NARRATIVA ORQUESTADA

El Laboratorio Digital para la Democracia (Tlatelolco Lab) de la UNAM identificó el origen de las acusaciones que circularon en las redes sociales sobre los supuestos vínculos con el narcotráfico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su partido el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

El estudio ‘Elecciones y el narco: ¿realidad o narrativa orquestada?’ demostró cómo, mediante el uso de bots y la cooperación de medios de comunicación, días antes de las elecciones en seis entidades federativas se desplegó una estrategia digital de manipulación de tráfico para posicionar la narrativa conspirativa.

En la campaña negra participaron opinadores, periodistas, políticos de oposición y medios de comunicación corporativos, sin presentar pruebas de sus señalamientos, aseguraron investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México que –especialmente después que el presidente López Obrador citara el estudio en la mañanera– recorrieron diferentes espacios en medios públicos y plataformas digitales para dar a conocer esa operación politico-electoral.

Los expertos del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) al que está adscrito Tlatelolco Lab, Eloy Caloca y Martín Zumaya, declararon a la revista electrónica Contralínea (‘Tlatelolco Lab revela campaña de manipulación sobre narcopolítica’, 18 de junio de 2022; https://contralinea.com.mx/interno/semana/tlatelolco-lab-revela-campana-de-manipulacion-sobre-narcopolitica/) que la campaña ha tenido tres momentos climáticos:

El primero, a inicios del sexenio cuando vincularon al presidente López Obrador con el narcotráfico sin aportar evidencias; el segundo, en la elección de 2021 cuando se comenzó a hablar en los medios de un supuesto “pacto” entre Morena y el crimen organizado; y, el tercero, días previos a la jornada electoral del pasado 6 de junio de 2022, cuando se incrementó el número de tuits con hashtags que asociaban la palabra “narco” con “gobierno”, “presidente”, “AMLO” y “Morena”. Estos hashtags conformaron una narconarrativa que buscaba incidir en la conversación electoral.

CAMPAÑA OPORTUNISTA

Doctor en Humanidades, profesor de Filosofía, Metodología y Pensamiento Político, Eloy Caloca Lafont advirtió que la estrategia fue orquestada, impulsada y oportunista:

“Orquestada e impulsada porque, independientemente de los casos de violencia que se llevaron en casillas”, de las tramas electorales en cada municipio y estado, “detectamos” en el contexto de las votaciones “una narconarrativa” que “se impulsa y amplifica”. Y, oportunista, porque “impulsarla días antes de las elecciones tiene un fin político: incidir en los posibles resultados electorales”.

Contó este investigador que el análisis respecto de los medios de comunicación corporativos –que abarcó del primero de junio hasta la jornada electoral– se enfocó en identificar cuántos textos se habían producido con esta misma narrativa y sin aportar pruebas, tanto en medios nacionales como internacionales, con un alto alcance de lectores o seguidores en sus cuentas oficiales de redes.

En Tlatelolco Lab descubrieron cómo más de 30 opinadores o columnistas colocaron el tema en sus espacios de opinión. “Se dividen en dos grandes grupos: uno de ellos son tanto periodistas o columnistas que habitualmente tienen un espacio en medios, estamos hablando de Héctor de Mauleón, Eduardo Ruiz Healy, Ricardo Alemán, Carlos Salazar, Federico Reyes Heroles, Fernando García Ramírez, Carlos Loret de Mola”. Otro grupo que “encontramos en los medios a través de entrevistas o columnas invitadas”, son actores políticos que son funcionarios en turno de los partidos de oposición o que han sido funcionarios de gobierno anteriormente: “Francisco Labastida, Rubén Aguilar, Marco Rubio que es senador en Estados Unidos, Lilly Téllez, Jesús Ortega o Porfirio Muñoz Ledo”.

Agregó Eloy Caloca que “todos estos actores escribieron temas u ópticas relacionadas con el posicionamiento de las narconarrativas”, de “pactos entre Morena, el gobierno federal y los grupos criminales organizados”.

