De Sergio Jiménez Bojado se puede decir que, casualmente, siempre está en las mejores regadas. Pero ahora se debate si fue a propósito o una muestra de su incapacidad el desliz del sábado 24 de abril, cuando presentó a Mario Delgado como “presidente del comité ejecutivo nacional del PRI”.
No podemos ignorar a quién estuvo sirviendo Sergio hasta el momento en que el partido se decidió por Indira Vizcaíno: la diputada federal Claudia Yáñez, quien dejó las filas de Morena para aceptar ser candidata de Fuerza por México.
Dado que Claudia hizo durante la precampaña el trabajo sucio que ahora está haciendo Locho, muchos piensan que Jiménez Bojado saboteó intencionalmente un evento donde Mario Delgado haría anuncios tan importantes como que Indira va dos a uno respecto a su más cercano competidor o que Morena va a impugnar a Morán Sánchez, “empleado del PRI” que “le está haciendo el trabajo sucio” al Tumor.
Si en verdad fue un error fingido, al dirigente estatal morenista se le olvidó que al recibir la primera plurinominal al Congreso local, quedó liberado del compromiso con sus antiguos patrones. Cuando lo premiaron sin ningún merecimiento con una diputación local segura, Sergio debió darle la espalda a quienes lo apoyaron para llegar y mantenerse en la dirigencia estatal, donde no hizo nada para contribuir a la construcción y fortalecimiento del partido.
Sin embargo, si aceptamos que el error fue involuntario, el lapsus podría explicarse como una visión regresiva a las muchas reuniones a puerta cerrada con estructuras del PRI en las que Sergio acompañó a Claudia. Como aquellas durante la elección de 2018 en las que vendieron candidaturas de Morena a personeros del tricolor. O aquella otra, ya en la precampaña, cuando Yáñez recibió tanto apoyo del aparato priista como el que está recibiendo Mely Romero justo ahora como candidata.
Muchas expresiones dentro de Morena piden la renuncia de Sergio a la dirigencia estatal y que lo borren de la lista plurinominal, una posición inmerecida porque, insistimos, como dirigente estatal hizo trabajo nulo.
Por decencia, Jiménez Bojado debería desaparecer de la campaña. Lo dijimos en su momento, no es un vocero creíble ni mucho menos eficaz. Es más bien una bomba de tiempo.
VEO GENTE PRIISTA
Siendo comprensivos con un político que con más de treinta años de trayectoria todavía tiene pánico escénico, cabe decir que era inevitable para Sergio Jiménez ver a Mario Delgado y no pensar en el PRI.
El presidente del comité ejecutivo nacional de Morena tiene esas maneras propias de todo priista. Hasta la estrategia de difusión que aplica cuando viene a Colima es la misma que podría seguir un jerarca del tricolor: hizo una visita de cortesía al periódico que, en últimas fechas, tanto se ha especulado respecto a una compraventa ficticia en la que estaría involucrado el propio Delgado.
Por cierto, se dice que esa operación mercantil fue simulada con fines de evasión fiscal o, bien, para justificar negociaciones comerciales entre los dueños –los mismos que ya conocemos– y quienes muy probablemente lleguen al gobierno estatal y a los ayuntamientos.
Entonces, cuando Bojado se excusa diciendo que al ver a Mario se quedó pensando en algo que le recordó al PRI, puede que haya sido el árbol genealógico del dirigente nacional de Morena:
Mario Delgado Carrillo es sobrino político del insigne priista Héctor Michel Camarena, que fue senador por la primera minoría en Colima. Para Sergio, la asociación de ideas era forzosa teniendo justo en frente, entre el público que atendía a la conferencia de prensa, a Héctor Michel Carrillo, primo hermano de su líder nacional y, nada menos, el empresario que va a seguir operando los negocios que tiene en su tierra natal el también exsenador y ahora diputado federal con licencia por un distrito de Ciudad de México.
En qué otra cosa si no en el PRI iba a pensar Sergio cuando presentaba a Mario, si los círculos políticos y sociales que frecuenta Delgado en Colima tienen un común denominador: son priistas.
Mario tiene una gran amistad con el gobernador Ignacio Peralta. En sus tiempos de estudiantes universitarios, en la ciudad de México compartieron departamento y formaron una fraternidad junto a Rubén Pérez Anguiano, actual secretario general de Gobierno, y al presidente del Supremo Tribunal de Justicia en el Estado, Bernardo Salazar.
Son esos antecedentes de Mario Delgado los que pudieron provocar la confusión de Jiménez Bojado. Sin embargo, muchos de sus compañeros en Morena opinan que el ‘involuntario’ error de Sergio no puede quedar impune. Y consideran que esta es la oportunidad de sacudirse a uno de esos actores con quienes los morenistas no se identifican.
