GOLPES DE REALIDAD

Ante las guerras mediáticas desatadas por los conservadores que están enfrentando los movimientos progresistas de América Latina, “nos falta trabajo de organización y coordinación”, reconoce Fernando Buen Abad.

El académico y documentalista señaló en El Chamuco TV que “sí lo hemos venido haciendo, pero no con una metodología actualizada. Hay momentos en los que nuestro discurso no está a la altura de los hechos históricos. Hay una falencia sintáctica y narrativa, tenemos que reconstruir el poderío de una narración emancipadora”.

En Argentina, ejemplificó, hace unas cuantas semanas la empresa Iberdrola “que sigue siendo tan colonialista como siempre”, dejó sin electricidad a más de 80 mil familias durante seis semanas. “Y no hubo poder humano que los presionara para que volviera la energía”.

En Buenos Aires hay edificios altísimos donde viven ancianos. Y si no funciona el elevador, no hay forma de hacer llegar comida ni medicamentos a un séptimo u octavo piso.

“Pues bien, hasta hoy y eso que he increpado a los compañeros y a los medios alternativos, comunitarios y callejeros, no veo una descripción del drama brutal que supone ver a un viejo abriendo el refrigerador donde ya no hay leche ni agua fresca, ¡con 40 grados de temperatura! Nadie socorre a personas que viven un abandono cruel, pese a estar en el centro de una ciudad cosmopolita.

“No estamos narrando eso ni otras cosas peores. No estamos a la altura del relato que nos exige, por mencionar algo, el calentamiento global, con sus imágenes de osos polares flotando exhaustos sobre un pedazo de hielo, ni lo que pasa en las selvas con los incendios forestales; tragedias ambientales tan sensibles para todos. Y ya no te digo los problemas que generan reformas laborales que aniquilan los derechos fundamentales de los trabajadores.

“Son agendas duras que nos pertenecen a todos, problemas que nos igualan porque estamos en la misma lucha. Y, sin embargo, no logramos articular una estrategia comunicacional que vuelva clamor el grito emancipador”, dijo Buen Abad a sus anfitriones, los moneros [Rafael Barajas] El Fisgón, [Rafael Pineda] Rapé y [José] Hernández, en la emisión del 27 de febrero por Canal 22 (https://www.youtube.com/watch?v=P8G1i9rhwt0&t=1293s).

GUERRA COMUNICACIONAL

“Hay que trabajar mucho. Estamos ahora construyendo el Instituto de Semiótica en la universidad abierta de San Luis Potosí, como un espacio para insistir en esa agenda. Al respecto, en la Universidad de Lanús (Argentina) donde yo trabajo, específicamente en el Instituto de Información y Comunicación ‘Sean MacBride’, hacemos un trabajo comparativo coleccionando los programas políticos de casi todas las organizaciones del continente que tienen sus idearios en plataforma; nos faltan cuatro o cinco movimientos sociales, campesinos o indígenas.

“Buscamos, entre los puntos principales de esos documentos, el tema de comunicación. Y veo con desagrado que no es una prioridad en la agenda política de las fuerzas organizadas del continente. Es grave porque ¿a quién se le escapa que la comunicación es nuestra más grande debilidad en este momento?”

Ciertamente, señala El Fisgón, dado que la principal herramienta de las oligarquías para derrocar presidentes y echar abajo proyectos populares y progresistas son los medios masivos de comunicación, tendríamos que tener una estrategia para combatirlos en ese mismo terreno.

Para Buen Abad, “en el trabajo de una organización política la guerra comunicacional es una prioridad. Debemos entender cómo operan esas estrategias, incluso como parte de la capacitación política porque un militante no es sino un comunicador, un vaso comunicante”.

“Tenemos que reivindicar esta agenda y abrir una gran discusión en México donde, por cierto, está en marcha una cuarta transformación que no sólo debe ser política y social sino que ineludiblemente requiere una transformación comunicacional.”

¿SUPERIORIDAD ESTÉTICA?

Hernández retoma el concepto de sentido común como imaginario colectivo, que empleó poco antes Buen Abad. En la narrativa de estas guerras híbridas o guerras comunicacionales se usa el falso sentido común para reforzar prejuicios. El racismo que el pueblo mestizo boliviano mostró contra el presidente indígena Evo Morales, en México se expresa como clasismo en contra de López Obrador: pretenden desautorizarlo por hablar fuera de la norma culta.