El análisis identificó comunidades de cuentas que amplificaron los hashtags durante la primera semana de junio por medio de retuits, citas o respuestas entre ellas. Algunas de esas cuentas tuitearon o retuitearon cientos de veces en intervalos de 12 a 60 segundos, para luego entrar en un periodo de reposo. Por ello, el estudio concluye que “la presencia de ráfagas de publicaciones es un indicio de una estrategia digital de manipulación de tráfico”.

IMPULSAR NARCONARRATIVA

Por su parte, Martín Zumaya Hernández, doctor en Ciencias Físicas por la UNAM, explicó que durante el estudio observaron un conjunto de hashtags relacionados con la narconarrativa:

“Notamos un incremento importante, en especial en dos hashtags: ‘narcopresidente’ y ‘Morenanarcopartido’. En el análisis vimos que dos o tres días antes de la jornada electoral, estos hashtags se levantaron muchísimo, y tuvieron un número de publicaciones muy alto.

“Observamos también otros hashtags alrededor de esos dos principales, y vimos que hay todo un grupo de etiquetas relacionadas con el mismo tema que no aparecen de manera independiente, sino que todos aparecen simultáneamente en diferentes grupos. Todos esos hashtags conformaron la narconarrativa en el marco de la jornada electoral.”

Se investigaron las cuentas en Twitter que participaron en esta estrategia y su comportamiento, agregó Martín Zumaya. Observaron “cuentas muy participativas: al menos 100 publicaciones en estos días, y de ahí hasta 600”. Además, por el volumen de publicación se ve que son cuentas muy interesadas en amplificar la actividad. Por los patrones de la misma, “vimos que había comportamientos que podían no corresponder a personas [sino a bots]. Son estas ráfagas de publicación, cuentas que en un periodo publican tuits, respuestas, retuits, que están en reposo y luego se activan”.

Experto en el estudio de la estructura y dinámica de redes complejas y del comportamiento colectivo de sistemas de muchos cuerpos, Zumaya señala que los usuarios de redes sociales pueden identificar estos comportamientos anómalos en las cuentas de bots y, con ello, evitar la manipulación. Esto porque esas cuentas se enfocan en la narrativa que desean colocar en la discusión pública: no ponen ningún otro contenido ni dan más información, sólo contestan o retuitean con la serie de hashtags ligados a la campaña masiva de desinformación.

“Cuando uno ve su timeline, son publicaciones monotemáticas, tienen tres o cinco días o un día completo con el mismo tipo de publicaciones sobre el mismo tema. Cuando uno entra al perfil de este tipo de cuentas, en la parte superior derecha aparecen las imágenes que comparte la cuenta, y se ve que usualmente son las mismas, son imágenes repetidas. Ese tipo de elementos nos puede dar información a los usuarios comunes y corrientes, de que las cuentas que participan en estos hashtags no son genuinas”. Se necesitan varios pasos, pero sobre todo se requiere “espíritu investigador de un usuario común para poder desentrañar esta conversación”.

AUSENCIA DE PRUEBAS

Los hallazgos del análisis de Tlatelolco Lab refieren que la constante en esta narrativa mediática y digital fue la ausencia de pruebas que demostraran el supuesto vínculo entre el narcotráfico y el gobierno federal o el partido Morena.

A los textos periodísticos estudiados les “aplicamos técnicas de análisis crítico del discurso, y observamos que hay pocos analistas y pocos textos que realizan una argumentación investigada o que dan pruebas de lo que suponen ellos son los vínculos entre Morena y el crimen organizado. Hay unos tres o cinco en un corpus de 32 textos que son reportajes, o que hacen un esfuerzo por citar algunas declaraciones o documentos que no dejan también de ser ciertas suposiciones”, explica Caloca Lafont.

Otro elemento reiterativo es el uso del lenguaje que repite una y otra vez que es “una sospecha”. Parecen excusarse para no afirmarlo del todo. “Pero lo que terminan haciendo es posicionar el tema en las agendas”.

Al final, los lectores son también audiencias críticas y, “ante declaraciones o suposiciones” como las que se hacen en una de las opiniones “que analizamos”, no pueden más que desconfiar.

