Para el historiador Lorenzo Meyer, “la mañanera es un ejercicio espectacular y novedoso. No existe ningún jefe de Estado o presidente de gobierno que dé conferencias de prensa cinco días a la semana y durante todo el año. López Obrador tiene ahí una tribuna fantástica, porque se la ha ganado y su trabajo le cuesta. Entonces, dedicar parte del tiempo a desmentir las noticias falsas de los periódicos” parece innecesario.
El presidente eligió a Reforma, “pero todos los periódicos nacionales, con excepción de La Jornada, y muchos de provincia tienen la misma línea. Podía haber seleccionado a cualquiera de los otros, con el mismo resultado”.
Para Meyer, “en el tiempo fantástico de la mañanera (fórmula que él inventó, debería patentar y cobrar dividendos pues el ejercicio ha sido replicado en otros países) tendría que poner el énfasis en lo importante, en lo sustantivo. Claro, de vez en vez podría referirse a ellos pero no a diario, para no darles a los periódicos el lugar que están buscando como tribunas de la oposición y que, por cierto, se están ganando a pulso”.
Para el investigador emérito de El Colegio de México, “hay mil problemas en el país ahora mismo y, lo que diga un periódico o un columnista, francamente no se merece el tiempo que el presidente le dedica. A los periódicos ya no los leen más que unos cuantos seres humanos sacrificados en este país, nos contamos entre ellos pero no son muchos. Y si bien es verdad que lo que publican se difunde rápido en televisión y radio que tienen mayor público, la mañanera debe hacer relevante al hecho, no al periódico”.
Para Meyer, “basta con aclarar la situación y quizá ni siquiera tiene que mencionar la fuente de la acusación. Pero López Obrador insiste en nombrar a periódicos, periodistas o columnistas, cuando si bien tiene que que darles respuesta debe elegir bien el tema. Puede ser contundente y mostrar la debilidad del argumento opositor, la falsedad o, de plano también, la falta de ética al haber sacado tal información; poner a esos medios frente a su contradicción, porque ellos se dicen muy morales y éticos; ejemplificar con eso, y a otra cosa”.
Y sí, de vez en cuando “darle una repasadita al adversario”. Pero López Obrador “está usando demasiada pólvora en los enemigos”. Los dueños del periódico han de estar felices, cuentan los minutos que les dedicó en la mañanera y luego “van con sus apoyos, con los empresarios y todos los grupos que están decididos a ser parte de una oposición que no coagula, para sacarles por lo menos su apoyo moral. No sé si dinero, pero a lo mejor también eso”.
Meyer estuvo el viernes 11 de septiembre de 2020 con el escritor Fabrizio Mejía Madrid, en la mesa de opinión de Rompeviento TV (https://www.youtube.com/watch?v=uhwYss8JP04) que conduce Ernesto Ledesma. Ahí el moderador advirtió que, al ser la prensa la gran oposición a la 4T, cada vez veremos más colaboraciones entre la alianza federalista de gobernadores, por ejemplo, y periódicos como Reforma.
Mientras que Mejía Madrid destacó que ante las medias verdades que gobernadores como Javier Corral, de Chihuahua, o Enrique Alfaro, de Jalisco, han manejado en sus declaraciones, la mañanera se está convirtiendo en un ejercicio de pedagogía social donde algunos funcionarios, como la directora general de la Conagua, Blanca Jiménez, han dado verdaderas cátedras sobre temas como el pago de cuotas en el manejo de aguas internacionales entre México y Estados Unidos.
UN FAN DE LA MAÑANERA
La mañanera sigue generando opiniones contrastantes entre periodistas y observadores de medios. El crítico de televisión Álvaro Cueva, en el especial de Surtido Rico que dedicó a las conferencias de prensa matutinas del presidente López Obrador en Milenio TV, el 1 de septiembre de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=mdbLF1Buzg4), sostiene:
“Todo el mundo tiene algo que decir de las mañaneras de Andrés Manuel López Obrador, porque son el fenómeno de comunicación de México y de Latinoamérica. Son un espectáculo maravilloso, una muestra de poder increíble. Nadie puede dejar de hablar de ellas, nos gusten o no, la veamos completa o a medias, en vivo o en retransmisión a través de las redes sociales. Hay quienes sólo miran las notificaciones de lo que se dijo en la mañanera, pero de que se consumen, se consumen. No hay manera de escapar a los temas de las mañaneras, las veamos como una bendición o una maldición.
