OMAR PERDIÓ GANANDO

Las ideologías existen y las militancias también. Sin embargo, quienes apostaron por la figura de Omar García Harfuch como candidato de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México quisieron obviar estos dos factores.

Pensaron que la ideología se resume en un enunciado: en entrevistas, el exsecretario de Seguridad Ciudadana capitalino se limitaba a decir que ‘izquierda’ es lo que hizo Claudia Sheinbaum como gobernadora de la CDMX.

También asumieron que la militancia de Morena supone un voto duro que, invariablemente, se depositará en las urnas a favor de quien les indique la cúpula (o, como dicen que dijo la candidata, la ‘cópula’) del partido.

No obstante, fue una movilización de las bases el fenómeno político que descarriló la inminente nominación de García Harfuch: aunque ganó la encuesta de Morena, no será el abanderado.

En la madrugada del sábado 11 de noviembre de 2023, Clara Brugada fue designada proto candidata a la CDMX en acatamiento a las reglas de paridad de género, ya que la exalcaldesa de Iztapalapa fue la mujer mejor posicionada para las elecciones del próximo año.

LOS TRES GARCÍA

Cuando se planteó, la candidatura de Omar García estaba blindada por su posicionamiento en las encuestas, desde las que se levantaron antes de la medición oficial hasta las ‘espejo’ que se presentaron la noche del viernes 10 de octubre. En la definitiva, Harfuch obtuvo 40.5 por ciento de las menciones frente a los 26.7 puntos porcentuales de Clara Brugada.

No le hizo mella a García Harfuch, por lo visto, la biografía de su abuelo, Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, ni la de su padre, Javier García Paniagua, titular de la Dirección Federal de Seguridad con José López Portillo.

Tampoco le afectaron los señalamientos por haber recibido un ascenso tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa durante la llamada Noche de Iguala: de coordinador de la Gendarmería (que era parte de la estructura de la Policía Federal) en Guerrero, Harfuch pasó a la dirección de la Agencia de Investigación Criminal, sustituyendo en el cargo nada menos que a Tomás Zerón.

Y no parece haber sufrido merma la imagen de Harfuch por las acusaciones que hizo en su contra la periodista Anabel Hernández, en su columna para la Deutsche Welle (DW), a partir de una entrevista con el narcotraficante Dámaso López Serrano, alias El Mini Lic., testigo protegido en el caso de la DEA contra Los Chapitos. La acusación es, por lo demás, endeble ya que a final de cuentas Omar García fue el agente de la ley que detuvo al “hijo del licenciado” y éste bien puede estarlo difamando en venganza.

CARITA MATA TRAYECTORIA

La potencial candidatura de Harfuch tenía su fundamento en la noción de que, en la pragmática y mercadológica política moderna, se prefiere la viabilidad de triunfo al compromiso ideológico; pesa más la imagen que la propuesta o, dicho en términos populares, ‘carita mata trayectoria’.

¿Para la recuperación electoral de la Ciudad de México (la mitad de la cual se perdió territorialmente en los comicios intermedios) era necesaria una campaña como la que le hicieron a Omar, de pura imagen desprovista de contenido?

Las reglas del INE por cierto no permitieron otro tipo de campañas: a los aspirantes no podía llamárseles precandidatos, no podían hablar de sus proyectos de gobierno y –esto lo decidió Morena– tampoco podían sostener debates entre ellos. Fueron campañas que apelaron al reconocimiento de rostro y a la recordación del nombre, como bien explicó Jorge Zepeda Patterson en una conversación de largo aliento con Sabina Berman.

Hipotéticamente, Harfuch suponía una ventaja sobre Brugada: atraer a las estructuras panistas y priistas que, moralmente derrotadas, quieren acercarse al nuevo partido hegemónico y necesitan un enlace para engancharse a Morena; y jalar el voto de las clases medias decepcionadas del PRIAN por alcaldes como Sandra Cuevas y diputados como Gabriel Quadri, por quienes se volcaron en 2021.