Caloca cita textualmente algunas de esas afirmaciones: ‘No tengo investigaciones, pero por las pesquisas que he hecho…’, dice una periodista. Mientras otra persona apunta: ‘No tengo sospechas, pero alguien que camina como ganso y se junta con gansos, da indicios de ser uno’, “refiriéndose a López Obrador y sus supuestos nexos con el narcotráfico”.

En el estudio se ve que “ese tipo de lenguaje y redacción en donde no se tiene ninguna prueba ni evidencia, no funcionó. No logró que la ciudadanía comprara del todo estas narrativas”.

FALACIA DE CAUSA

El investigador observa que las narconarrativas también se alimentaron de lo que se conoce como “falacia de causa simple o falsa” –misma que presenta eventos aislados como si estuvieran conectados–, y ejemplifica con las frases que empiezan por atribuir al gobierno de López Obrador un incremento en el número de víctimas de violencia, para afirmar que es producto del contubernio con el crimen organizado.

“Dicen los periodistas o analistas: ‘en un gobierno donde tenemos de 122 mil a 130 mil personas que han sufrido de violencia, u homicidio, es claro que hay vínculo con el narco’. Pero lo que hacen es tejer una causa falsa.”

Al respecto, Caloca Lafont explica que “vivimos en un país con graves problemas de violencia, lo sabemos de antemano, son problemas históricos, estructurales, que se deben incluso a las problemáticas propias de cada región y estado. Tenemos una gran diversidad en México, y atribuir todos estos actos de violencia a un pacto, es una causa simple o errónea”.

El investigador señala otra estrategia que usaron: el uso de diferentes figuras retóricas. Y aunque es válido en el periodismo hacer comparaciones, advierte que en este tipo de textos se hacían con el propósito de demeritar a candidatos de Morena o al mismo López Obrador, “diciendo que fueron unas elecciones teñidas de sangre, que el dinero gubernamental está manchado de sangre o que había sicarios apostados en las casillas, generalizando como si toda casilla en México tuviera estos problemas. Los textos, en resumen, están cargados de falacias, exageraciones, sospechosismo y falta de pruebas”.

RETÓRICA MACHACONA:

De acuerdo con el estudio de Tlatelolco Lab, los hashtags más difundidos por las cuentas con comportamiento anómalo fueron #narcopresidente y #morenanarcopartido, “lo que sugiere que hubo una estrategia digital para amplificarlos e incrementar su visibilidad. Dichas cuentas y hashtags también acompañaron sus tuits con memes, caricaturas o imágenes editadas que buscaban vincular al actual gobierno y a Morena con el narco y el crimen organizado”.

Al respecto, Martín Zumaya explica que también se identificó el hashtag “elpatróndelosnarcos”, impulsado principalmente por otro grupo de cuentas que se llaman “liga de guerreros”. En sus imágenes de perfil se ve que son plantillas las cuentas que están retuiteando el hashtag: tienen una identidad muy clara, siempre tienen el mismo discurso y no es tan fácil a simple vista detectar que son bots.

Por su parte, Caloca Lafont concluye que esto forma parte de la economía de la atención en donde, aparentemente, quien tiene dinero suficiente para patrocinar o difundir contenidos es quien puede ganar más visibilidad y, entonces, generar unas competencias electorales sumamente cargadas de guerra sucia y desinformación.

Por ello, cita una reflexión de su colega Zumaya: “entender el funcionamiento de estas plataformas, entender toda la forma en que [operan] sus algoritmos, en que se hace la distribución de sus contenidos, en que funcionan estas cuentas anómalas, es la forma que tienen estos actores de guerra sucia para intervenir en ellas. Y es también la mejor forma que tenemos los ciudadanos para hacer un uso crítico y responsable de estas plataformas en relación con la información que recibimos, las organizaciones sociales en las que participamos o todos los procedimientos que hacemos. Entender el funcionamiento de estas plataformas puede ser la única forma de revertir estos mecanismos de control y ser ciudadanías más responsables y activas”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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