“Son un fenómeno informativo. En términos periodísticos, la mañanera dicta la agenda noticiosa de todo el día. Lo que ahí se dice trasciende a los portales de noticias inmediatamente y a las redes sociales, va a la radio y a la televisión. Se comenta en los noticiarios que compiten con ellas por el horario de la mañana, y en los de mediodía, media tarde y la noche. Repercuten todo el tiempo.
“Vale la pena analizarlas porque, como pocas veces en México, tenemos concentrada la información política, centrada en un personaje que lo dicta todo. Aunque López Obrador ya las había ensayado como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, no es lo mismo ser gobernante de la Ciudad de México a ser presidente de la república.
“Cuando empezó, pensé que la gente se iba a cansar, que las audiencias terminarían por rechazarlas, que el espectáculo se volvería repetitivo y monótono, que el rating se iba a desplomar. Pero la realidad me calló la boca.
“Es impresionante. Nunca antes en la historia de México habíamos tenido un presidente tan transparente, alguien que hablara todos los días de todos los temas, un mandatario dispuesto a darle seguimiento a una obra o a un conflicto, en vivo y cara a cara con la prensa y el pueblo.
“Esto sí es una revolución. Prefiero a López Obrador que a aquellos presidentes que, cuando ocurría algo, misteriosamente se iban de gira al extranjero, gastando millones de pesos”, sostiene Álvaro Cueva.
EL QUE MADRUGA, MADURA
El historiador de la telenovela mexicana comenta cuánto se ha dicho que las mañaneras “son un espectáculo prefabricado, ensayado, donde Andrés Manuel López Obrador ya sabe qué le van a preguntar y quién se lo va a preguntar, por lo que ya tiene respuestas preparadas”.
“Pero la verdad es que todos los periodistas de México pueden ir a la mañanera. Nadie tiene prohibida la entrada, aunque esos doctos conductores de noticiarios de radio o de televisión que tanto lo atacan, no van. Deberían ir a decirle en su cara lo que se supone le tienen que decir; abrir el debate ahí mismo e incomodarlo, en lugar de mandar a sus achichincles. Es muy penoso ver a practicantes cuando sería increíble que asistieran los titulares del noticiero. Claro, hay que desmañanarse y formarse, pero los divos no se prestan a eso.
“Una de las cosas que más han cambiado con las mañaneras son estas entrevistas tipo infomercial que había antes con el presidente de la república, fuera quien fuera; esas grandes producciones en oficinas de lujo donde estaba el conductor o la conductora del noticiario de la noche, muy coqueto o coqueta con la pierna cruzada, entrevistando al mandatario con unos encuadres perfectos, maravillosos, divinos. Ahí sí, todo parecía ensayado, estudiado y, lo peor de todo, pagado.
“Eso quedó atrás, Andrés Manuel López Obrador no hace esos numeritos con absolutamente nadie, ni siquiera con los medios públicos porque para eso tiene las mañaneras. Es democracia pura, apertura total, nada de privilegios para una compañía determinada. Lo que quieras, en la mañanera.
“Por eso se ha ganado respeto del pueblo y de los medios de comunicación, le guste a quien le guste, le moleste a quien le moleste. Nos podrá caer bien o mal el presidente, nos podrá parecer chistoso o aburrido su estilo, su forma de hablar, de peinarse y vestir. Todo eso son frivolidades, estupideces, cuestiones de color. Lo verdaderamente fundamental de las mañaneras es el contacto que este señor puede hacer con la gente, a través de las ideas y de las emociones”.