“Yo a eso lo llamo el sin sentido común, porque se ha construido como un absurdo”, retoma Buen Abad.

En Chile, cuando Augusto Pinochet decidió que necesitaba pasar por un proceso electoral ante las presiones internacionales e internas, el dictador participó como candidato y si no ganó las elecciones fue por dos o tres votos. Es decir, había creado un sinsentido común en el que semejante personaje, monstruoso si lo hay, ganó la preferencia política de un gran número de chilenos. No obstante el terror que produjo el golpe militar, Pinochet pudo haberse convertido en el primer dictador criminal en ser electo presidente, legitimado por la democracia.

Esta construcción del sin sentido común produce semejantes aberraciones. La presidente golpista en Bolivia, Jeanine Áñez, produjo el sinsentido común de llegar con una biblia a recibir la banda presidencial de manos de soldados sublevados contra el mandatario electo en las urnas. Mediante una alianza simbólica con las fuerzas armadas, Áñez quiso legitimar un gobierno espurio. Y en esa narrativa, Evo Morales y todo los que participaron en el proyecto que se desarrolló en los años anteriores pasaron a ser outsiders. ‘¡Cómo nos equivocamos!’, decían muchos bolivianos refiriéndose a Evo.

“Ese sin sentido común prevalece en la región en porcentajes escabrosos. En Argentina surgió un personaje de extrema derecha nazi-fascista que ganó la elección como diputado de la nación, con un 17 por ciento de ventaja. Pasó de ser un don nadie en términos de figura política a congresista, pese a que su frase de campaña fue: ‘Nosotros somos superiores estéticamente’.”

DERROTAS SIMBÓLICAS

En México tenemos sin sentidos en boga, coinciden invitado y anfitriones: vemos a Felipe Calderón criticar asuntos de gobierno, cuando carece de toda autoridad moral; o a Carlos Loret de Mola considerado un gran periodista por The Washington Post, donde lo llaman víctima de la censura.

El neoliberalismo manejó en todo el mundo y durante años preocupantes sinsentidos: como la idea de que congelar los salarios es para el bien de los trabajadores, que alargar la jornada de trabajo es un beneficio o que es bueno para la economía tener tantos pobres, apuntan entre todos.

“Para una economía como la mexicana que durante décadas expulsó pobres hacia Estados Unidos, la pobreza interior se convierte con los migrantes en uno de los principales ingresos de divisas para el país –señala Buen Abad–. Sería imposible la economía mexicana si no hubiera ese volumen de remesas, que rebasan los ingresos por otras grandes actividades económicas.

“Ese sinsentido, esa aberración, encuentra lugar en las sociedades en la medida en que acostumbras a la población al absurdo. El ciudadano termina normalizándolo y asumiéndolo como el camino del éxito y de la socialización además, porque si llegas a una sobremesa familiar sin aceptar esas verdades, rompes la armonía de pensamiento y te conviertes en un outsider en tu propia familia.

“Esas pequeñas escalas, estas microhistorias tienen relatos fenomenales a nivel planetario. Uno muy cercano se llama Donald Trump, con qué inteligencia lograron sus publicistas elaborar un discurso que dijera: ‘Vamos a recuperar América’. Prendió y tiene hoy fanáticos desatados, pavimentándole el retorno a la presidencia porque lo extrañan”, resume el invitado.

VICTORIAS SEMIÓTICAS

“Con visión panorámica podemos notar cómo se van sumando derrotas para nuestros pueblos en esta contienda semántica, frente a las grandes victorias que tuvimos anteriormente en el campo simbólico”, sopesa Buen Abad.

“Este continente es un compendio inagotable de victorias semióticas desde la revolución mexicana y el poderío de la canción popular, con esa juglaresca revolucionaria pueblo por pueblo que, luego, pasó a las artes plásticas y terminó convertida en baluarte ideológico. Nada menos, estamos en el año de Flores Magón.

“Tenemos en Argentina un movimiento importantísimo de cine documentalista. Y un movimiento de la canción latinoamericana con los Mejía Godoy en Nicaragua, con Violeta Parra en Chile o Mercedes Sosa en Argentina. Toda esta canción es una gran revolución musical y cultural en el continente, y un baluarte de victoria simbólica de los pueblos latinoamericanos. Hablamos de la lucha, como hablan los pueblos.