Los militantes no entienden por qué en la cúpula partidista le tienen tanta paciencia a Sergio. Si hasta en Movimiento Ciudadano bajaron a Héctor Insúa de la candidatura a la diputación federal, bien pueden sacar a Bojado de la dirigencia estatal y, de una vez, de la lista plurinominal al Congreso local.
EL TÚNEL DEL TIEMPO
Otro personaje que ya está metido de plano en la política ficción es Jorge Luis Preciado Rodríguez, candidato del PRIAN a la alcaldía de Manzanillo que no vacila al afirmar que va 20 puntos arriba de la edil con licencia Griselda Martínez.
Contra lo que se esperaba de un cuadro tan experimentado en movilización política y estrategia electoral, la campaña de Jorge Luis no prende. Es difícil competir con una candidata como la de Morena que, en busca de su reelección, no hace promesas de campaña sino refrenda la millonaria obra pública que realizó en poco más de dos años.
Con lo del túnel para unir por debajo del canal de navegación a San Pedrito con Las Brisas, literalmente, como dicen los regiomontanos Jorge Luis se la bañó. Y, como Locho con Indira, inventarse una encuesta tan inverosímil da cuenta de que sigue en la retaguardia y que su campaña no ha sido tan exitosa como muchos esperaban.
No obstante que Jorge Luis ha tratado de utilizar las mismas estrategias que usó como candidato a la gubernatura hace seis años, en Manzanillo esas acciones no pegan porque le pesa el desarraigo y el desconocimiento de la problemática en colonias, barrios y comunidades. Los porteños son muy localistas y están muy politizados.
La estrategia de Preciado está centrada en llamar la atención y no le avergüenza hacer las propuestas más ridículas. Antes de 2018, la gente se montaba en esas campañas estrafalarias por una concesión a los políticos que, como Jorge Luis, eran de oposición. Pero ahora es el candidato oficialista, representa a la clase gobernante en Colima y payasadas como esa de clamar que lo amarraron ‘como puerco’ o ponerse una máscara de luchador, ya no causan gracia.
Para su suerte, Griselda Martínez le obsequió una violenta imagen verbal: “Es para que lo corran a pedradas de aquí”. Hasta ahora no había encontrado Jorge Luis el pretexto para invertir los roles y convertirse en la supuesta víctima potencial de una mujer que, por si ya se les olvidó, sufrió un atentado a manos de sicarios pagados por las diversas industrias delictivas que operan en el puerto.
Pregonada por los periodistas del nado sincronizado, es inminente que la profecía de una chusma lanzando piedras al paso de Jorge Luis se cumpla a sí misma. Esperamos que, cuando eso ocurra, la prensa antigriseldista repita lo que dijo hace dos años del ataque a la alcaldesa: ¡es autoatentado!
SE VOLVIÓ OFICIALISTA
El marketing político que en México desplegó exitosamente Vicente Fox, funcionaba cuando las elecciones eran simuladas. En el acuerdo para propiciar una alternancia política que no pusiera en riesgo la continuidad del modelo neoliberal, era creíble afirmar que el candidato panista venció a Francisco Labastida porque a éste le faltó el desenfado que le sobraba al exgobernador de Guanajuato.
En Colima, Jorge Luis hubiera podido vencer en 2015 al candidato de Los Pinos porque se presentó como un receptor de las denuncias sociales. Eso fue lo que funcionó en su campaña, no la máscara de Blue Demon ni el discurso pronunciado en un jaripeo de Tecomán a donde Preciado llegó visiblemente alcoholizado.
Romper esquemas le sirvió a Jorge Luis frente a un candidato tan acartonado como Ignacio Peralta. De hecho, la única posibilidad que sea auténtica esa encuesta que le da 20 puntos de ventaja, es que se trate de la última que se levantó antes de la elección de gobernador. Aquella que se anuló.
La política no sólo es forma, también es fondo, y si algo demostró el movimiento de Andrés Manuel López Obrador es una narrativa que no se reducía a frases ingeniosas como las de Fox, sino que le daban sentido a la realidad que vivían los mexicanos.
La mayoría de los votos que Jorge Luis consiguió en 2015 en Manzanillo, emigraron tres años después a Morena. No obstante ser la autoridad electa, Griselda representa la verdadera opción de cambio y la ruptura contra el régimen de privilegios y corrupción que, a mucha honra, hoy defiende Preciado.
Como le pasó a otra panista porteña, Martha Sosa, Jorge Luis perdió su valor como luchador social al momento en que dejó de ser oposición al gobierno para asumirse como un político oficialista.