Ya expresidente de la República, en una visita a la Universidad de Colima le preguntamos a Miguel de la Madrid Hurtado qué proyectos no alcanzaron a entrar en el Plan Colima por falta de tiempo.
Mostrándose como el fumador que los diseñadores de imagen siempre cuidaron que no viéramos en televisión, el director del Fondo de Cultura Económica durante los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo respondió: los túneles del ferrocarril con altura suficiente para la doble estiba.
Como reporteros que cubríamos la conferencia de prensa esperábamos que hablara de los cuatro carriles en el tramo transvolcánico de la autopista a Guadalajara, pero quizá don Miguel conocía las dificultades técnicas, presupuestales y legales de concluir la ampliación de la carretera. Aun cuando la obra arrancó en la segunda mitad de su sexenio, el otro cuerpo de la autopista con su serie de espectaculares puentes sobre las barrancas apenas entrará en funciones diciembre.
Poco después de esta declaración, el gobierno federal realizó la modernización de las vías férreas que inauguró Porfirio Díaz. Los Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales) fueron expropiados en 1937 por el presidente Lázaro Cárdenas, pero 60 años después la administración Zedillo reprivatizó la empresa. La naciente Ferrocarriles Mexicanos (Ferromex) mantuvo el servicio de carga, pero eliminó el transporte de pasajeros.
QUERÍA MUCHO A SU ESTADO
En el arranque de su campaña de proselitismo hacia la candidatura del PRI a la presidencia de México, le preguntamos a Enrique de la Madrid Cordero qué vocaciones productivas de Colima de las que definió su padre con las obras del Plan Colima (la autopista, el puerto interior de San Pedrito, el aeropuerto de Colima) impulsaría de llegar al cargo: ¿la industrial, la logística o la pesquera? ¿Acaso recuperará las vocaciones turísticas y agrícola que prevalecían antes de que don Miguel llegara a la presidencia?
El exsecretario de Turismo con Enrique Peña Nieto respondió que don Miguel “fue muy generoso con su estado”. No quería que, como a algunos de sus antecesores, sus paisanos le reclamaran haber pasado por la presidencia sin ayudar al terruño. “Colima es uno y otro después de la administración de mi papá. Colima sí se transformó”, dijo en respuesta directa a quienes le comentaron que los colimenses no aprecian el legado de su padre. La opinión pública ni se entibió cuando amenazaron el año pasado con quitarle su nombre a la librería del FCE.
Por cuestión generacional, muchos no aprecian “el avance en el puerto, la carretera, el aeropuerto”. Obras que también hicieron que Colima “dejara de ser el gran secreto”, el paraíso escondido del país. Y que hicieron que el estado, junto con los beneficios del desarrollo recibidos, pagara el costo social del progreso, entre otros el de la inseguridad.
“Yo soy de la Ciudad de México, le tengo cariño a Colima porque de aquí es mi papá. Y aunque no tenía los mejores recuerdos, quiso mucho a su estado”, dice Enrique, en alusión a que Miguel de la Madrid Castro, su abuelo, fue asesinado cuando el futuro presidente tenía unos pocos años. La viuda, doña Alicia Hurtado, emigró a la capital del país donde sostuvo a sus hijos, Alicia y Miguel, con los ingresos de una casa de huéspedes.
No debemos esperar los colimenses, por lo tanto, un trato preferencial del eventual presidente Enrique de la Madrid Cordero. En todo caso, el aspirante inscribió el tema de la recuperación económica de Colima en el marco del desarrollo nacional:
“¿Cuántas inversiones entrarían al puerto si no se estuvieran parando las inversiones [con sus declaraciones políticas y las políticas públicas de la 4T]? Sin embargo, debemos cuidar que esa generación de riqueza se reparta mejor”. En el pasado “no cuidamos la distribución de la riqueza y eso [un México más justo] pasa por mecanismos de compensación”.
HIJO DE PRESIDENTE
Más que de Colima, en la conversación con el Círculo de Analistas Políticos el miércoles 17 de agosto de 2022, Enrique de la Madrid prefirió hablar del proyecto de nación que llevará a cabo si logra convertirse en el primer hijo de un presidente en ocupar la presidencia: Cuauhtémoc Cárdenas no lo consiguió y Miguel Alemán Velasco se quedó en la liga de ascenso.
