DOBLE TRIUNFO ELECTORAL

La ola de crímenes violentos que agobia a la población desgasta, con cada evento trágico, la imagen de un gobierno estatal que el pasado 2 de julio –un día después del festejo a nivel nacional– celebró en Colima el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018.

A falta de una narrativa que explique la inseguridad como efecto de todos los intereses que se han conjuntado para mantener el estado de cosas que prevaleció hasta el 1 de noviembre de 2021, la administración de Indira Vizcaíno seguirá pagando con cargo a su bono democrático el costo político del fenómeno delictivo.

Le corresponde a la autoridad hacer un diagnóstico sobre las causas sociales e institucionales de semejante violencia, pero una metáfora plausible es que el gobierno anterior dejó la seguridad sujeta con alfileres. Nadie se los quitó, se cayeron con los pasos de los funcionarios que llegaron al relevo.

Aunque sus críticos insisten en presentarlos como evidencia de su inexperiencia y falta de decisión, la falta de paz y tranquilidad ha sido, junto con el estancamiento económico, uno de los pasivos del gobierno estatal en los últimos sexenios.

Para el gobierno de Vizcaíno es urgente romper esas inercias. No sólo porque seguridad y desarrollo económico fueron dos de sus principales promesas de campaña, sino porque son la razón por la que un buen número de colimenses votó por Indira.

La conmemoración del triunfo de AMLO hace cuatro años le permitió a Vizcaíno Silva evocar su propio triunfo, que el 6 de junio hizo un año. En su mensaje en el Jardín Libertad, frente a un restaurado Palacio de Gobierno donde colgaba de uno de los balcones la bandera de la diversidad sexual, Indira explicó su triunfo como continuidad de un movimiento nacional iniciado en 1988 por Cuauhtémoc Cárdenas como candidato presidencial del Frente Democrático Nacional, refrendado por López Obrador en 2006 como abanderado del movimiento progresista.

TODO EMPEZÓ EN 88

Es “una historia que comenzó allá por 88. Y aquí tenemos a algunos compañeros y compañeras referentes desde aquel momento, que nos han estado acompañando en este sueño por transformar a nuestro país”, dijo Indira en un tono que sonó más a la candidata que fue y no a la gobernadora que es hoy, en el sentido que el ejercicio del poder reclama discursos menos fogosos.

“Tuvimos que pasar al menos por dos fraudes electorales”, subrayó. Pero la consumación del movimiento no se explicaría sin “un líder que jamás se dio por vencido”: López Obrador.

Los fundadores de Morena no “me dejarán mentir”. Y recordó cuando con Vladimir Parra, entonces “presidente de nuestro consejo [político] estatal, por ahí en 2012 acompañamos a nuestro ahora presidente [de la república] plaza por plaza, a veces con 10, a veces con 15, contadas veces con más de 20 personas”.

“Ese hombre no se dio por vencido, por una sola razón: amor al pueblo. Su convicción de que México requería un gobierno que estuviera a la altura de su pueblo. [Y] por eso nosotros no podemos ser o hacer menos”. De ahí su gran compromiso y responsabilidad con la justicia social. “Estoy convencida que, con la Cuarta Transformación, se han venido a atender esas necesidades y [a remediar] esas injusticias que de manera histórica enfrentaba nuestra sociedad”.

HONESTIDAD Y AUSTERIDAD

López Obrador decidió empatar su festejo por el triunfo histórico en 2018 con la inauguración de la obra de la refinería Olmeca en el puerto Dos Bocas, Tabasco. El evento ha motivado innumerables bromas en las redes sociales, y todas aluden a la supuesta falsedad de considerar concluida una obra que tardará seis meses todavía en empezar a funcionar.

Un meme muy ingenioso presentaba una foto de la Torre Eiffel con la primera sección apenas armada, señalando que para la 4T este avance sería suficiente como para declarar la obra terminada. Quizá la comparación más exacta sería una Torre Eiffel, con todos sus segmentos ya colocados, pero sin los elevadores ni las antenas instaladas.

Ya hemos señalado en esta columna por qué la refinería es un hito en el proyecto alternativo de nación, y así enmarcó Indira Vizcaíno los logros del gobierno a cuatro años de iniciada la 4T:

“Hoy, en este contexto de crisis internacional, nuestro país es de las economías más sólidas. Eso no es fruto de la casualidad, sino resultado de un gobierno que no se está enriqueciendo a costillas del bolsillo de la gente. Es fruto de un liderazgo que está consciente de que no se debe abusar del pueblo, y que la riqueza de México es para las y los mexicanos, para todas y para todos. No para esos poquitos [y poquitas] privilegiados que se estuvieron haciendo multimillonarios, mientras el pueblo de México se empobrecía”.

Y justificó por qué en Colima “compartimos los principios de la Cuarta Transformación: la honestidad, la transparencia, la austeridad, la congruencia y la convicción de [que debemos] estar siempre escuchando al pueblo porque es al que nos debemos”.

“Tenemos un gobierno [federal] que ha tenido grandes logros en materia social”, dijo la titular de un poder ejecutivo que no sólo comparte vocaciones sino que, visto el nombramiento de la diputada local Viridiana Valencia como delegada federal de Bienestar, empatará su agenda social con la de los programas del gobierno de la república en esa materia.

Terminó Indira su mensaje con el entusiasmo de una campaña política: “¡Que viva la Cuarta Transformación!”. Y se sumó al coro: “Es un honor estar con Obrador…”

PURO MÚSCULO

El discurso de la Gobernadora tuvo como propósito inflamar las almas de los votantes duros de Morena. Dada las características amorfas del Movimiento Regeneración Nacional, es complicado hablar de militancia. Incluso, podemos asumir que la base del obradorismo en Colima es más amplia que la multitud presente en el mitin.

Aunque no estamos en tiempos electorales, no faltó quién de la oposición hablara en redes sociales de actos anticipados de campaña. Y sí, es proselitismo, pero no electoral. Sin duda se trataba de ejercitar el músculo.

Aquí lo importante es que el núcleo del indirismo, la estructura morenista y la corriente de simpatía que tiene López Obrador en el estado, tengan presente que el triunfo electoral de 2021 no fue sólo la culminación de un movimiento de izquierda que, ciertamente, contaba con pocos seguidores o, al menos, los que estaban no todos se atrevían a salir a la calle. Es algo más.

Indira ganó porque esa fuerza de izquierda coincidió con el hartazgo de la población ante la secuencia de gobiernos priistas en complicidad con el panismo. Amplios sectores sociales (desde agroproductores hasta pequeños empresarios y una nutrida formación gremial, magisterial, burocrática y popular) que hasta entonces habían sido institucionales, buscaron una alternancia al régimen de privilegios.

El triunfo de hace un año fue el resultado del voluntarismo y la perseverancia de luchadores sociales que han estado batallando desde 1988 o antes, pero en conjunción con muchas fuerzas no necesariamente políticas y mucho menos partidistas, que decidieron apoyar un proyecto de verdadera alternancia frente a la tentación de simular el cambio.

El aniversario de la victoria del 6 de junio es una buena oportunidad para revisar esa alianza de facto que Indira Vizcaíno hizo con el pueblo de Colima, y reafirmar las promesas que como candidata de López Obrador lanzó. Dos de las cuales muy específicas son: seguridad y reactivación económica.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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