Pero esa ventaja se basaba en la respuesta positiva al llamado a la unidad que todavía el viernes hizo Claudia, cuando el aplausómetro –reflejo del ánimo de las bases– dejó en claro que #EsClara. Cuando la pretensión de ganar el voto volátil implicó la posibilidad de perder una parte sustantiva del voto duro, el perfil de Omar se convirtió en desventaja.

CABALLO DE TROYA

Todos estos razonamientos a partir del posicionamiento en las encuestas y la viabilidad de triunfo de García Harfuch, ocultaban en el fondo una posibilidad que los militantes sí intuyeron, no así Claudia Sheinbaum quien impulsó la figura y las aspiraciones de su colaborador: el eventual rol de Omar como caballo de troya en la Cuarta Transformación.

¿La oligarquía y la mafia del poder pretendieron infiltrar un cuadro afín en la gubernatura más importante del país (de la cual han surgido ya tres candidatos a la presidencia) para asaltar Palacio Nacional en 2030?

Sin caer en conspiracionismos, es muy probable que la invitación a Harfuch a participar en el proceso interno se la hiciera Sheinbaum sin otro objetivo que proyectarlo políticamente, pero no necesariamente convertirlo en su sucesor.

Tal vez nadie esperaba que el público arropara a Harfuch en las encuestas, o quizá estos sondeos terminaron reflejando la agenda mediática desarrollada para crear un falso consenso en torno a la figura del policía de carrera. Lo cierto es que al impulso inicial que le dio Claudia se sumaron los medios para empujar la candidatura de Omar.

¿Estaba la derecha fabricando un candidato que resultaría muy vulnerable en la contienda electoral, por todos los negativos que destapó la propia izquierda?

O, si el objetivo era ayudarlo a ganar, ¿quisieron rebasar por dentro al tren de la continuidad de la 4T para, luego, presionar a Sheinbaum desde el corazón del país a dar un viraje a la derecha en el proyecto de nación?

En todo caso, ¿tramaron los conservadores un conflicto por el tema de Harfuch entre los liderazgos de Morena, el de López Obrador proclive a Brugada y, el de Sheinbaum, nueva poseedora del bastón de mando en el movimiento?

Las respuestas quedarán para el anecdotario. Periodistas como Julio Hernández López ‘Astillero’ piensan que, haber invertido tantos recursos en construirle una imagen a Harfuch, fue un desperdicio porque perfiles como el de Omar no los necesita la izquierda, ni siquiera para hacerse cargo de la seguridad pública.

Como primer finalista en la capital, Omar García será senador y tendrá seis años para demostrar no sólo cómo va adquiriendo tablas y discurso político sino, también, que su militancia en la izquierda –formalizada apenas hace unas semanas– es auténtica.

SU JUSTA DIMENSIÓN

Por supuesto, nada impide a Claudia invitar a Harfuch a hacerse cargo de una Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que, una vez aprobadas por el Congreso las reformas contempladas en el Plan C, ya tendrá bajo su mando a la Guardia Nacional (GN).

Se regresaría así al esquema original que AMLO imaginó cuando creó la GN como una tercera fuerza armada. El modelo consiste en que cada una de esas fuerzas pertenezca a una secretaría de Estado distinta: el Ejército (y la Fuerza Aérea) a Defensa Nacional, la Armada (es decir, la infantería que es distinta al Cuerpo General) a Marina y, la Guardia Nacional (a la que cada día es más evidente le hace falta retomar las funciones que tuvo la Policía Federal de Caminos), a la SSP.

Esta maniobra de descarrilamiento que muchos le atribuyen directamente a López Obrador devuelve a Harfuch a su justa dimensión política. Lo que infló al personaje no fue sólo la confianza que Sheinbaum depositó en un secretario que tan buenos resultados dio, sino la estrategia publicitaria que ¿gratuitamente? operó la derecha mediática (la gran prensa y los consorcios televisivos y radiofónicos) para destacar la imagen del ‘apuesto policía’.