“Sin embargo, este caudal extraordinario de victorias y de fuerzas simbólicas, no lo hemos sistematizado. No hemos recopilado la enciclopedia de las victorias comunicacionales de nuestros pueblos. Ese compendio debería ser un instrumento indispensable en la formación de los muchachos que hoy están estudiando Comunicación o Periodismo en América Latina.

“Hay más o menos mil facultades de Comunicación, pero en ellas se enseñan todavía los dos modelos hegemónicos: la escuela funcionalista y la escuela estructuralista. Es decir, la concepción de la comunicación como mercancía y no como un derecho humano y social fundamental.

“Sin ese contexto, no se puede armar un compendio de las experiencias victoriosas de la comunicación. No podemos dar un golpe simbólico contundente si extirpamos la herencia de nuestra lucha.

“Y no es que nos falte agenda, basta ir a la puerta de la fábrica donde se dan las batallas; ahí está la agenda de la lucha de los pueblos. Si pudiéramos hacer la colección de lo que se está diciendo en todo el continente en términos de protestas, de luchas, de reclamos y de exigencias en todas las áreas (luz, gas, agua, salud, educación), ese caudal nos daría un portento de tesis para trabajar sobre la nueva comunicación que necesitamos”, afirma Buen Abad.

CONTIENDA SEMÁNTICA

Tenemos pendientes esas dos colecciones, resumen los chamucos. Por un lado, una enciclopedia del horror que compendie las estrategias de guerra sucia híbrida que se han desplegado en América Latina. Y, por otro, la recopilación de los grandes triunfos simbólicos que ha tenido el movimiento libertario y progresista.

Si tuviéramos los recursos para compilar esas dos hipotéticas enciclopedias que deberían estar en el librero de cualquier comunicólogo y politólogo, ¿podríamos a partir de ellas elaborar un recetario de tácticas que nos permitan contrarrestar en tiempo real las estrategias de guerra híbrida?, preguntan los moneros.

“Sin duda y el método correcto no es teorizar en el escritorio sino salir a recoger esas frases ingeniosas de las voces que están en lucha, justo en los lugares donde se resuelven las cosas como la gente quiere resolverlas”, responde Buen Abad.

“Este método ayudaría a aniquilar dos tradiciones horrendas: la del arribismo y la del oportunismo.

“Hemos visto a muchos arribistas en este continente enarbolar la bandera de la emancipación, de la lucha de clases, del movimiento obrero, minero y campesino, cuando lo único que hicieron fue robarse una tesis política.

“Hemos padecido en cada generación a esos oportunistas que vinieron a matarnos con nuestras propias banderas. Y la única forma que tenemos de garantizar esta usurpación simbólica, es rompiendo con ese sinsentido y entendiendo que el alimento de esa batalla viene desde abajo.

“Mas no basta con eso, porque si fuera así entonces de nada servirían los poetas que, con tres frases, durante decenios han recogido el espíritu de toda una lucha”, comenta el invitado.

CONFERENCIA-ESCUELA

“Sin embargo, ese trabajo exige mucha investigación, renunciar al facilismo. No es un problema de ingenio ni de audacia creativa, sino un trabajo minucioso de investigación que se debe hacer aunque no tenemos formación y disciplina para hacerlo. La autocrítica no debe faltarnos como instrumento de construcción y es una urgencia, tenemos que saldarla pronto.

“¡Qué victoria magnífica es en este país la mañanera: una conferencia de prensa que se ha vuelto una escuela de formación política para todo un país. Es un milagro, un logro extraordinario. Pero no nos alcanza.

“Necesitamos que en la casa de cada trabajador mexicano se haga la mañanera propia y se abra el debate no sólo sobre lo que dijo el presidente sino también sobre lo que se está diciendo en el barrio, la fábrica o la escuela.

“Necesitamos impulsar ese nutrimiento de flujo y reflujo, de criterios y de análisis. Es el momento de formar nuevas generaciones. En la experiencia profesional y académica de los que estamos aquí, muy pocos o ninguno creció con el acceso a una enciclopedia como la que estoy invocando”, señala Fernando Buen Abad.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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