Para volver a vivir en Los Pinos (antes, el espacio tendría que ser cerrado al público), De la Madrid Cordero primero tiene que ser candidato presidencial. Y no sólo del partido en el que milita sino del PAN, en uno de cuyos gobiernos trabajó, y del PRD que complementa la alianza Va por México.
Sin embargo, la viabilidad de triunfo depende de la adición de Movimiento Ciudadano. Si PRI, PAN y PRD “se siguen haciendo chiquitos”, MC no va a tener incentivos para sumarse a la alianza opositora, a menos que el triunfo “dependa de ellos”. La prueba de fuego será el Estado de México, si Morena le arrebata ese bastión al PRI o apenas le permite pasar de panzazo, las posibilidades de la oposición de recuperar la presidencia serán nulas.
Tan convencido está De la Madrid de que los viejos partidos no son la clave, que su apuesta es por la ciudadanía. “La oposición somos todos” los que están en contra del modelo de la Cuarta Transformación. Y frente a los empeños de Beatriz Paredes de convocar a la nomenclatura priista, Enrique no piensa por lo visto jugar la carta del partido:
“Soy priista porque me inscribieron en el Partido a los 18 años”, dice enfatizando que no se identifica con esos cuadros que desprestigiaron al priismo. “Dentro del PRI ha conocido gente capaz y honesta; otros que no lo son, como en cualquier parte. Lo importante es la definición personal de quién soy yo y qué voy a hacer. Mi padre me enseñó que en el gobierno se puede ser honesto y capaz”.
Lo que nos hace recordar el lema de la “renovación moral de la sociedad” que, en el afán de distanciarse de la figura de José López Portillo, adoptó don Miguel en la última parte de la campaña electoral, luego de una primera fase en la que, por primera vez en la historia de la revolución institucionalizada, no hubo mención a esa ideología.
NO ES COSA DE SUMAR
“Vamos a hacer una defensa personal” del proyecto de país. “La oferta no es partidista” sino de un proyecto en el que coincide mucha gente. Se trata de poner en la mesa esa visión de país y debatirla. “De otra manera seríamos políticos teleprompter, como cuando se elige a quien mejor leer el guion”.
Además de coincidir en muchos temas con los diferentes sectores de la sociedad, adelanta que “vamos a respetar las áreas de experiencia”. Hasta ahora “no hemos podido socializar a dónde queremos llegar”, ni ponernos de acuerdo “en cuál es el mejor sistema” de llegar a esa meta. Debemos empezar por “preguntarnos qué queremos, y después decidir cómo hacerlo”.
En su defensa de las instituciones, señala que “es mejor un sistema donde participamos muchos, y no un país donde un solo iluminado decide todo”. Pero contra las opiniones de quienes quisieran que regresáramos por la fuerza al viejo régimen, Enrique de la Madrid advierte: “En la democracia avanzas lento, pero a pasos firmes, sin retrocesos”.
Para el exdirector de la Financiera Rural y del Banco Nacional de Comercio Exterior, actual líder de la iniciativa de ciudades del Tecnológico de Monterrey, “no se trata de que vuelvan el PRI o el PAN al poder, se requiere un gobierno de coalición. No es sumar, sino generar una reacción química en la que salga algo nuevo. A ninguno de los partidos de oposición le alcanza, y eso es bueno, porque lo que venga es nuevo. El primer contrapeso es el equilibrio en el gobierno”.
Por su parte, “hago lo que a mí me toca, esperando que las cosas se den. Soy optimista, quiero hacer ver ese México que podemos llegar a ser”. Pero debemos empezar por “reconocer nuestras debilidades: somo un país tremendamente desigual, permitimos que la mitad del país sea pobre y eso es inaceptable”. Más grave es que eso le haya pasado a un país vecino de Estados Unidos.
PRIMERO LOS POBRES
Abogado de la UNAM y economista del ITAM, De la Madrid Cordero señala que “el problema es la desigualdad”, no el modelo económico neoliberal que se instauró desde el gobierno de su padre, como una ruptura al nacionalismo revolucionario. “Hay estados que siguen creciendo”, no resultaron afectados por el neoliberalismo. “Son estados de clases medias, y han tenido alternancia. Es el México que debiéramos ser todos”.
