Cada día hacemos análisis un tanto más profundos y más acabados de la elección del 6 de junio. Eso no es sencillo, sobre todo porque tratamos de explicarnos las causas que motivaron los resultados. Y es que cada municipio, cada distrito federal o local y cada una de las entidades federadas son distintas y muchas veces no nos resulta tan sencillo encontrar información fiable a la distancia. Cada resultado implica muchos factores entre ellos la idiosincrasia de los votantes de cada una de las circunscripciones que tratemos de analizar; y tratándose de una elección que abarcó todo el país y en la cual había tantos puestos en juego y cada uno con su propia dinámica, el análisis resulta muy complejo.
Lo primero que llama la atención es que todos los partidos se autoproclaman como el gran triunfador de la contienda y en el estricto sentido, lo son.
Empecemos por Morena que obtuvo, junto con sus aliados, la mayoría de la Cámara de Diputados, once de quince gobiernos estatales en juego y la mayoría en más de la mitad de los congresos estatales. En el más estricto sentido debiéramos decir que es el gran triunfador, lo cual implica que los otros partidos no lo son. Ahora cuenta Morena con un gran control espacial y eso constituía su gran debilidad, pues era un gigante con pies de barro, ya no lo es más.
Pero la alianza prianista, ¿vitaminada? por el PRD, también se puede autoproclamar como vencedora porque logró triunfar en muchas más de las elecciones que ellos mismos esperaban. En el caso de Colima, lo ejemplifica muy bien el caso del ayuntamiento de Villa de Álvarez, donde propusieron una candidata débil, para que no ganara y despejara el camino a su verdadero candidato, que era el infiltrado Guillermo Toscano. Allí Esther Gutiérrez ganó y no precisamente con el voto de los priístas, porque ellos prefirieron votar, mayoritariamente, por Toscano y muy probablemente el triunfo de Gutiérrez se logró más con votos de simpatizantes de Morena, quienes no tuvieron por quién votar y ya encarrerado el ratón, tampoco votaron por otros candidatos morenos. En Comala resulta evidente también el voto de castigo por el otro Guillermo infiltrado. La Alianza sólo esperaba algunos triunfos muy puntuales, porque además, casi todos sus candidatos eran impresentables porque no tiene de otros, y eso incluye a los infiltrados.
Para alguno de los partidos integrantes de la Alianza, específicamente para el PRD, el triunfo fue mayúsculo, pues ellos pensaban que en su desaparición como algo inminente, porque no lograrían mantener el 3 por ciento de la votación y aunque sea de panzazo, lograron aprobar este curso. Y vaya, no podrían haber logrado mayor triunfo que ese. Como fácilmente podemos entender, cada uno tiene raseros y motivos distintos para leer los resultados electorales.
Mucho se ha hablado del triunfo de la Alianza que arrebató la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México y un buen número de municipios del Valle de México que constituyen la cuna de ese movimiento llamado lópezobradorismo convertido en fuerza nacional que antes tenía sólo presencia regional.
Se trata de un asunto muy complejo, donde intervinieron múltiples factores que cada vez se analizan con mayor profundidad y por supuesto, deberán hacerse ajustes porque se trata de una llamada de atención que debe ser atendida, y con urgencia, pero es una región que, con trabajo, resultará recuperable para Morena. Así las cosas, es apenas, una victoria pírrica para los aliancistas. Es exactamente eso y no más. Ya luego, deberemos ocuparemos de analizar ese caso particular y profundizar sobre esos motivos, incluido el fuego amigo, que es un factor reconocido por el propio Andrés Manuel. Además, debemos entender que ya se acabó el tiempo de los carros completos. Eso es parte de una historia que no volverá.
También debemos considerar que los triunfos morenos se lograron con un partido apenas existente, desorganizado y con múltiples problemas y pugnas internas que deben superarse a la brevedad. Los estatutos prevén que después de cada elección federal sus órganos internos, deben renovarse y eso constituye una gran oportunidad para superar los problemas, pues se escuchará a la militancia, que es pensante.
Nunca más deben asumir los candidatos morenos que Andrés Manuel es el gran proveedor de votos y que una vez obtenida la candidatura de su partido, basta con colocar un par de lonas en su demarcación y tirarse una siesta mientras llega el día de la votación. Candidatos con esta idea los hubo en el Valle de México, en Colima y en el resto del País. Esto y los candidatos o grupos que vendieron espejitos demasiado caros, deben ser lecciones muy entendidas y errores que no se repitan otra vez.
Pero como gran conclusión debemos aceptar que ganaron todos los partidos. Ganó la Alianza porque obtuvo más triunfos de los que esperaba, ganó el PRD porque logró su permanencia, ganó Movimiento Ciudadano porque logró consolidarse en algunas zonas y ganó Morena por todo lo que muestran las letras que se juntaron. Pero sobre todo ganó México, porque quedó demostrado que ni estamos en una dictadura ni vamos hacia una de esas, porque ¿cómo podrían ganar todos los los partidos en una dictadura? Si ganaron todos es porque vivimos en una democracia, la que por cierto, resulta cada vez más plena.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.