“Nunca antes un titular del poder ejecutivo se había expuesto de esta manera ante los medios de comunicación. Y él se expone, por supuesto, sabe que de su manera de hablar, mover la cabeza y decir frases ocurrentes se van a colgar otros para hacer memes, chistes y comentarios de color. Pero a pesar del riesgo, ahí lo tienes. Nunca otros estuvieron dispuestos a hacer la mitad de eso. Nunca otros se expusieron la quinta parte de lo que diariamente se expone Andrés Manuel López Obrador”, enfatiza Álvaro Cueva.
LORD MOLÉCULA, PERSONAJE
Con espacios en la televisión pública y comercial, con experiencia en periodismo escrito y audiovisual, Cueva se declara “fan de las mañaneras porque, más allá de ser ‘la fuente’, es muy interesante en términos de producción”.
“Cabe imaginar la complejidad de producir las mañaneras: convocar a los invitados, que lleguen a tiempo y estén donde tienen que estar; que el micrófono funcione, las luces están encendidas y las cámaras en una posición específica para que, si de repente habla un reportero, se le puede atender.
“Hay que hacerlo a diario y, a diferencia que ocurre en muchas televisoras, con austeridad republicana. Está complicado y se pone peor porque la mañanera viaja con el presidente. Una cosa es transmitir desde Palacio Nacional y otra montar todo aquello en locación. ¿Cuántas televisoras podrían hacerlo a ese ritmo, con ese nivel de calidad y esos resultados? En Estados Unidos ya se hubieran ganado un Emmy.
“Le pueden decir telenovela o, mejor, talk show porque algo tiene de esto último y me encanta. Es divertida: hay personajes que ya amo, como Lord Molécula, ese hombre genial que con una potencia inmensa contribuye a ponerle sabor a la transmisión. Y así como los grandes noticiarios tienen esquemas para que el ritmo no caiga, en la mañanera hay personajes espontáneos, que van por su cuenta, pero van a lo que van.
“Lord Molécula no es el único, hay otros que ayudan a que aquello no sea la tierra de la amargura permanente. Hay que decirlo, es una vergüenza nacional que un alto porcentaje de los reporteros que van ahí no sepan a qué van. De repente, el juego es cada loco con su tema. En la mañanera el presidente pone una mesa increíble en términos periodísticos, pero esas pobres muchachas o muchachos terminan por preguntar cosas que no son la nota. No aprovechan lo que ahí escuchan. Las mañaneras podrían ser mejores si hubiera apertura por parte de los medios de comunicación, incluso creando personajes como Lord Molécula para ponerle más sabor al caldo”, apunta Álvaro Cueva.
VERLAS CON INTELIGENCIA
“No me preocupa el supuesto poder electoral de las mañaneras, sino que no exista nada medianamente parecido en la oposición, entre los gobernadores o entre los dirigentes de otros partidos. Si los enemigos del presidente son tan buenos, si tienen tantos pantalones y si quieren trabajar, que se levanten temprano y se pongan a diario frente a las cámaras de televisión, a tocar todos los temas, dispuestos a contestar lo mismo una pregunta inteligentísima, una superagresiva o una estúpida. López Obrador lo hace, y hace bien algo que nadie más está dispuesto siquiera a imaginar.
“Como ocurre con las mejores series de televisión del mundo, la mañanera ha generando productos paralelos, otras mañaneritas. En México se replica en las vespertinas, donde los secretarios de Estado, el subsecretario de Salud y otros funcionarios del gabinete hablan de la economía o del covid. Esto significa que el modelo funciona y lanza un mensaje de que las cosas se están haciendo correctamente. Hay transparencia, nadie está engañando a nadie, nadie puede mentir.
“Hay que analizar la mañanera desde todas las perspectivas, no sólo lo que se dice sino también lo menos obvio: la comunicación no verbal de los políticos invitados, la manera en que visten, cómo se mueven. La entonación y los titubeos nos comunican cosas que muchas veces ellos no quisieran manifestar.
“Ver las mañaneras es un ejercicio de inteligencia. Que los influencers no nos las platiquen y nos den su versión, que los medios tradicionales no te manden notificaciones. Hay que ver al menos uno de estos espectáculos completos, porque realmente son ejercicios históricos de comunicación política”, concluye Álvaro Cueva.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.