La prensa del antiguo régimen, es decir, todos aquellos periodistas que fueron beneficiados por los regímenes del PRI y el PAN en los últimos 30 años, sostiene Hernández, ha sostenido una campaña brutal de desinformación y abierto enfrentamiento con el gobierno actual, en parte porque ‘cerró la llave de los recursos que generosamente fluían hacia estas hacia estas personas y las instituciones periodísticas tradicionales’.

En busca de una perspectiva distinta, Hernández invitó a conversar a Alejandro Almazán, un periodista que ha construido su carrera ‘en otra línea de la información’; alguien que ‘desde los medios impresos se ha significado por su calidad y también por su profundidad en el periodismo literario o periodismo narrativo’, explorando los asuntos sociales a través de la crónica y mirando con otros ojos a los seres humanos que constituyen ‘el eje de la noticia’.

Almazán ha ganado tres veces el Premio Nacional de Periodismo, en Crónica, y en 2013 se hizo acreedor al Premio Gabriel García Márquez. Es autor de Chicas Kaláshnikov y otras crónicas (2013), de la novela sobre El Chapo, El más buscado (2012), y de la ficción policial Entre perros (2009); además de ser coautor de La victoria que no fue: López Obrador, entre la guerra sucia y la soberbia (2006), por mencionar algunos de sus libros. En esa larga trayectoria, decidió hacer un alto en el camino para marcar un punto de reflexión sobre quiénes somos y cómo debemos ser los profesionales del periodismo.

Para Luis Guillermo Hernández, Alejandro Almazán es ‘alguien que nos puede ayudar a entender el papel de ciertos personajes de la prensa en México porque ha trabajado muy de cerca con muchos de ellos’.

ME TOO PERIODISTAS

“Como reportero me dediqué mucho tiempo a cubrir la violencia. Hasta que hace un par de años tuve un viaje psicodélico y comprendí que no iba por el camino correcto. Muchos de los conceptos que yo pensaba en ese entonces, se derrumbaron. Luego, en la primavera de 2019 vino el #MeToo: fui uno de los cientos de hombres denunciados.

“Ingrid, mi compañera, fue de gran ayuda. No salió a defenderme ni me motivó a sacar un boletín de prensa o disculparme en YouTube. Había que comer un poco de la mierda que las mujeres han comido desde que el mundo es mundo. Me puse a leer y llegué a la conclusión que estoy en un oficio profundamente machista.

“De lo que se dio entre Gómez Leyva y López Obrador, debo decir que yo aprendí periodismo por Ciro pero ahora ya no voy con él en temas como la 4T. Yo sí quiero que le vaya bien a la Cuarta Transformación, y por eso mi silencio en Twitter.

“En el periodismo hay posturas a favor o en contra, y la gente que se pone en medio toma postura también. Mi postura personal es hacia la 4T. No me voy a hacer tonto, desde esa postura trabajo y veo al periodismo.

“En la acusación de macho que le hace Ciro a Andrés Manuel, ¡el comal le dijo a la olla! Pero, sí, tenemos un presidente macho. Yo voté por un presidente macho y en el momento que López Obrador entienda su machismo, seguramente podrá cambiar la situación para las mujeres en este país.

“Los especialistas en masculinidades, como el argentino Sergio Sinay o particularmente la australiana R. W. Connell, dicen que los políticos representan el machismo. El mundo de la política está castrado de amor y de empatía. Evidentemente la política es machista: Trump, Bolsonaro y Andrés Manuel no se ponen el cubrebocas por machismo, porque no quieren mostrar su debilidad ante los gobernados.

“Ciro, por su parte, como muchos periodistas atravesados por el neoliberalismo, el fascismo, el clasismo y el machismo, es uno de los jinetes del patriarcado. Si no fuera machista, Gómez Leyva nunca hubiera defendido a un cabrón como El Basuritas [Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre] que operaba una red de prostitución.

“El machismo y el neoliberalismo han cruzado en quienes están en la política y quienes estamos en el periodismo. Tanto pesa el neoliberalismo que, en las redes sociales, hoy los periodistas creemos que debemos tener seguidores, números de vistas o de clics porque nos dicen que eso es el nuevo periodismo, cuando no son más que expresiones distintas del viejo machismo: variaciones de quién la tiene más grande o quién orina más lejos.

“Son cosas que tenemos que repensar como periodistas. Revisar cuál es nuestro papel. Quizá tenemos que volver a las víctimas, volver a ser empáticos, bajar el perfil, dar voz a las mujeres en los espacios. A los hombres ya nos escucharon mucho; es hora de callarnos, de guardar silencio y escuchar a las mujeres.

“Hay muchísimas mujeres talentosas y tenemos que escucharlas. Los hombres acaparamos todo. En el periodismo fuimos los reyes de la crónica y somos los reyes del periodismo de investigación. Ahora les toca a las mujeres, pero a las verdaderamente feministas. No a aquellas mujeres que son feministas hasta que a sus jefes o sus amigos los denuncian y, ahí, se acaba la sororidad”.

UN OFICIO MACHISTA

El entorno periodístico es machista, coincide Luis Guillermo Hernández. Tenemos un gremio predominantemente masculino, los roles de poder en el periodismo son predominantemente masculinos, apenas tenemos tres o cuatro directoras de medios en todo el país. Pero, además, tenemos un momento histórico en el cual se está dando un cataclismo en los medios.

Eso ha llevado a muchos de esos periodistas (Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola, Enrique Krauze, Héctor de Mauleón o Héctor Aguilar Camín) a mostrarse feroces, en parte, porque han visto vulnerada su autoridad y poder. Son periodistas machos que se confrontan con el Presidente de la República como si estuvieran retando al macho de la manada, señala el conductor de Radar.

En efecto, “lo confrontan desde el poderío testicular, no desde el raciocinio”, coincide Alejandro Almazán.

“Respecto a la masculinidad, Carlos Monsiváis escribió en Misógino feminista (Océano, 2013) que al macho no le gusta la paz, el macho siempre está por la guerra. Toda esta gente que pide la guerra y critican por absurda la estrategia de paz que propone Andrés Manuel, son machos que no entienden que machismo no sólo es tocar, acosar o piropear a alguien. Hay miles de comportamientos machistas que no reconocemos, porque estamos sumergidos en una pecera.

“Al final, estos periodistas están defendiendo sus privilegios porque eso también es lo que hacen los machos: no ceden privilegios. Si fuera realmente feminista todo esta gente que dice feminista en los medios, estaría reclamando la decisión de la Suprema Corte de no aprobar el aborto.

“Todos esos aliades ylas mujeres que aseguran ser feministas, son pura máscara, puro maquillaje. Lo políticamente correcto nos ha llevado a la condescendencia, no a reflexionar realmente los problemas estructurales y de fondo. Pensamos que con decir todes y niñes ya somos feministas”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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