Harfuch se dejó llevar por esos caminos de la superficialidad y, en ese sentido, equivocó el concepto: no debió proyectarse como Batman, porque ‘el caballero de la noche’ es un ‘vigilante’, un ‘justiciero’, no un agente de la ley. Si de historietas se trataba, debió presentarse como el comisionado Gordon o, si se quiere, como el jefe O’Hara.

Complementariamente, ese nado sincronizado de los medios corporativos a favor de Omar García ignoró a Clara Brugada, peluseó a Miguel Torruco y atacó con saña a Hugo López-Gatell.

Los medios le cobraron al doctor Gatell las facturas por los intereses económicos que, como subsecretario de Salud, afectó con el etiquetado en alimentos empaquetados y bebidas embotelladas, la prohibición de tener cigarros a la vista en las tiendas o la destrucción del monopolio de la intermediación de medicamentos, para no hablar de los negocios que frustró al impedir la venta libre de pruebas rápidas y vacunas contra el covid.

Más que nada, los medios hostigaron y, luego, vetaron a López-Gatell ante la presunción de que el doctor entró a la contienda para contrastarse con Harfuch y evidenciar su desconocimiento de lo que significa ‘la izquierda’.

LOCHO EN MORENA

La elección primaria en la Ciudad de México deja a Morena una lección que tendrá que aprender para sus procesos internos: las ideologías existen y la militancia reacciona.

Al mismo tiempo, es innegable que las bases morenistas tendrán que acostumbrarse a convivir con las olas de migrantes de filosofías políticas muy diversas que pretenden sumarse a la transformación.

Algunos de esos liderazgos tienen un potencial electoral que supera, en ciertos lugares y circunstancias, el posicionamiento y la viabilidad de triunfo de los fundadores del partido o de aquellos que se incorporaron al Movimiento de Regeneración Nacional mucho o poco antes de los que están por llegar.

Lo vemos ya en Colima donde el primer distrito electoral federal bien vale una misa. Al menos es lo que entiende la clase política del registro de Leoncio Morán en el proceso interno de Morena.

La candidatura del dos veces presidente municipal de Colima fue planchada por acuerdos políticos con la gobernadora Indira Vizcaíno, protocolizados durante la visita de Sheinbaum a Manzanillo. Pero es curioso que los más enojados con Locho sean sus antiguos correligionarios en el PAN y, sobre todo, quienes lo siguieron a MC. No la militancia de Morena, convencida a su pesar de que la 4T carece de cuadros competitivos en la zona norte del estado.

SUMAR PERO NO DIVIDIR

Diez años ha tenido Morena para formar candidatos en Colima, y estos tendrán que mostrar de qué están hechos si no quieren ser desplazados por militantes de los partidos aliados o por políticos formados en otras agrupaciones, incluso algunas ideológicamente opuestas a la izquierda.

¿Veremos en Colima una movilización de las bases como la que se dio en la capital para tumbar a Harfuch? Eso depende de cuanta racionalidad y comunicación exista a la hora de nominar ‘externos’ como candidatos de Morena a cargos federales y locales.

La lección que deja la nominación de Clara no es que ganó en la mesa para atender a la paridad de género sino, como demostraron otras mediciones, que Harfuch no era indispensable para obtener el triunfo. Casi con cualquiera se podría ganar y Brugada es tan competitiva como se decía que lo sería Omar. Una encuesta reciente pone a la CDMX, junto con Chiapas, Tabasco, Veracruz y Puebla, entre los triunfos seguros de Morena de las nueve gubernaturas que se disputarán.

Si bien no es un imán para atraer a Morena votos de la derecha como decían de Harfuch, la creadora de ‘las utopías’ garantiza conservar el voto duro y promete realizar en la CDMX, como lo hizo en Iztapalapa, un gobierno paradigmático de lo que significa la 4T.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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