En ese sentido, el diagnóstico que hace Andrés Manuel López Obrador sobre las causas de los problemas del país “es malo, porque no es el neoliberalismo sino la desigualdad”. Critica también la actitud de un presidente que parece cerrarse al mundo (por lo menos, desapareció las 47 oficinas de ProMéxico):
“Tenemos más que ganar si le apostamos al mundo. Consolidar a México como un país de clases medias, lo que implica eliminar la pobreza extrema y el hambre. Ser de clase media es tener alimentos y poderse vestir, tener buenos servicios públicos. Nuestro modelo es el europeo. En Europa la gente vive con modestia, pero con satisfactores”.
“Los estados que más se vincularon a la globalidad, y ahí entra Colima, tienen mejores niveles de desarrollo. El reto en México es cómo le hacemos para incorporar a los que no han entrado [al desarrollo], sin afectar a los que ya están [participando de él].
Montado en la retórica de que este gobierno está fabricando pobres, De la Madrid señala: “La gente pobre no es feliz. No hay dignidad si no tienes ciertos mínimos de bienestar”. Pero reconoce que con el neoliberalismo “no íbamos bien”, 7 mil pesos de ingreso en promedio “no es digno”. Su propuesta es “recuperar el crecimiento económico para recuperar la dignidad. Soy economicista, no hay manera de eliminar la pobreza si no hay crecimiento económico, tampoco se puede eliminar la inseguridad”.
Parte de su propuesta electoral será “generar una enorme inversión en el país. México tiene las condiciones y están en espera de inversiones. El conflicto de Estados Unidos con China puede hacer que se vengan a México muchas inversiones. Podemos escoger, están detenidas, hay que ir por ellas”. En ese marco, “otros países aumentaron en 25 por ciento sus exportaciones a Estados Unidos, y México apenas en 4 por ciento”.
ECONOMÍA Y SEGURIDAD
Como precandidato, la propuesta de Enrique de la Madrid es la conciliación, bajar la confrontación y hacer que se vean las coincidencias, más que las diferencias. “Ya lo dijo Gustavo Petro, el exguerrillero que es ahora presidente de Colombia: ‘No importa de dónde venimos, sino a dónde vamos’. Hay que seguir una estrategia antipolarización, porque en la confrontación todos perdemos. En el mundo la cooperación es la nueva regla”. Pero, en México, el jefe de Estado se ha dedicado a confrontar a los ciudadanos. “La polarización evidencia a un régimen autoritario, de estatistas donde la iniciativa privada no existe. Lo que hay que polarizar es el debate”.
Siempre en los márgenes de la derecha neoliberal, De la Madrid Cordero define lo que debería ser un político de izquierda: “alguien que tiene una conciencia social desarrollada, pero reconoce que no hay otra economía que la del mercado”.
Convencido de que va a enfrentar una elección de Estado, su estrategia de campaña consiste, aparte de unificar la oposición, en explotar los reclamos que la sociedad está haciendo: estancamiento económico e inseguridad.
“A diferencia del modelo económico, México ha sido tremendamente inconsistente en ese tema. En los últimos 40 años dejamos ese tema en manos de los policías. Pero necesitamos pensar juntos el mejor modelo de seguridad y justicia, con una política de Estado que trascienda los gobiernos”.
[En un debate con otros candidatos, Enrique de la Madrid tendrá que responder por la responsabilidad que tuvo su padre como presidente en el origen del actual clima de inseguridad. Al final de su sexenio, se revelaron los vínculos con el narcotráfico que tuvieron el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, el procurador general de la República, Enrique Álvarez del Castillo, y el secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui. Silenciar los vínculos del gobierno mexicano y de la CIA con el Cartel de Guadalajara, llevaron entre otras cosas al asesinato del agente de la DEA, Kiki Camarena, y del periodista Manuel Buendía].
Por lo pronto, el economicismo le permite a Enrique de la Madrid Cordero decir que buena parte del problema de seguridad se resuelve mejorando la economía. “Nuestra economía sólo puede atender a la mitad de la nueva población activa. En 17 años aumentó en dos pesos el salario real, esa es la razón por la cual la gente está agraviada, resentida”. Dice entender el agravio y está “convencido que podemos hacer un México mucho mejor, la mejor versión del México posible, porque la alternativa es tener la peor versión del México posible”.
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