LA CORRUPCIÓN COMO SISTEMA

En tiempos del neoliberalismo, México se transformó. La corrupción ya existía pero su magnitud no era comparable con la que se vivió después, pues el propio partido del gobierno, sí, el PRI, imponía límites, aunque poco claros y no escritos a los gobernantes y si los traspasaban, el castigo venía, tal cual fue el caso de Miguel Alemán que fuera marginado una vez que concluyó su mandato y hasta su propio hijo fue vetado sistemáticamente para ocupar puestos importantes, hasta que el neoliberalismo alcanzó el poder. 

El PRI y el PAN sí eran diferentes y representaban ideologías y modelos distintos entre sí, pero el proyecto neoliberal fue jalando a los tricolores cada vez más, hasta que se dio una convergencia con los panuchos. Ya en 1988, cuando Carlos Salinas alcanzó la presidencia, fueron lo mismo. Entonces se impidió que Cuauhtémoc Cárdenas ocupara la primera magistratura y los azulones se aliaron con los tricolores para que se lograra ese objetivo. Muchas veces se observó la cercanía que existía entre el innombrable y Diego Fernández de Cevallos y se constituyó esa alianza que conocimos como el PRIAN. Para muchos, entonces, hablar de esa unión era exagerado pues siempre nos habían dicho que el agua y el aceite nunca se juntaban, pero ni uno ni otro partido eran lo que habían sido y el rasero de los negocios, los había igualado hasta convertirlos en lo mismo. 

La corrupción, entonces, fue escalando hasta límites nunca imaginados. Ya no hubo principios en la práctica política y tampoco hubo cantidad de dinero que fuera suficiente para saciar la sed de dinero de los políticos agrupados en ese PRIAN. Entonces, el gobierno mató, el gobierno desaparecía personas, el gobierno traficaba lo mismo con contrabando que con sustancias ilegales, el gobierno hipotecaba y vendía al País, el gobierno establecía complejos sistemas de simulación para intentar ocultar su acción y el saqueo sistemático que llevaba a cabo. Más de un razonamiento y más de una investigación nos llevaba a entender el escándalo de corrupción que vivíamos. Y aun así, parecía exagerado. 

El tiempo se ha encargado de poner en claro la negrura de lo vivido en tiempos recientes. Los juicios que se ventilan tanto en México como en los Estados Unidos han comenzado a descorrer el telón de lo que pasaba y nos deja ver una realidad que supera con mucho, la ficción. 

Cuando mi generación y varias posteriores fuimos a la escuela aprendimos que había héroes y antihéroes como Antonio López de Santa Ana o Porfirio Díaz y ahora resulta que éstos desalmados, eran ternuritas, enanos, frente a los neoliberales. Para ellos, el pueblo no existía sino sólo como un instrumento para lograr sus propios fines. Se negoció hasta con la salud y la educación, pues nada importaban la vida o el futuro y el patriotismo, pasó a ser tan sólo el nombre de una importante calle en la Ciudad de México, la cual, por cierto, circula en sentido contrario a su paralela, Revolución. 

Se trató de borrar todo indicio de patriotismo o nacionalismo y eso los llevó a tratar de hacernos olvidar la historia. Hasta el bicentenario de la Independencia se concibió como negocio en vez de que fuera motivo de un festejo popular. Simplemente habría que traer a la memoria la llamada Estafa de Luz, que se ubica en el Paseo de la Reforma de la capital del País. 

Las declaraciones de Lozoya y el vídeo difundidos recientemente, exhibe a la clase política recién superada en los comicios del 2018 haciendo de las suyas y a algunos panuchos como los actuales gobernadores de Querétaro y Tamaulipas no sólo recibiendo sino exigiendo, extorsionando a los priistas entonces en el poder. Había una diferencia entre ellos, es cierto, pero era tan solo una diferencia de grado. 

Eran tan jugosos los negocios que los dirigentes del PRD, el partido fundado para oponerse a los neoliberales, y que había apoyado un par de veces la candidatura presidencial de Cuauhtémoc y en otro par de ocasiones, de Andrés Manuel, decidieron inventar el Pacto por México y reclamar una parte del pastel, sin importarles la pérdida de identidad de su partido. De ese modo, se dio paso a la creación de Morena, dada la necesidad de muchos, que junto con Andrés Manuel, entendimos la necesidad de contar con un partido diferente. Si todos los demás eran neoliberales, Morena fue el partido antineoliberal. Las dificultades de su creación se vieron recompensada unos cuantos años después con el triunfo de 2018. El resto ya lo sabemos, la transformación, la cuarta transformación de País. Y por cierto, en esa elección, el PRD y Convergencia Democrática, ya transformada en Movimiento Ciudadano ya no apoyaron a López Obrador, sino en vez, se coaligaron con los azulejos para apoyar la candidatura de Anaya. 

Y así, también llegó lo increíble. No sólo los políticos de viejo cuño se niegan a morir, sino continúa existiendo un pequeño grupo que los defiende y a pesar de todo lo visto, sueña con su regreso al poder. El deterioro del gobierno superado lo vivimos todavía en Colima, donde el gobierno estatal desea continuar con las viejas prácticas y por lo pronto, a falta de razón, impone. La Ley Barbijo no es una casualidad, ni tampoco el golpe legislativo. Está en su estirpe, los votos de los diputados sin compromiso, se compran a billetazos. La voluntad de algunos tiene precio y ni siquiera es tan alto, por eso, es negocio comprarlos. Y muchos de los gobiernos municipales transcurren en caminos paralelos al del estatal. 

Quiero suponer, sin embargo, que estos juicios con lo que ya sabemos y lo que nos falta por saber es el clavo que faltaba en el ataúd de los neocones, de los neoliberales. Hasta Mitofsky reconoce el crecimiento de la aceptación de López Obrador a la luz de los últimos hechos, y esto apenas comienza. La inmensa mayoría de los mexicanos nos sentimos ofendidos y dispuestos a continuar la lucha en contra de esos corruptos. Nada queremos con ellos. 

Lo de Pío López Obrador y David León es una burda reacción de los verdaderos pillos. Sí debe investigarse y aclararse. En última instancia, cuando eso sucedió ninguno de los participantes era servidor público y en todo caso, es un trato entre particulares que no se parece al del otro vídeo. Van 18 señalados directamente por Lozoya, incluidos tres expresidentes y dos personajes que disputaron la presidencia a López Obrador en 2018… y los que faltan. ¿Qué sucedería su alguno de esos contendientes, Meade o Anaya hubiera ganado la Presidencia? Por eso podemos sostener que lo que vivimos era la corrupción como sistema. 

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana. 

Comentarios

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *